A escasos minutos del centro de Buenos Aires homosexuales, travestis y lesbianas disponen, desde fines de octubre pasado, de un hotel cinco estrellas con todas las comodidades y las garantías de que no van a ser discriminados. El inmenso predio, de 1.400 metros cuadrados, cuenta con 48 habitaciones que seducen con sus juegos de luces y transparencias, a lo que se suman dos bares, un restaurante y una pileta al aire libre, con una base translúcida y agua climatizada.
La oferta se completa con baños sauna y sala de masajes, además de un solarium de pura madera, una cascada situada en el lobby, un mobiliario minimalista y los mosaicos Axel, inspirados en los colores del arco iris gay, uno de los elementos decorativos distintivos de la cadena. El Axel Business Center, el primero de estas características en América Latina, dispone además de espacios equipados con publicaciones, guías gays e internet gratuita, con impresoras color y conexión wi-fi para computadoras. Durante la alta temporada, la tarifa diaria oscila entre los 230 y los 350 dólares diarios.
Para el presidente de la cadena Axel Hotel, el español Juan Juliá, este emprendimiento busca "evitar la discriminación que es tan común. Cuando una pareja gay llega a un hotel y pide una cama doble se la mira raro y hay que soportar todo tipo de situaciones incómodas", dijo el día de la inauguración. El empresario explicó también que eligió Buenos Aires porque "es la capital gay" del continente. Comparada con otras ciudades latinoamericanas, la capital federal de Argentina es la única que aprobó la unión civil de personas de un mismo sexo y avanza hacia otras conquistas en materia de igualdad de derechos.
Pero ese "título" es relativo y deja en evidencia contrastes y contradicciones respecto de la discriminación.
"No hay que engañarse", dijo César Cigliutti, titular de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), dedicada a defender los derechos de las minorías sexuales y que desde hace catorce años, por ejemplo, impulsa una campaña política con la consigna: "No vote a los/as candidatos/as que discriminan".
"Para ubicar a Buenos Aires como la capital gay hay que tener en cuenta también el aspecto económico. Ningún gay va a ir de vacaciones a un país islámico, donde son reprimidos, y si se inclina por Buenos Aires es también porque el cambio de moneda es favorable y cuenta aquí con una enorme variedad de boliches (bares), saunas y centros nocturnos", puntualizó Cigliutti.
Por eso "una cosa es un hotel para un turista y otra es la realidad cotidiana de quien vive aquí". Denunció que los homosexuales, transexuales y lesbianas son discriminados en ambientes laborales, donde se les exige examen de HIV; son discriminados en las cárceles y en los hospitales y hasta sufren la marginación en los edificios donde viven.
Recientemente, al rechazar la presentación de la demanda de una pareja homosexual, una Cámara Civil emitió un fallo en el que sostuvo que "el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer" y que las relaciones homosexuales "deben darse únicamente en la intimidad", ya que "la cohabitación estable de homosexuales atañe, como decisión personal de cada uno, a una opción que se desempeña en la esfera de la intimidad".
Otro frente de batalla trasciende las fronteras de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Diez provincias, incluyendo la de Buenos Aires, mantienen en vigencia códigos contravencionales y de faltas que criminalizan y penalizan a las personas homosexuales y travestis. Catamarca, Formosa, La Rioja, Mendoza, Neuquén, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Buenos Aires y Santiago del Estero registran "miles de historias violentas" unidas a estas leyes represivas, heredadas de la última dictadura" denunció la CHA.
CARLOS CASTILLOS
DPA