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Domingo 04 de Noviembre de 2007
 
 
 
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  INVESTIGACIÓN :: HISTORIADORES Y SOCIÓLOGO DE LA UNC
  La sociedad neuquina en el pos-sobischismo
El asesinato del docente Carlos Fuentealba tiñó el último año de Jorge Sobisch en la gobernación neuquina. Si bien la clase política no apresuró la salida del actual mandatario del poder, la sociedad se pronunció en contra de su manejo de los conflictos sociales. Un equipo de la Universidad del Comahue intenta rastrear antecedentes de la protesta social provincial y describir lo novedoso en la actualidad.
 
 

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Lejos de los "instant books" con que la industria editorial inunda quioscos y librerías cuando un tema se instala en la existencia cotidiana, seis historiadores y un sociólogo de la Universidad Nacional del Comahue investigaron causas y consecuencias del conflicto docente que este año, en su camino espiralado, llegó a su punto culminante con el fusilamiento y la posterior muerte de Carlos Fuentealba, a comienzos de abril. Un paisaje ya tradicional en la sociedad neuquina el traumático inicio del ciclo lectivo que se repite desde hace más de una década paseó esta vez por las pantallas de todo el país y generó en el ámbito local dos hechos fundamentales: la mayor movilización en las calles neuquinas desde Semana Santa de 1987 y la más ancha brecha entre la sociedad y la dirigencia política.

Con esos ingredientes, Jorge Sobisch empezó a transitar su salida del poder tras ocho años seguidos de mandato doce si se suma el primer período, interrumpido por su derrota a manos de Felipe Sapag y la construcción de un poder propio que intentó utilizar para catapultarse a la candidatura para la presidencia de la Nación.

Sobre caliente, el equipo integrado por Enrique Mases, Demetrio Taranda, Gabriel Rafart, Francisco Camino Vela, Fernando Casullo, Joaquín Perrén y Lisandro Gallucci buceó en fuentes periodísticas, en sindicatos y en testimonios de docentes, políticos y militantes de base qué historia tejió la sociedad durante estos meses, sobre la base de la caracterización de Neuquén como una provincia díscola. El resultado fue el libro "Un conflicto docente en el Neuquén de la confianza", que rastrea el origen de las protestas en Neuquén, desde la "huelga grande" del petróleo a finales de la década de 1950 hasta las manifestaciones piqueteras. Tres de ellos Taranda, Rafart y Camino Vela, en entrevista con "Debates", admitieron que "el libro viene a complementar el trabajo del periodismo", o al menos de un sector del periodismo en Neuquén.

La muerte de Fuentealba no se tradujo en un resultado en las elecciones a gobernador, o al menos no claramente. ¿Se debe a eso que ustedes definan el Movimiento Popular Neuquino como "partido-Estado"?

Demetrio Taranda (D. T.): La compactación emotivo-empática a raíz del asesinato de Fuentealba no necesariamente debería trasladarse al campo político, ya que los actores que la mediatizan no aparecen. Las mediaciones políticas, en su comportamiento, aceptaron la no renuncia del gobernador.

Francisco Camino Vela (F. C. V.): Además tienen que ver las propias internas en juego. Es decir, habría sido distinto el resultado si en las elecciones para gobernador se hubiera presentado Sobisch. Hay otra cuestión: por qué las fuerzas políticas y sindicales que pedían la renuncia del gobernador no implicaron al ya candidato electo en la interna del MPN a gobernador. Si se analiza el conflicto y se recorre pos-Fuentealba, la figura que sale más indemne de ese conflicto gravísimo es el siguiente gobernador (Jorge Sapag).

Entonces fue correcta su decisión de congelar la

campaña por un período y después retomarla...

