El profesor disertó en la Universidad Nacional del Comahue el pasado 19 de junio y aportó un trabajo en coautoría con Dominique Lévy presentado en el 2006 en un congreso de URPE, asociación de economistas que rechazan la ortodoxia académica de Estados Unidos. Su estudio lleva por título "El imperialismo en la era neoliberal: respiro y crisis en la Argentina" y con este material pretendemos hacer una aproximación crítica a sus propuestas.
Hay dos elementos clave en el diagnóstico: "el nuevo mix neoliberal-imperialista" y el resultado de la "confrontación de clases". Recordemos que fue Lenin quien difundió la noción de imperialismo, escribiendo en 1916 en Zurich un ensayo popular sobre el tema. El hombre que condujo la revolución bolchevique pensaba que el imperialismo era, fundamentalmente, la fase monopolista del capitalismo y "el preludio de la revolución social del proletariado".
Posteriormente su significado fue reinterpretado de diversas maneras; quizá la más reciente, a la que se aproxima el autor, sea la asociada a las políticas económicas del llamado "consenso de Washington", que pregona la libertad de mercado, las privatizaciones y las desregulaciones, juntamente con la apertura externa financiera y comercial. Esta política fue aplicada durante los noventa en muchos países de América Latina, bajo la presión o condicionamiento de Estados Unidos al resto del mundo.
El segundo componente lo constituye la confrontación de clases (no utiliza la tradicional categoría de lucha de clases), con sus diversos posibles resultados. Para abordar un análisis de este tipo evitando generalidades, es conveniente identificar las clases sociales, luego establecer sus relaciones de lucha o alianza y finalmente aplicarlo en un momento histórico determinado, tal como lo hizo Marx en "Las luchas de clases en Francia 1848-1850".
Duménil recuerda las diferencias entre los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, "donde se impuso el compromiso keynesiano", evidenciado en los aceptados roles del Estado con sus políticas anticíclicas y redistributivas frente a la propuesta liberal, que privilegia los intereses financieros.
Considera que el quiebre de la acumulación del capital en la Argentina de los años ochenta fue seguido por el respiro que se produjo entre 1991 y 1998, que terminó siendo "no sustentable" y desembocó en la recesión de 1998 y su posterior derrumbe del 2001.
En realidad, la década de los noventa no tuvo una evolución lineal, ya que en los años 1994-1995 se sintieron las repercusiones del llamado efecto "Tequila" o crisis de pagos externos de México. Luego continuó una recuperación hasta aproximadamente 1998, cuando comenzó la caída con un leve atisbo de recuperación entre 1999 y el 2000. La devaluación de Brasil, nuestro gran socio en el Mercosur, impactará duramente en la Argentina. Lo dramático fue la continua suba de la desocupación y la precariedad laboral en el país, sostiene.
Duménil enfatiza el rol de la política cambiaria implantada por Domingo Cavallo, la que asimila a la caja de conversión que, como sabemos, fue creada para solucionar la crisis de 1890 con el objetivo declarado de implantar un organismo independiente del poder político en lo referido a emisión monetaria.
Podemos sostener que la paridad cambiaria del peso con el dólar fue instrumentada como una medida de freno de la hiperinflación de finales de los ochenta y comienzos del gobierno de Carlos Saúl Menem. Al pretender mantenerla en el tiempo juntamente con las medidas de liberalización, se llevó a la Argentina a la mayor crisis del siglo.
ERNESTO BILDER (*)
(*) Profesor titular de Economía de la UNC