Durante su reciente visita a Córdoba, concretamente en la conversación con vecinos del barrio Cornu, señaló que desde el poder la política no cumple plenamente su rol. ¿A qué se refirió concretamente?
A que, desde el gobierno, la política se despreocupa de tratar con calidad a la sociedad. Su estilo de relacionarse con el conjunto de la sociedad tiende siempre a dividir: unos son los probos, por así llamarlos; otros no. Si se coincide con el gobierno, uno es bien tratado; si se discrepa, es maltratado. Es una dinámica muy enferma... se suele usar el término "crispar" para definir esta conducta, y creo que es acertado.
¿La crispación es inherente al populismo?
En principio, es inherente a determinada concepción de la construcción del poder, una concepción que necesita hablar del "otro" en términos de enemigo.
Lo decía por la situación de Venezuela, hoy la sociedad más crispada del continente y a cuyo régimen usted fustiga duramente.
Si quiere hablamos del tema Venezuela, donde sí, es cierto: tengo posición tomada y es crítica con el chavismo. Pero, volviendo a la Argentina, yo noto que el gobierno nacional crispa para disimular los errores que está cometiendo y, en algunos casos, se le acaba el tiempo para taparlos, disimularlos. ¿Cómo intenta disimularlos? Muy sencillo: acredita los problemas a la acción de intereses que no identifica pero a los que engloba en todo caso como enemigos de la patria, de los argentinos, etc.
¿Pueblo y antipueblo de los '60/'70?
Una dicotomía que siempre termina acorralando al poder, porque la realidad siempre estalla.
Es la única verdad...
Es la única verdad. Lo realmente lamentable es que con la estabilidad y el crecimiento que se lograron superado ya lo más duro de la crisis que tomó cuerpo en el 2001 no se esté utilizando esa base para consolidar una mejor performance de las instituciones, el Estado de Derecho... instalar el debate sobre la Argentina del futuro pero instalarlo como un tema que nos atañe a todos los argentinos, no como algo privativo de los que están en el poder.
Tiempo atrás, antes de que se cristalizara la candidatura de Cristina, usted manifestó en reiteradas oportunidades que, fuese K o C, no era optimista en cuanto a que cambiaran los estilos de ejercer el poder. ¿Mantiene esa impresión?
Estoy convencido de que, más allá de matices que no hacen al fondo en materia de diferencias, ambos están absolutamente consustanciados con la cultura política que despliega el gobierno, no tengo dudas. O sea: para construir poder seguirán repartiendo plata, puestos en el aparato de Estado y, llegado el caso, presiones para seguir doblegando voluntades. No creo equivocarme.
¿Cómo está usted en las encuestas?
No hago política pendiente de las encuestas; algo política y estoy muy conforme con cómo la venimos haciendo en esta campaña.
¿Cuál es el dato de conformidad mayor en ese campo?
No sé si es en los términos en que usted lo plantea, pero hay algo que nos llena de satisfacción a la fórmula que integro con Morales y quienes nos siguen en calidad de colaboradores, militantes, etc.: que no nos envolvimos en idas y vueltas para conformar este encuentro; se hizo hace tiempo, se tuvieron los candidatos a cargos electorales, tenemos un plan de gobierno, no buscamos colgarnos de ésta o aquella otra candidatura...
¿Cómo cree que lee la gente ese estilo?
Independientemente de que nos voten o no, creo que lo identifican como lo que es: somos coherentes, serios... se trata de política con ideas fundadas en argumentos bien explicitados a lo largo de estos meses.
¿Gana?
No estaría aquí si no lo creyera. Somos la alternativa a un proceso que se va fundiendo en contradicciones y prepotencias.
¿Cómo juega de cara a las urnas el hecho de que la situación económica mantenga un nivel alto de consumo?
