Durante uno de los descansos del reciente seminario que dictó Fopea en diciembre, se produjo una de la confusiones más comunes que tiene que enfrentar Charles Lewis. Un estudiante que había asistido al encuentro se le acercó y le preguntó:
–¿Usted es el de “El informante”?
–No, ése es mi buen amigo Lowell Bergman –le contestó Lewis dándole una palmadita en el hombro.
Lewis recuerda ese día de furia en “60 minutos”, hace 20 años, en el mismo programa de televisión que inmortalizó Al Pacino en “El informante”, donde contaba el dilema ético que enfrentaba el productor del noticiero, Lowell Bergman, en su investigación contra la industria del tabaco. Lo curioso es que la historia llevada a la pantalla grande no sólo fue real sino que el ejemplo de Bergman inspiró de algún modo a Lewis en el audaz camino que decidió tomar.
–¿Qué lo inspiró a dejar una exitosa carrera en el programa “60 minutes” (60 minutos) para empezar su propia organización de periodismo de investigación?
–Me sentía acorralado allí. No me dejaban investigar temas importantes y cada día me pareció menos aceptable esa situación. También empecé a pensar cada vez más que muchos temas importantes eran más complicados y que no se podía simplificar todo en una pelea entre buenos y malos. La fórmula de la televisión y del programa en sí me empezó a cansar. No tenía otro trabajo ni ahorros, pero sí una familia que mantener. Un día me enojé y simplemente renuncié. Para decirlo de otra manera: salté a la pileta sin fijarme primero si tenía agua.
–¿Qué lo hizo pensar que podía hacer periodismo desde una organización sin fines de lucro?
–Sólo tenía una noción vaga de cómo se podía hacer periodismo desde una ong. Conocía una pequeña organización de cinco personas, el Center for Investigative Reporting, que había sido fundada por mi amigo Lowell Bergman en California a finales de los años setenta. Y existía otra organización similar en Chicago (the Better Government Association) de la cual había oído hablar. Sabía que hacer periodismo desde una ong era posible, sobre todo en Washington, pero tendía que ser independiente y diferente de las organizaciones que ya existían.
–¿Qué pensaron sus colegas de su decisión?
–Mike Wallace, el corresponsal sénior para el que yo trabajaba como productor, literalmente pensó que había tenido un ataque de nervios. ¡Incluso llamó a mi esposa para preguntarle sobre mi estado mental! Decenas de colegas querían saber si estaba “okay” (o sea, bien de la mente). Todo el mundo pensó que estaba loco.
–¿Piensa que el periodismo de investigación en los medios de Estados Unidos cambió desde que se fue de “60 minutes”?
–Yo pensaba en 1988 que las cosas estaban mal, que los medios se habían vuelto complacientes y más arrogantes de lo habitual y que se perdían muchas historias importantes. Pensaba que el periodismo y el estado de la democracia en sí habían llegado a su más bajo nivel y que no podrían empeorar. Estaba equivocado: desafortunadamente la situación está mucho peor hoy.
–¿Le preocupa la consolidación de los medios y la reducción de personal que es tan común en los medios de Estados Unidos hoy en día?
–Me preocupan mucho la consolidación y los despidos masivos que se vienen dando desde hace ya varias décadas. Se ha despedido a 6.000 periodistas y editores de diarios en Estados Unidos desde el 2000, mientras los dueños e inversores ven el diario como una industria “madura” con un futuro incierto. Así que reducen los costos y mantienen las ganancias quitando personal de las redacciones. Periodistas que cubrían uno o dos temas ahora tienen que cubrir cinco, lo cual quiere decir que hay menos posibilidades de hacer periodismo de investigación de calidad, ya que toma mucho tiempo y cuesta mucho dinero. El eufemismo de uso más común en Estados Unidos es que los medios están atravesando una “transformación” histórica. Muchos periodistas están enojados y frustrados, hasta desempleados o en extremo inseguros, y se ven forzados a dejar su profesión.
–¿Cuál ha sido el momento más vergonzoso para el periodismo en Estados Unidos en la última década?
