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Domingo 09 de Septiembre de 2007
 
 
 
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  SALDAÑO, CONDENADO A MUERTE
  Pasillo sin retorno
Pocas esperanzas tiene este cordobés, que mató a un hombre para robarle un reloj y 50 dólares en Texas. A la espera de su ejecución, vive un calvario que lo ha degradado a niveles increíbles.
 
 

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Se sabe que está psíquicamente desplomado. Lleva once años en el “corredor de la muerte”, escalón previo a la ejecución.
Se llama Víctor Saldaño. Es cordobés y tiene 35 años.
El 25 de noviembre del ’95, junto con un compinche mexicano –Jorge Chaves– secuestraron a Paul King. Le sacaron un reloj y 50 dólares. Y con el expediente rápido de dos balazos disparados fríamente, Víctor Saldaño lo asesinó.
Magro botín para tanto costo.
No pasó mucho para que se supiera todo. Y entonces, las condenas.
Jorge Chaves respiró aliviado cuando escuchó la suya: cadena perpetua.
A su turno, Víctor Saldaño escondió la cara entre sus manos: la muerte.
Asesinato y juicio fueron en Texas, muy cerca de Dallas. Ahí donde, también a balazos, los halcones del poder permanente de los Estados Unidos se cargaron a John Kennedy un mediodía de noviembre de 1963.
Texas, territorio robado a México a punta de pistola por parte de los Estados Unidos, ama la pena de muerte.
“Ahí se advierte una suerte de vocación o de inclinación manifiesta del pueblo por la sanción mortal, ya que el 76% está de acuerdo con su aplicación, porcentaje que se incrementa todavía más cuando se trata de los políticos locales. Desde la reinstalación de la pena capital en ese estado, entre 1977 y abril del 2003, 301 personas fueron muertas por sentencia judicial en Texas”, señala el jurista argentino Elías Neumann en su libro “Pena de muerte, la crueldad legislada” (Editorial Universidad).
Destaca luego Neumann que, para el 2004, en Texas había 450 sentenciados a pena de muerte a la espera de su ejecución en el “Death Row” o “corredor de la muerte” en las distintas cárceles estaduales. “El condado de Harris, donde se halla la populosa ciudad de Houston, detenta el record texano de aplicación de la pena capital: 69 en un año”.
La semana anterior –según informó en diario cordobés “La Voz del Interior”– la Cámara de Apelaciones en lo Penal de Texas “rechazó el pedido de nulidad del segundo juicio que había ratificado una vez más la condena a muerte contra Saldaño”.
La primera condena a muerte le fue dictada en el ’96 y la ejecución, fijada para abril del 2000. Pero, como explica Elías Neumann, fue tal el “cúmulo de arbitrariedades probatorias y de tan grueso calibre xenófobo el señalamiento inculpatorio, que la Suprema Corte de Texas decidió suspenderla y rever ciertos puntos, remitiendo la cuestión a un tiempo futuro”.
Hubo entonces un segundo proceso, que ratificó la condena.
En los hechos, Víctor Saldaño tiene muy escasas posibilidades de zafar de su muerte mediante una inyección letal.
Su deterioro psíquico es extremo, el propio de quienes esperan su suerte en el famoso “Death Row”.
El abogado cordobés Juan Carlos Vega asistió al segundo juicio. Y en relato a “La Voz del Interior” deja en claro los términos en que se degrada la vida de Víctor Saldaño:
–En un momento dado, el juez tuvo que interrumpir el juicio porque Saldaño comenzó a masturbarse. Pero no fue un acto de desprecio hacia el jurado porque, sencillamente, Víctor está desquiciado. Sus años en el corredor de la muerte han dejado una huella psíquica imposible de disimular.
“¿Qué es la pena capital sino el más premeditado de los asesinatos, al cual no puede compararse ningún otro acto criminal, por muy calculado que sea?”, escribió Albert Camus.

 

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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