Si algo ha sido común a generaciones y generaciones de argentinos son las crisis del sistema político-económico. Las hubo de todo tenor. Duras, menos duras; sangrientas, menos sangrientas.
Pero crisis al fin.
Sin embargo, a siete años de aquel fiero diciembre del 2001, aquella crisis que arrasó el gobierno de la Alianza, permanece en la memoria de millones de argentinos con impronta de final, de haber entrado en un proceso de desaparición del país vía un proceso sin solución de continuidad.
-Era la nada. Descender y descender velozmente en un túnel que no tenía fin... parecía que no había otra alternativa que caer y caer. Todas las formas de relación de la sociedad con lo institucional estaban desarticuladas. Eran historia. Y los mismos vínculos sociales tendían a deteriorarse vertiginosamente. Era la nada y más nada -recuerda el psiquiatra José Mauricio Abadi.
La crisis atravesó verticalmente la sociedad argentina. No dejó estamento sin tocar, aunque impactara en términos desiguales.
Para la psicóloga Ana María Fernández ("Clínica piscoanalítica ante las catástrofes sociales", Edt. Paidós), aquel proceso estuvo signado por la "potencia del vacío"
frente a la cual se encontró la gente que, a modo de contrapartida, implicó reacción. "La consigna "Que se vayan todos, que no quede ni uno solo" arma su potencia enunciativa en aquello que su inviabilidad pone de manifiesto, interpelando desde tal inviabilidad a inventar nuevos sentidos políticos, nuevas formas de acción. Desde allí abre un desafío colectivo ineludible de inventar lo por-venir". Una reacción que, como lo demostró el desarrollo posterior de aquel diciembre, se neutralizó a sí misma.
Pero en la interpretación de lo sucedido por aquellos días, Fernández habla también de la "fuerza de la diversidad" que tuvo la gente en la calle al son de furioso reclamo. Así, al reflexionar sobre las asambleas barriales que ganaron espacio en distintas partes del país por aquellos días, sostiene que "su heterogénea composición de clase, de género, de edad, los múltiples tipos y formas de expresión, de reclamos, de organización de acciones implementadas, de formas de procedimientos de las puestas en marcha, de saberes, así como también de diversidad de estrategias que coexisten en los modos en que cada asamblea enfrenta los problemas que identifica como propios, otorgan a estas 'ondas' asamblearias su principal fuerza".
Sin embargo, nadie se irá.
Y las asambleas comenzarán a ser historia de un momento y nada más.
Pero aquella crisis siempre será historia dura. (Redacción Central)