–Hay tantos... Estoy escribiendo un libro sobre estos temas que incluye además el cambio del rol del periodismo como un vehículo para decir la verdad. ¿Cuántos políticos y empresas poderosas moldean y manipulan la cobertura? ¿Los periodistas tienen laringitis? En Estados Unidos el nivel en que la prensa se convirtió en un órgano servil y adulador del gobierno después del 11 de setiembre daba náuseas, aunque sea entendible por los altos niveles de miedo e inseguridad. Pero la falta de cobertura crítica de un presidente que no tenía límites y que llevó al país directo a dos guerras a finales del 2001 y principios del 2003 se destaca como un momento particularmente vergonzante e históricamente importante en los últimos tiempos. Pero la verdad es que la norma de no informar sobre los más poderosos ha sido igual por varias décadas, que fue una de las razones por las cuales fundé el centro.
–¿Qué rol pueden tener las ong en hacer buen periodismo de investigación y qué ventajas tiene hacer periodismo afuera de los medios?
–El periodismo sin fines de lucro no tiene la necesidad de captar a una persona en video y esperar que llore frente a las cámaras. Nada de celebridades. El rating y las subscripciones no motivan lo que se investiga. El trabajo de las ong puede impulsar a los medios tradicionales y comerciales a que se levanten e investiguen más atentamente a la gente en el poder, poniendo nuevos temas frente a millones de personas. Pero siempre está la desventaja de que recaudar fondos es difícil, especialmente para los periodistas, que generalmente no son conocidos por sus habilidades financieras ni gerenciales.
–¿Hay herramientas necesarias que un periodista necesita tener para hacer periodismo de investigación?
–Curiosidad y un impulso compulsivo, pero también mucha paciencia para descubrir la verdad sin importar adónde lleve eso. La mayoría de los periodistas de investigación que conozco, y me incluyo en esta categoría, también posee un enojo latente y un profundo sentido de indignación sobre las desigualdades, injusticias y otras indignidades del mundo. Estas cualidades parecen ser necesarias para perseverar y aguantar el rechazo constante y las repercusiones de los hechos inconvenientes que descubren.
–En la Argentina es muy raro que un medio tenga periodistas dedicados exclusivamente al periodismo de investigación. ¿Hay alguna forma de incorporar periodismo de investigación dentro de los límites de tiempo que tiene el periodismo diario?
–La cobertura en equipo de historias importantes puede ser una táctica excelente. Cuando en 1972 se produjo en Watergate el robo infame de la sede del partido Demócrata por “plomeros” que trabajaban para el presidente Richard Nixon, el “Washington Post” –sin saber que existía algún vínculo con la Casa Blanca– designó a 11 periodistas para cubrir la noticia. Dos de ellos se llamaban Bob Woodward y Carl Bernstein. Tampoco se puede descontar que se puede aprender mucho de organizaciones y expertos que han dedicado años y años al estudio y análisis de un tema y pueden apoyar una investigación, ahorrando cientos de horas de tiempo. Éste es un “atajo” importante que se puede tomar para obtener data e información. Pero la verdad es que organizaciones de noticias en todo el mundo deben comprometerse seriamente a cubrir sus comunidades y a veces abarcar temas importantes que son de interés y relevancia para todos, más allá de las celebridades frívolas. Periodismo al servicio del público debe existir. En Estados Unidos, los dueños corporativos han traicionado estos valores en los últimos años y dos tercios de los periodistas ya no confían en sus empleadores.
–¿El crecimiento de internet es esencial para poder hacer este tipo de periodismo de investigación por fuera de los medios tradicionales?
–Internet realmente ayuda, pero el CPI había escrito dos libros y aproximadamente 25 informes de investigación e hizo más de 20 conferencias de prensa antes del crecimiento de internet. Los informes encontraron datos que se convirtieron en noticias por los cables, la televisión y los diarios. Pero sin internet, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación que creó el centro no podría haber establecido una red de casi 100 de los mejores periodistas de investigación en 50 países con la capacidad de colaborar y analizar una cantidad masiva de información en seis continentes en tiempo real. Con los canales de noticias de 24 horas e internet una primicia puede ser medida en minutos, si no en segundos.
–¿Le parece que los periodistas hoy en día cambian inmediatez por profundidad? ¿Existe un mercado para notas largas de investigación en la era digital?
