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Domingo 09 de Septiembre de 2007
 
 
 
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  ELECCIONES EN EL INTERIOR: SANTA FE
  Binner, el progreso de la “pampa gringa” y el bienestar
Derrotó una hegemonía peronista de 24 años tras lograr encarnar mucho del socialismo de Juan B. Justo, un liderazgo moderno y menos personalista, y con la promesa de combinar crecimiento capitalista con más democracia y equidad. Su Frente Progresista le permitió cosechar el respaldo de otras fuerzas.

 

 
 

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El pasado domingo fue derrotado el peronismo en Santa Fe. Concluye así un ciclo de veinticuatro años de hegemonía en el poder de esa fuerza política. Desde el regreso a la democracia esa provincia, como tantas otras, se caracterizó por la falta de alternancia política. La política en Santa Fe tuvo durante todos estos años un solo color: el del justicialismo. La ley de lemas, recientemente reformada, permitió a los peronistas santafesinos en más de una ocasión retener el poder no obstante haber perdido las elecciones.
Las urnas en Santa Fe, sin embargo, aportan otro dato de relevancia para la política nacional. Fue elegido gobernador Hermes Binner, un médico socialista oriundo de Rafaela, el corazón de “la pampa gringa”. Por primera vez en nuestra historia política, un dirigente socialista accede al máximo cargo de una provincia.
El Partido Socialista fue fundado en la Argentina en 1896. Tuvo como su principal inspirador a Juan B. Justo, un destacado médico que dejó su profesión para dedicarse a la política. A principios del siglo XX el socialismo argentino se caracterizó por poner en un primer plano la cuestión social. La modernización capitalista, impulsada por los hombres del ’80, había traído como consecuencia cierto deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores, situación que Justo y sus seguidores se proponían remediar trasladando su óptica médica a los problemas sociales.
Pero el Partido Socialista también tuvo otra característica: pretendió convertirse en un partido moderno, es decir, en una agrupación orgánica que tuviera un desarrollo programático.
Los socialistas trataron de diferenciarse de lo que ellos llamaban “política criolla”, aquella política personalista practicada tanto por conservadores como por radicales. Frente a los resabios del pasado, al estilo de caudillo que representaba Hipólito Yrigoyen, Juan B. Justo emergía como un líder moderno.
Sin duda, en Binner podemos encontrar muchos de los rasgos propios de la tradición socialista.
Morales Solá lo definió en su columna como “un médico con cara de hombre bueno que aprendió de los socialdemócratas europeos que el progreso consiste en que la gente viva bien”. Mi propósito en esta nota es ocuparme un poco más de su discurso, analizar con qué lenguaje político Binner se convirtió en gobernador de Santa Fe.
Howard Gardner sostiene que los líderes que consiguen eficacia son aquellos que logran comunicar y encarnar una cierta historia, un relato podría decirse (“Mentes líderes”, 1998). En este sentido, Binner tuvo la capacidad de encarnar la figura del líder innovador frente al continuismo hegemónico del peronismo santafesino y, a la vez, de recuperar esa historia de progreso tan propia de “la pampa gringa” que representa la provincia de Santa Fe. De esta forma, el cambio que propuso no tiene cualquier sentido, tiene un sentido progresista.
Asimismo, Binner consiguió que su discurso superara el localismo propio del mayor peso que poseen los socialistas en Rosario y construir una propuesta con la que interpeló exitosamente a los ciudadanos de toda la provincia.
Pero, además, no fue sólo un candidato socialista ya que tuvo la capacidad de vertebrar un Frente Progresista Cívico y Social en el que participaron el ARI, el Partido Demócrata Progresista y una fracción mayoritaria de radicales. Por fin, una cierta ambigüedad frente al presidente Kirchner le permitió capturar muchos votos provenientes del peronismo.
El programa del Frente Progresista es el de una izquierda política que pretende conjugar capitalismo, democracia y bienestar. Por supuesto que el acento está colocado en los dos últimos términos. Pero llama asimismo la atención el especial énfasis puesto en la necesidad de mejorar la baja calidad institucional del Estado. Esta es la razón, arguyen los integrantes de este frente, por la que el importante crecimiento de la economía de Santa Fe no ha redundado en una mayor equidad social.
Una mayor participación de la ciudadanía, entonces, y lo que llaman un “nuevo trato” del Estado en relación con los ciudadanos y con la sociedad civil deben mejorar la calidad institucional del mismo y de sus políticas públicas. El sentido progresista del cambio debe tener como meta, por lo tanto, una profundización de la democracia.
Es un programa, por otra parte, que no ve como contradictorios los principios de libertad e igualdad. La búsqueda de una mayor equidad social debe ser conjugada con una concepción pluralista de la vida social y política y con el respeto a la ley como fuente de legitimidad.
“La sugerencia de J. S. Mill de que los gobiernos deben dedicarse a llevar a un grado óptimo el equilibrio entre el dejar en paz la vida privada de las personas e impedir el sufrimiento me parece que es casi la última palabra”, afirma Richard Rorty en su libro “Contingencia, ironía y solidaridad” (1996). Este es el horizonte ideológico en el que pueden ubicarse las ideas con que Binner y el Frente Progresista ganaron, abrumadoramente, las elecciones del domingo pasado en la provincia de Santa Fe.

(*) Profesor de historia, docente de Historia de las ideas, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNC

   
MARCELO PADOAN
Especial para “Río Negro” mjpadoan@ciudad.com.ar
   
 
 
 
Diario Río Negro.
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