Sin duda tiene un rol importante para el oficialismo, pero la sociedad no es sólo consumo; es también una entidad que se va cansando de la virulencia de un discurso que la maltrata, que la divide, y está el fenómeno, lamentable por cierto, de la inflación. Tiene historia en la Argentina. Ante ella, la sociedad la sufre y comienza a interrogarse sobre hacia dónde vamos. Por otra parte, la gente percibe claramente la disputa existente en el bloque en el poder en función del reparto de los cargos electorales. Mire, aquí hay que trabajar en lo institucional independientemente de lo que hay que hacer para reencauzar la economía. Lo institucional tiene incluso una cara hacia afuera, hacia el exterior. Cuando usted ve un gobierno que oculta, que se pelea por cargos, que no debate ideas, que maneja a su placer organismos que hacen a calidad de gestión, bueno, hay un momento en que comienzan las sospechas. A veces creo que no tenemos muy en cuenta cuánto significa, por ejemplo, una transparencia total de cada uno de los actos de gobierno, desde el más minúsculo hasta el más trascendente.
EL ELEGIDO
Tiene el rostro muy blanco. Y más estampa de experimentado pediatra que de pertenecer al frío mundo de la economía, su profesión original.
Establece una muy buena relación con la gente. Sabe de sus limitaciones para generar desbordes de entusiasmo, condicionamientos que sin embargo no lo inquietan. Su estilo de relación con el mercado electoral –la sociedad– se plasma escuchando más que protagonizando. Responde con reflexiones fundadas en conocimientos.
Su pasado de diplomático –antes de ser ministro de Economía fue embajador ante la Unión Europea durante el gobierno de Duhalde– lo ha marcado. Roberto Lavagna no es de los políticos que hablan una hora y no dicen nada. Evita enredarse en los dimes y diretes cotidianos a través de los cuales desde la dirigencia se transfiere la política a los argentinos. Es más: un suave pero perceptible rictus de molestia se insinúa en su rostro cuando no puede evitar hablar de lo que de él dijo éste o aquel otro candidato.
–Yo hablo de ideas, de proyectos, de soluciones. Nuestra fuerza acaba de demostrar con el cierre de listas que no buscamos socios ni apoyos de último momento: tenemos lo que tenemos y vamos con lo que tenemos.
–La agresión me es ajena –acota y remata–: yo hago política, no un tour por radio para responder a agresiones con más agresiones.
El fallo sobre la publicidad y la prensa
El fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación amparando a “Río Negro” ante la quita de publicidad de la que fue blanco por parte del gobierno neuquino es para Roberto Lavagna un “precedente valioso” para redefinir las reglas en la distribución oficial de avisos del Estado.
La apreciación está formulada en una nota editorial que el ex ministro de Economía y actual candidato a presidente de la Nación publica en su página web bajo el título: “El uso electoral de la publicidad oficial”.
La nota señala: “Días atrás señalábamos con preocupación el aumento de la publicidad oficial en el año electoral. Subió el 65% en el primer semestre del año. Con ese dinero se podrían haber construido, por ejemplo, sesenta nuevas escuelas o haber equipado 600.
”No son sólo las variaciones en la torta publicitaria oficial, sino su distribución discrecional, elementos que afectan al funcionamiento de la prensa. La Corte Suprema de Justicia dictó recientemente un valioso fallo a favor del diario “Río Negro” contra la provincia de Neuquén por el manejo arbitrario de la publicidad oficial.
”Como sostuve en mi libro ‘La Argentina que merecemos’ y en el primer programa de UNA, es imprescindible el dictado de una ley nacional que limite con precisión el uso de la publicidad oficial y determine su distribución equitativa sujeta a reglas objetivas en los diferentes medios masivos de comunicación, incluyendo diarios y otras publicaciones, radios y televisión. Vamos a impulsar esa ley desde el gobierno. El fallo de la Corte es un precedente valioso, referencia obligada para definir las reglas de juego en la distribución de la publicidad que impidan la manipulación de la prensa”.