Los intelectuales siguen hablando de neoliberalismo. ¿Qué queda de su historia y cuál es su meta como proyecto?
El neoliberalismo es un sistema cuya meta es restablecer el poder de los ingresos de las clases capitalistas. Esta no es una lectura originalmente muy común en los ámbitos intelectuales, porque muchos de ellos, y en particular los economistas, partían de que el neoliberalismo era algo así como una experiencia histórica de un "casi no capitalismo", de una etapa en la que había triunfado un sistema de locura financiera. Esa fórmula tuvo un éxito enorme en la izquierda intelectual. Yo siempre trabajé para mostrar que no estamos frente a esa locura. El neoliberalismo es realmente una estrategia de clase; por ello es que a partir del momento en que uno conecta el neoliberalismo con el poder de los ingresos de las clases capitalistas, la lectura de este fenómeno se vuelve, en cierta forma, marxista.
DIFERENCIAS EN LA IZQUIERDA
Esta fórmula no parecía común a todas las interpretaciones de la izquierda...
Es cierto; por ejemplo, esto pasó con asociaciones que no eran marxistas pero que resultaban de izquierda: el caso de la ATTAC. Cuando esta organización se creó, su perspectiva frente al neoliberalismo era, y voy a caricaturizarla, "el señor Estado se pelea con el señor mercado". Entonces se planteaba crear un impuesto sobre los movimientos de capitales. Durante años yo no pude ingresar en la organización, en gran parte, por este tipo de lectura, pero ahora en ATTAC se habla de clases capitalistas, de imperialismo. Es que fue el neoliberalismo el que ayudó a la radicalización del discurso. La posición anterior era de tipo keynesiano, en el sentido de que estábamos en una época de desorden financiero. De allí que adherían a la idea de "un no capitalismo".
Desde su crítica se plantea que toda salida al neoliberalismo es política.
Siempre dentro de condiciones económicas particulares...
Pero siempre la política tiene dos rostros, y el neoliberalismo suponía tomar uno solo, el de la negación del conflicto; de allí sus varios "compromisos", entre ellos, frente a las clases propietarias y a la democracia neoliberal. ¿Están vigentes esos compromisos o cuáles son los que se mantienen en pie en los países centrales?
Acabo de terminar un libro en colaboración con Dominique Lévy que se llama "Alter marxismo". Desde una perspectiva filosófica, económica y política, nosotros pensamos que un buen punto de partida es el análisis de los grupos de ejecutivos, los cuadros. Estos son muy importantes y se los debe interpretar en términos de la teoría de las clases. Cuando predominó la socialdemocracia hubo un compromiso entre clases populares y los cuadros que tienen a su cargo el trabajo de organización en la producción y que son parte del mundo de los intelectuales. En ese compromiso tuvimos una contención de las clases capitalistas. Este fue el compromiso a la izquierda, de la socialdemocracia. En la era neoliberal este compromiso fue hacia la derecha, esos grupos se aliaron con los capitalistas. Este es un tema de enorme importancia política.
¿Por qué?
Por supuesto que cada realidad es diferente. En Estados Unidos el compromiso neoliberal es muy fuerte. Allí hay una historia de amor, existe una verdadera fusión entre la facción superior de los ejecutivos y los propietarios. En Francia es muy diferente.
¿A qué se debe?
Aquí las facciones superiores quisieron ser como los ejecutivos norteamericanos, sin embargo los restantes sectores tienden a considerarse organizadores. Maximizar las cotizaciones bursátiles no es realmente su problema. Eso explica por qué la situación del neoliberalismo en Francia es más frágil que en Estados Unidos. En Inglaterra es bastante parecido a la realidad norteamericana. De allí que haya fracasado la "tercera vía" de Tony Blair, que fue una propuesta meramente ideológica. Por ejemplo, en Francia no se han desarticulado los sistemas de protección social, porque allí la crítica no se dirige tanto a los aspectos económicos del neoliberalismo sino a los aspectos sociales. Por ello, hablar de socialneoliberalismo en mi país no tiene sentido.
LA SITUACION ARGENTINA
Vamos a Latinoamérica y en particular a la Argentina. Usted refiere que estos países están en una fase resistencia; ¿en qué consiste?
Cancelar parte de la deuda y terminar el proceso de dolarización, entre otras cuestiones. Todo ello significa recuperar la autonomía del país, a pesar de que muchas medidas terminaron aumentando la deuda hacia el sector bancario por las compensaciones a causa de la pesificación, en el caso de la Argentina.
Usted parece considerar que esta autonomía responde al retorno de las burguesías nacionales y al nacimiento de un nuevo compromiso.
En el caso de Brasil, existe una burguesía nacional que nunca entregó su propiedad. En el caso de la Argentina, no sé lo que queda de ella, pero probablemente esté en un proceso de reparación después de su comportamiento rentista.
¿Cómo es eso del socialismo como un nuevo compromiso?
Este es el tema de mi último libro. Marx imaginaba el capitalismo como un sistema de desorden que a través de la lucha del proletariado llevaría a un nuevo orden y a la emancipación. Esta historia se relaciona con la idea de la modernidad, de la igualdad. Sin embargo, esta historia fracasó, porque en la Unión Soviética y en China los capitalistas desaparecen y fueron reemplazados por otro sistema de clase. Y este tema tiene una relación muy fuerte con mi planteo sobre el compromiso a la derecha y a la izquierda.
Porque una característica histórica y estructural ha dado cuenta de que es imposible acabar con el capitalismo sin una alianza entre clases populares y cuadros de técnicos e intelectuales. Este es el único camino posible. Debe establecerse ese compromiso de clase, sin pasar por alto que, como toda política de alianzas, va a haber una lucha sobre dos frentes, porque tenemos una alianza que debe acabar con las clases capitalistas; significa que el poder de resistencia de las clases populares no se debe delegar. En ese sentido, también debe conservarse cierta distancia con esa clase de organizadores, o sea, los cuadros. Eso sólo es posible en una situación de lucha.
El intelectual y académico francés es uno de los más importantes estudiosos del capitalismo a escala nacional y mundial. Crítico de las visiones tradicionales de la izquierda y del neoliberalismo, milita activamente en el movimiento altermundista ATTAC.