–Es uno de los temas centrales de nuestra época. La capacidad de atención del público ya era corto pero, desafortunadamente, se ha convertido en más corto aún. Sí, existe un mercado para notas de investigación largas, y sólo hace falta ver “Vanity Fair” o el “New Yorker” o el programa de televisión Frontline. El problema es que sólo un pequeño porcentaje de los americanos lee estas notas y es y siempre ha sido una audiencia chica. Mientras, el público se genera impresiones incorrectas sobre la historia actual por la masiva propaganda del gobierno. ¿Un ejemplo? Dos tercios de los americanos creían que Saddam Hussein e Irak estaban involucrados en el ataque del 11 de setiembre, algo que no era verdad pero que se repetía cada hora por el gobierno de Bush. En Estados Unidos tenemos democracia sin una ciudadanía informada, lo cual, claro, es imposible. En el corto plazo, la respuesta para los periodistas es que deben tratar de hacer un buen trabajo y presentar las notas en internet con vínculos que permitan al lector investigar más por su cuenta. Al reformatear la presentación, empezando con un copete de cable o título, tal vez transmitido por Ipods o celulares, el lector/oyente/televidente puede ir más profundo dependiendo, claro, de su nivel de interés. El trabajo sigue siendo bueno pero presentado de manera diferente, reconociendo las nuevas realidades.
–¿Existe un rol para los que se conocen como “periodistas ciudadanos” para hacer investigación?
–Existe un rol. ¿Quién puede olvidar los miles de ciudadanos de Londres que mandaron fotos desde sus celulares y videos a la BBC cuando explotó la bomba en el subte? Ese tipo de información es muy útil porque justo en el momento en que organizaciones de noticias están reduciendo los presupuestos y el personal las masas están viendo y grabando las cosas que ocurren. Eso es fabuloso y puede enriquecer el periodismo en el siglo XXI. Pero de los más de 35 millones de blogs, el 95% es de opinión. La pregunta es hasta qué punto el periodismo ciudadano se va a desarrollar con un mayor grado de responsabilidad, estándares y un eventual interés en la noticia de investigación.
–¿El modelo de CPI se puede duplicar en otros países?
–Ya está siendo duplicado. Los periodistas están cansados y toman las cosas en sus propias manos. Es muy emocionante ver este desarrollo. Me contactan cada semana para contarme de algún nuevo emprendimiento en alguna parte del mundo. Por ejemplo, el Centro Filipino para el Periodismo de Investigación empezó en 1990 y ha retirado por lo menos un presidente en ese país . El Centro Romano para el Periodismo de Investigación ha hecho muy buenos trabajos sobre la corrupción y otros temas en Europa. Técnicamente existen decenas de este tipo de organizaciones sin fines de lucro en todo el mundo, aunque no tengan mucho dinero ni staff. El CPI hasta ahora ha sido la más grande en el mundo, con un staff que llegó a 40 personas de tiempo completo, más de 20 pasantes pagos y 200 escritores y editores contratados en todo el mundo investigando corrupción en 25 países de seis continentes, lo cual ya se convirtió en su propia ong, www.globalintegrity.org.
(*) Miembro de fopea y ex asistente del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (icij.org)
EL ELEGIDO
Charles Lewis es un periodista de investigación que fundó tres ong con base en Washington, incluyendo la organización de periodismo de investigación más grande del mundo. Entre otras cosas, denunció que Clinton alquilaba la Casa Blanca para financiar su campaña electoral y que la ex compañía del vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney llamada Halliburton se llevó los más jugosos contratos para reconstruir Irak.
A finales de 1988, Lewis dejó una exitosa carrera como productor en el programa “60 minutes” de la cadena CBS para fundar el Centro para la integridad pública (Center for Public Integrity –CPI–), una organización independiente que investiga influencias políticas, corrupción y otros temas relacionados con la ética pública. Fue su director ejecutivo hasta diciembre del 2004. Con un staff de 40 personas y una red de 92 de los mejores periodistas de investigación en 48 países, el centro publicó más de 250 investigaciones, incluyendo 14 libros, y fue premiado por la Organización de Periodistas y Editores de Investigación (IRE) y la Sociedad de Periodistas Profesionales (SPJ), entre otros.
Lewis escribió para “The New York Times”, “The Washington Post”, “The Angeles Times”, “Christian Science Monitor”, “Columbia Journalism Review” y “The Nation”, entre otros medios.
En la actualidad preside la Fundación para el periodismo independiente (Fund for Independence in Journalism) y ejerce como profesor de periodismo en la American University en Washington.
Uno de los centros de investigación con los que colabora Lewis (que fue invitado principal al Segundo Congreso Nacional e Internacional de Periodistas realizado por Fopea el 31 de noviembre y 1 de diciembre) entrega becas para periodistas del mundo entero.