D. T.: Muchos coincidieron con ese congelamiento. Uno tomó la iniciativa y otros lo acompañaron.

F. C. V.: Es lo más dramático. Por ejemplo, los afiches de los Jorges (se refiere a una publicidad callejera con una fotografía de Jorge Sobisch sentado en diálogo con Jorge Sapag) se hicieron mucho después, cuando podrían haber salido al día siguiente. Hay un interés no develado en esa demora. Pero, además, hay otros dos elementos: la falta de apoyo directo o explícito de Jorge Sapag a Sobisch durante el conflicto, que fue una apuesta política que la sociedad leyó, tal como el lema que eligió para su campaña. Por otra parte el conflicto, en la opinión mayoritaria, surge por un acto represivo vinculado con la campaña nacional de Sobisch consistente en demostrar seguridad. El repliegue de Sapag coincide con la cuestión de que el MPN es un partido provincial y la campaña nacional, un proyecto megalómano propio de Sobisch. Alguna parte de la sociedad lo leyó también así.

Gabriel Rafart (G. R.): Paradójicamente, a Sapag le vino bien que el conflicto se nacionalizara, porque colocó a Sobisch en la escena nacional y en una empresa que es la suya: mandar a reprimir es su manera de pensar el conflicto y proyectarlo mediáticamente a nivel nacional.

F. C. V.: Si le salía bien, ésa era la jugada.

¿Cuál es el criterio que hace que los gobiernos elijan tensar hasta último momento el conflicto sin sentarse a negociar? Eso lo hicieron tanto Felipe Sapag durante las puebladas como Sobisch en sus tres mandatos.

D. T.: Hay que meterse en la racionalidad del MPN y en quien ejerce el liderazgo. No todas las circunstancias son iguales. Los gremios estatales, ante la presentación del campo de recursos disponibles, que son las regalías, juegan fuerte a tratar, a través de los salarios, de apropiarse de lo máximo de los recursos existentes. Hay una pugna entre éstos y las

fracciones políticas que tienen una apropiación privada. En esa tensión está la cuestión.

F. C. V.: En este conflicto la apuesta al desgaste es consciente y es coherente. El gobierno es consciente de quiénes son los gremios radicalizados; los que se quedan sin servicios son los ciudadanos, entonces apuesta al desgaste por el desgaste. El gobierno está convencido de que el desgaste genera un rechazo social hacia los gremios radicalizados más que hacia el Estado que debe garantizar los servicios.

D. T.: Es una creencia del gobierno, una apuesta consigo mismo que no le resulta eficiente ni eficaz.

F. C. V.: No, porque termina cediendo más de lo que esperaba y se resiente el servicio.

G. R.: Si se habla de costos y beneficios, esta estrategia de aguantar y no ceder es peor. Pareciera que es la estrategia de todos los gobiernos del país en los tiempos que corren. Que no hay diferencias, aunque los gobiernos más inclinados hacia la derecha tienen costos más altos. En un momento van a ejercer la autoridad no en el sentido de legitimidad.

F. C. V.: Si uno compara las inversiones en las distintas áreas seguridad, salud y educación, se ve la respuesta sobre qué le interesa solventar y qué le interesa dejar caer.

Ahí hay una respuesta sobre la falta de capacitación que existe en la planta de empleados públicos, denunciada por ejemplo en Salud Pública...

D. T.: Habría que preguntarse qué imagen tiene del Estado político moderno la cúpula del MPN. Pensemos que entre salud, educación y seguridad está el 75% de los empleados; quiere decir que el Estado tiene problemas con el 75% de su personal.

El partido-Estado parece haber hecho una conversión, sustituir los punteros tradicionales por una

clase política nueva en torno del Estado. Hay un transvasamiento hacia este grupo de profesionales y tecnócratas jóvenes...

G. R.: ...que está al borde del fracaso desde la salida de (Luis) Manganaro y la derrota de Rolando Figueroa en el norte. Eso muestra que la construcción de una elite política desde arriba no da resultado.

D. T.: Son jóvenes profesionales que están dentro de la matriz de los que se están yendo. Se incorporaron cuando se generó la idea de omnipotencia ante el gran éxito electoral del 2003 de que se podía hacer cualquier cosa.

 

NACE UNA ESTRELLA

 

Es la construcción de un poder...

