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Domingo 30 de Diciembre de 2007
 
 
 
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  MONARQUÍAS EN ASIA
  Nepal despide al rey

La penúltima corona del sudeste asiático se termina tras 240 años en el poder, gracias a un acuerdo político. A la presión maoísta se sumó el hartazgo popular por los abusos del soberano.

 
 

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Durante 240 años la monarquía se mantuvo en Nepal, pero ahora el trono ha caído en el Estado del Himalaya. Con su abolición, la alianza gobernante de seis partidos cumple con una de las principales exigencias de los maoístas, a cambio de lo cual los ex rebeldes se manifestaron dispuestos a volver a participar en el gobierno de Katmandú.

El hundimiento de la dinastía comenzó hace años. Los días en que el rey Gyanendra podrá permanecer en el palacio están contados. En un acuerdo entre los seis partidos y los maoístas se señala que el Parlamento de transición declarará a Nepal una república. El destierro de la monarquía tendrá que ser confirmado sin embargo por la Asamblea Constituyente, postergada varias veces y que finalmente será elegida en abril. Los observadores creen que será un mero trámite.

A nivel político, no sólo cavaron la tumba del rey los maoístas, sino el propio Gyanendra, de 60 años.

La casa real entró en una grave crisis antes de la llegada del monarca al trono. En una masacre en el palacio el 1 de junio de 2001 murió el entonces rey Birendra -que era apreciado por el pueblo-, así como otros miembros de su familia. Según la versión oficial, el heredero del trono, Dipendra, asesinó a sus familiares borracho y luego se disparó. Murió a los pocos días. Gracias a ello, ascendió al trono su tío Gyanendra, quien nunca pudo librarse de la sospecha de ser el verdadero responsable de la matanza. Si el nuevo rey no es tan popular como su antecesor, el nuevo heredero -su hijo Paras- es abiertamente rechazado. Paras ocupa titulares de prensa con sus apariciones en los casinos y es acusado de haber atropellado a un cantante sin recibir castigo alguno.

Mientras en el país caía la simpatía por la familia real, amplias zonas quedaban bajo control de los maoístas. Los rebeldes iniciaron en 1996 la lucha armada contra la monarquía, que costó la vida a 14.000 personas.

En mayo del 2002 Gyanendra disolvió el Parlamento y en octubre destituyó por "incapacidad" el gobierno elegido. El 1 de febrero de 2005 despidió al Ejecutivo nombrado por él mismo y lo acusó de no haber podido lograr la paz y la convocatoria de elecciones.

En una especie de golpe monárquico, Gyanendra asumió todo el poder. Debido a la situación cada vez más caótica en el país, la medida encontró cierto apoyo entre el pueblo. Pero el rey tampoco fue capaz de restablecer la seguridad y la estabilidad.

El movimiento democrático creció, y después de tres semanas de protestas el rey cedió, en abril del 2006. El Parlamento volvió a ser convocado, los maoístas renunciaron a las armas y participaron en el Ejecutivo. Bajo la presión de los ex rebeldes comenzó el desmontaje de la casa real.

Gyanendra perdió todo su poder y fue humillado. La familia real fue obligada a pagar impuestos y los palacios, declarados propiedad estatal. En las oficinas se descuelga el retrato de Gyanendra, el Banco Nacional prohíbe su imagen en los billetes y se borra "su majestad" del nombre del gobierno.

Si todo marcha según lo previsto por el gobierno y los maoístas, se terminará así con el penúltimo rey del sudeste de Asia. En pie quedará sólo el del vecino Bután, quien limitó voluntariamente su poder y anunció reformas democráticas.

 

CAN MEREY

DPA

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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