Ray Ballentine estaba esperando una señal para darle su apoyo a Barack Obama. Y la recibió cuando Obama triunfó en las asambleas de Iowa, la evidencia de que el senador tiene el atractivo suficiente para votantes de diversas razas como para llegar a la Casa Blanca. “Antes tenía algunas reservas (sobre él), pero ahora ciertamente tiene mi voto”, dijo Ballentine mientras comía en un restaurante en Raleigh, Carolina del Norte. “Yo estaba algo indeciso, pero siento que él puede ganar la presidencia”.
El triunfo contundente de Obama la semana pasada en las asambleas de Iowa –un estado con pocas minorías raciales– y su ajustada derrota el miércoles en New Hampshire –otro estado con una mayoría abrumadora de habitantes de raza blanca– ante la favorita Hillary Clinton demostró que el apoyo para el senador por Illinois va más allá de las divisiones raciales y dio impulso a la idea de que Estados Unidos se muestra receptivo a la noción de elegir su primer presidente negro.
En el próximo mes se sabrá si el atractivo de Obama entre los votantes se extiende más allá, cuando el senador enfrente una serie de pruebas en terrenos políticos distintos.
Pero para Ballentine, que había estado indeciso entre la senadora Hillary Clinton y Obama, Iowa fue el punto de inflexión. Al igual que muchos electores negros, estaba buscando una prueba de que Obama podía reunir apoyo de los blancos.
Sin embargo, se pregunta si el resto de la nación está tan dispuesto como Iowa a adherirse a la idea de tener un presidente negro. “Realmente no estoy seguro de que estén listos –dijo–. Creo que ya es tiempo. Él está hablando del cambio, y ciertamente que eso (un presidente negro) sería un cambio para este país. Un cambio para el mundo”.
Según las encuestas, la gran mayoría de los estadounidenses dice que apoyaría a un candidato presidencial negro. Un sondeo de Gallup efectuado a principios del 2007 halló que sólo el 6% de los hombres y el 5% de las mujeres dijeron que no votarían por un candidato negro a la presidencia, un cambio político gigantesco en comparación con la manera de pensar de hace 50 años, cuando más de la mitad de los encuestados pensaban de esa manera. Pero Obama no es el primer candidato negro en triunfar en una contienda demócrata por la presidencia.
En 1988, el activista por la defensa de los derechos civiles Jesse Jackson, en su segundo intento por llegar a la Casa Blanca, acumuló triunfos en las primarias demócratas en Alabama, Georgia, Louisiana, Mississippi, Virginia y Columbia, así como victorias en las asambleas de Carolina del Sur y Michigan.
Pero las raíces de Obama y su currículum –así como su campaña– son distintos de los de otros candidatos negros que se han postulado a la presidencia.
Hijo de un keniata y una mujer de Kansas, Obama era sólo un niño durante el amanecer del movimiento por la defensa de los derechos civiles, creció en Hawai e Indonesia y no ha hecho de las cuestiones raciales el centro de su candidatura. “Obama se está postulando de una forma con la que muchos votantes blancos se identifican”, dijo Merle Black, especialista en ciencias políticas de la Universidad Emory. “No los hace sentir culpables. No está dirigiendo una campaña al estilo de Jesse Jackson ni de Al Sharpton. Se ha posicionado como el candidato que casualmente tiene la característica de ser negro, en lugar de hacerlo como un candidato negro’’.
Para algunos votantes que observan a Obama, su campaña –y su éxito en Iowa– es simplemente reflejo del cambio en la sociedad actual. “La mentalidad en Estados Unidos es ahora más abierta”, dijo Mark Jambretz, un director de ventas de 36 años que trabaja en una compañía de internet en San Francisco. “Yo como republicano puedo decir eso, y necesitamos abrir nuestros ojos a la gente que representa a todas las etnias”. A pesar de ello, dijo que podía prever que algunos “grupos radicales’’ tomarán medidas violentas en contra de un candidato o presidente negro. Eso también le preocupa a Ballentine, de 53 años, de Carolina del Norte y técnico de campo para una empresa de electricidad. “Creo que ciertamente necesita reforzar su seguridad, porque pienso que hay locos que harán lo que sea necesario para asegurarse que no gane”, advirtió. Obama recibió protección del Servicio Secreto a principios del año pasado, la más anticipada de la historia para cualquier candidato presidencial. En esa época reconoció que algunas de las amenazas que había recibido tenían móviles racistas.
“Creo que Estados Unidos quiere muchos cambios. No necesariamente sé si importa que sea negro o no, sino sólo que quieren algo diferente”, dijo John Beckner en el centro de Phoenix. Ingeniero en sistemas de 34 años, de raza blanca y casado con una mujer negra, Beckner dijo que no todos los estadounidenses podrán ver a Obama más allá de su raza. “Seguro que va a provocar el distanciamiento de personas que simplemente no están listas para eso (un presidente negro) o que piensan que tiene intereses especiales o que servirá sólo a las minorías –señaló–. Pero la sed de cambio es tan fuerte, que eso probablemente sería suficiente para que sea elegido’’.
De pie cerca de allí, acompañada por su esposo y su hijo, Nancy Bergkamp dijo que lo que cuenta es la experiencia y que Obama carece de ella. “Él sale y dice: ‘Oh sí, vamos a cambiar, hagamos algo distinto, etcétera’. Pero creo que en este momento es una especie de flor de un día. Creo que es muy inexperto”, dijo Bergkamp, una republicana de 51 años.
Collette Lease, de 32 años, asistente educativa de Minneapolis, también tiene sus reservas. Aunque dijo que le emociona el hecho de que un candidato negro tenga oportunidad de llegar a la Casa Blanca, no respalda a Obama. “Habla en forma excelente, pero el hecho de que alguien pueda dar un discurso magnífico no significa que pueda dirigir el país”, afirmó. Sin embargo, otros dicen que la candidatura de Obama es innovadora y una señal de que Estados Unidos está cambiando, incluso en el sur.
Sivi Bobbitt, una estudiante de posgrado de 35 años en la Universidad Clark de Atlanta, está entusiasmada y cree que Obama “quiere que el país sea el crisol de razas que debe ser”. También, que los antecedentes de los padres de Obama, de dos razas, podrían hacer que sea menos difícil de aceptar para los electores blancos, especialmente jóvenes, de mentalidad más abierta. “La generación más joven ya no se rige por el color (de piel) –señaló–. No es una cosa de blancos ni de negros. Ya no pensamos así”.