Cuando el capitán sudafricano John Smit recibió la Copa William Webb Ellis de manos del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, tras la victoria de su equipo por 15-6 ante el campeón defensor Inglaterra en la final del Mundial de rugby, abrió una puerta para Sudáfrica que va más allá del deporte.
El entrenador sudafricano, Jake White, dijo que ganar el Mundial es algo monumental para Sudáfrica. "No es sólo ganar la copa mundial indicó. En 1995, cuando las personas nos preguntaron por qué tomábamos con tanta seriedad el Mundial fue porque un país como Sudáfrica se dio cuenta entonces de lo que significa actualmente ganar la copa mundial. Es más importante que cualquier otra victoria en la historia de la Copa del Mundo", explicó.
Ese año, muchos sudafricanos creían que ganar el Mundial de rugby anunciaba el inicio de un futuro maravilloso para el "país del arco iris". El equipo estaba integrado principalmente por "afrikáners" los descendientes de europeos que hasta años atrás seguían apoyando las políticas de apartheid del gobierno en Pretoria, pero igualmente era un símbolo de la unidad que muchos esperaban en el país.
Más de 12 años después, el concepto de "país del arco iris" está lejos de ser realidad y, mientras que la fricción racial latente tiene poco lugar en la nación, también se puede decir que Sudáfrica no es una sociedad tan no racial como las personas esperaban que se convirtiera a consecuencia de la gloriosa victoria en Ellis Park en 1995.
El crimen y la violencia desgarran el país y unos pocos días antes de la final en París el famoso artista de reggae Lucky Dube se convirtió en otra víctima cuando fue asesinado a tiros en un intento de secuestro. La victoria contra Inglaterra en el Stade de France, en Saint Denis, en las afueras de París, presentó nuevamente al país con una oportunidad de unificarse detrás de un exitoso equipo de rugby.
Antes de la final, los políticos de todos los partidos manifestaron su apoyo al equipo, que incluyó a dos jugadores de raza negra en la formación inicial. Entre estos políticos estaban los del gobernante Congreso Nacional Africano, quienes no hace mucho tiempo atrás criticaban a los funcionarios del rugby por hacer la transformación más larga de lo aceptable y quienes pidieron que se estableciera un número mínimo de jugadores negros en el equipo.
El presidente Thabo Mbeki encabezó una lista de políticos sudafricanos y otros dignatarios que via
jaron a París para ver el partido. Luego de que Smit recibiera el trofeo, los jugadores llevaron a Mbeki sobre sus hombros. "Fue una experiencia increíble. Ver al presidente de nuestro país sobre los hombros de un jugador y vistiendo la chaqueta deportiva es algo monumental para nuestro país dijo White. No puede ser más grande que eso en el contexto del que venimos", añadió.
Los jugadores fueron recibidos como héroes el martes de madrugada a su llegada a Sudáfrica, donde una marea verde y oro de miles de aficionados aclamó a los campeones, un título considerado como una buena oportunidad para reforzar la unidad nacional.
Discutible, aunque más importante, es la pregunta de adónde se encaminan el rugby sudafricano y la sociedad sudafricana como un todo. Uno de los astros del equipo, Bryan Habana, uno de los dos jugadores negros que participaron en la final, dijo que sabe que se deben hacer cambios. "Estoy seguro de que en los próximos meses habrá cambios y las cosas no serán iguales en unos pocos meses. Pero en este momento, lo que queremos es festejar haber ganado el trofeo señaló. Los políticos deben resolver lo político", opinó. Habana, uno de los dos mestizos que participaron en la final al lado de 13 blancos, añadió que quiso "simplemente representar a la nación" sudafricana. "El deporte es un factor de igualdad" en Sudáfrica, señaló.
Smit, por su parte, dijo que espera que la victoria enfríe las emociones en el país. "Creo que siempre habrá discusión sobre las cuotas. Tenemos un país realmente colorido y tenemos diversas culturas", sostuvo. La prensa sudafricana comparó esta imagen con el símbolo de reconciliación ofrecido en 1995 por el presidente de la época, Nelson Mandela, que se puso una camiseta de los Springboks para entregar el trofeo a su capitán. Pero los políticos recordaron a la llegada de la selección sus llamados a un mestizaje del equipo. "Si debemos perder uno o dos partidos para alcanzar el objetivo (de la transformación racial), pienso que nos los podemos permitir", declaró el presidente Mbeki.
PETER AUF DER HEYDE
DPA