Carlos Fuentes avanza sereno pero decidido entre el gentío que puebla el Sheraton de Mar del Plata cuando, tras localizarlo, se le cruza "Río Negro".
-¿De dónde? ¿De dónde? -dice sin detenerse pero amablemente mientras toca el brazo del periodista.
-De la provincia de Río Negro, la norpatagonia...
-¡Patagonia! ¡Todo el mundo habla de la Patagonia! Pero no tengo mucho tiempo... bueno, pero primero voy al baño... ¡usted sabe!
-Sí, esas cosas...
-A veces los periodistas me han seguido hasta el baño.
-Bueno, Churchill y Clement Attle se detestaban pero arreglaban cuestiones de Inglaterra parados en el mingitorio del Parlamento, cada uno con lo suyo en la mano...
-Como corresponde en esas situaciones, claro. Ya vuelvo -dice Fuentes. Entra en el baño. Vuelve.
-Cuando uno lee "La silla del águila" y "Todas las familias felices" no sabe si usted es un escritor o un sociólogo dedicado a reflexionar sobre el poder. "La silla del águila" es un manual sobre cómo ejercer el poder político en México. Tomás Eloy Martínez dice que, desde la literatura, a él le interesan las zonas enfermas de la política, o sea, del poder. ¿Qué lo seduce a usted del poder, del ejercicio del poder?
-Me meto con el poder, escribo sobre el poder porque me interesa su cinismo, su plasticidad para apelar al cinismo, a la mentira... su plasticidad para siempre intentar justificarse aun en el ejercicio de lo más abyecto, de aquello que no se puede justificar si no es desde ese cinismo. Mire usted la historia del mundo y el ejercicio del poder que se ha desplegado a lo largo de ella: siempre está esa plasticidad vigente.
-Martin Amis...
-Muy buen escritor...
-Tras escribir "Koba, el terrible", dijo que no hay capacidad intelectual capaz de desentrañar todos los alcances que tuvo el poder en manos de hombres como Stalin o Hitler. ¿Está de acuerdo?
-De un lado u otro, nos aproximamos y desentrañamos mucho de la naturaleza de esos poderes y otros. Pero, por supuesto, se nos pierde una infinidad de historias, situaciones que generan esos poderes a la hora de las decisiones. Esa multiplicidad de efectos, porque el poder cambia la vida de millones de seres. En cada una de esas personas hay una historia, un relato. El poder genera sueños y produce realidades. La magnitud de unos y otros, desparramados entre esos millones y millones de seres, jamás la podremos calibrar...
-Los microcosmos que domina el poder, dice Semprún.
-Claro, la historia más íntima, más individual; la que no trasciende más allá de quien la contiene, la asume... los puntos privados e inaccesibles.
-En la Argentina está muy en boga hablar de los vacíos que suele generar en mucha gente el ejercicio del poder político con sus decisiones y algunos escritores jóvenes están trabajando mucho de sus literaturas desde esa idea. No es el vacío sartreano de "La
náusea" y de Sábato en "El túnel", que en todo caso es muy individual, muy puntual; se trata de algo más abarcativo, que conjuga a millones para los que la vida puede llegar a perder sentido. ¿Esta visión está primando hoy en la literatura de nuestro continente?
-Yo hablo por lo que me concierne y sí, me concierne mucho el presente; el poder meterme en ese pasado inmediato que todavía genera llagas y el presente que no las puede curar. No podría hacer ficción sobre el pasado esquivando en puntillas de pie lo que me estampa cotidianamente el presente. Y sí, sí, para muchos el presente que suele diseñar el poder es un vacío inacabable, un rumbo a la nada, un nunca acabar, y me parece muy bien que se haga literatura con esa materia. Y veo con placer que en nuestro continente hoy se escriba tanto como se lo está haciendo.
-Volviendo a Amis, él dice que lo perturba la literatura que cuenta sólo el color rosa de la vida, una literatura posible, claro, pero que para los latinoamericanos esquiva la realidad. ¿Ha influido mucho Nietzsche en usted?
-¿Por qué lo dice?
-Porque tengo la impresión de que mucho en su obra está fundado en cierto pesimismo sobre la naturaleza humana a partir de cómo funcionan los intereses individuales, cierto escepticismo frente a esa naturaleza...
-Yo no podría decir que es un pensador decisivo en mi formación, pero sí que es un pensador que influye, claro. Siempre me gustó una advertencia suya: la historia y la felicidad no siempre convergen, rara vez lo hacen. Yo soy de los descreídos en las posibilidades de perfectibilidad permanente de las virtudes del ser humano, eso es falso. No creo en las purezas...
-Ni siquiera en las de la lengua, ha dicho ¿no?
-Tampoco en ellas ni en las purezas de la tradición, de las costumbres... cero pureza. Y no me parece mal que sea así.
-¿Por qué?
-Porque estimula a luchar por un mundo mejor, por la dignidad de millones de seres que padecen injusticias, excesos del poder.
-¿Avanzamos en ese camino?
-Yo creo que sí.
-¿En qué nota ese avance?
-En que la gente, las grandes mayorías que tanto padecen, se está defendiendo cada vez más de los malos gobiernos, de los poderes que se ejercen sin límites. En mi último libro ejemplifico cómo la gente se defiende.
-¿Se refiere a la escena en que, cansada de la prepotencia policial, la gente ataca patrulleros, patrullas?
-Es uno de los ejemplos. Yo no sé si el poder percibe lo que se está gestando en contra de los estilos con que se ejerce el poder. No se puede llevar adelante una causa justa a partir de mentir, como lo ha hecho el señor George Bush en relación con Irak. Toda lucha fundada en una mentira se deslegitima.
-¿Qué es Bush desde la perspectiva del ejercicio del poder?
-Un chauvinista, por lo tanto un reaccionario que se regodea con la aplicación de la pena de muerte. Mientras gobernó Texas, aplicó sistemáticamente la pena de muerte. Hay mucho chauvinismo en Estados Unidos.
-Bueno, sin querer defender nacionalismos extremos, la dialéctica de la historia los ha tocado muy fuerte últimamente.
-Pero podrían defenderse desde escalones más dignos que el que usan Bush y la gente que piensa para él.
-¿Samuel Hungtinton?
-Por caso. Hungtinton se lo pasa advirtiendo sobre amenazas terribles sobre Estados Unidos y esto alienta el chauvinismo americano.
-¿Entonces no hay choque de civilizaciones?
-Lo que hay es choque entre poderes que se ejercen en términos despreciativos contra millones de seres y pueblos enteros explotados históricamente por esos poderes... y, si me disculpa...
-Sí, sí... claro. Se tiene que ir.
-Mañana doy una conferencia de prensa en Buenos Aires, nos vemos ahí.
-Bueno, sí, sí. Gracias por estos minutos.
-No, faltaba más -dice Fuentes. Se acomoda dentro del blazer y se marcha hacia la entrada del Sheraton, bañada por furiosos azotes de agua.
CARLOS TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com