G. R.: En 1983 Sobisch no tenía partido; no sabía si afiliarse al MPN o al PJ. Muchos lo estaban buscando porque tenía un capital: la presidencia del Club Independiente, un grupo de amigos. Tuvo que decidir. Para eso corrió solo, fue hasta la seccional y estableció una coalición con el MPN de los Sapag. Desde allí siguió con una construcción política desterritorializada, aunque la política sigue siendo territorio. Eso les pasó a Kirchner y, ahora, a los radicales; por ejemplo, en Río Negro. Sobisch conquistó un partido con recursos extraordinarios. ¿Cuáles eran sus capacidades? Las que le podía procurar el propio Estado.

D. T.: El hiato que llega en 1991, después de (Pedro) Salvatori, habla de una escisión del MPN por la propia dinámica de inversiones de esa época, cuando la circulación del excedente económico se mediatizaba por las empresas constructoras nacionales mientras que lo vinculado con las empresas del sector vial quedó relegado. La escisión se produjo tan claramente que Salvatori pensó que iba a continuar. Sobisch representa al otro sector el de empresarios viales. Además, ganó la compulsa con la bandera de la democratización y la proporcionalidad

y con Elías Sapag de apoyo.

G. R.: Hay tantos Sobisch como gobiernos tuvo. Entre 1991 y 1993-1994, es una cosa; cuando se va en 1995 es otra. El que sale de la intendencia es distinto. Felipe Sapag todavía reniega de cuando tuvo que colocar a Sobisch en la intendencia. En la historia de partidos con mundos carismáticos, el sapagismo contaba. Quienes promovieron la candidatura de Luis Sapag lo hicieron como homenaje a Felipe.

Durante ese período la protesta social se acrecentó...

D. T.: Lo que signa esta escenografía reclamante es un nivel de desocupación nunca visto en Neuquén, que arranca en 1991. Si uno analiza los contextos, hay departamentos de la provincia que terminan el ciclo con más del 50% de desocupación, algo que se revierte recién en el segundo semestre del 2003, con lo que llamo "torbellino ocupacional". Luego se registra el aumento de ingresos estatales por regalías. En una anterior situación de crisis 1993 Neuquén recibió 750 millones de dólares por regalías mal liquidadas. Además, no hay que olvidar que en el primer gobierno de Felipe Sapag se produjo el intento de democratizar el sistema educativo con el plan de Faustino Maidana, que terminó abortado por el MPN.

¿Y cuál es la resultante del disgusto social, en términos políticos?

G. R.: En la década de 1990, la CTA nacional inicia un proyecto de partido laborista al estilo del PT de Brasil. Ese "laborismo" prende y fracasa muy rápido porque tiene que responder a las demandas de los desocupados. Pero hay otra cosa: el trabajo en el lugar de la precarización del empleo público. Tenemos que ver si la debilidad de los gremios estatales radicalizados no tiene que ver con esta combinación de desocupación presente y el mundo precarizado.

D. T.: Tampoco hay un estudio en profundidad del interior del empleo público. Se plantearon serios conflictos porque los que hacían contraprestaciones se sentían manipulados por los empleados formales. El empleo precarizado en el Estado no es de uno o dos años, ya se transformó en estructural. Estas dinámicas hacia el interior que implican concesiones hacia adentro generan una urdimbre muy densa que afecta incluso los estilos y contenidos de los reclamos, de la representación gremial y política.

G. R.: Los precarizados reclaman al partido provincial o impulsan la radicalización de gremios como ATEN y ATE.

F. C. V.: Une (Unión por los Neuquinos, el partido creado por CTA en Neuquén) tuvo en las elecciones de junio un cuarto lugar no esperado, con un porcentaje electoral pobre. Porque el problema es que, si se arma una fuerza política, las representaciones no son opuestas. La realidad es que Une, sostenido por el sindicalismo, surge como la antipolítica y por eso le resulta difícil entrar luego en la política.

 

 

GERARDO BURTON

gburton@rionegro.com.ar

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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