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Domingo 08 de Julio de 2007
 
 
 
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  ENTREVISTA: JUAN DIAZ BORDENAVE: EDUCADOR/COMUNICADOR SOCIAL
  “El periodista debe ser inmediatista, incluirse en la realidad social”
 
 

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El humor es una de sus características y la permanente actividad por mejorar la realidad de la gente. No se niega revelar su edad, 81 años, sino “que lamento tener tanto”, señala.
Su más flamante proyecto tiene que ver con la materia “Autoritarismo en la historia reciente de Paraguay”, que pretende se dicte en las escuelas de su país “porque la juventud paraguaya que nació luego de la dictadura no sabe lo que pasó o tiene versiones distorsionadas. La materia ya está armada y ahora vamos a capacitar a los docentes para que en breve comience a aplicarse, y la metodología es muy interesante, lúdica, con teatro, canciones... y el último módulo consiste en estrategias para que los estudiantes repliquen en su comunidad lo que aprendieron en defensa de los derechos humanos. Es una orientación a la acción”.
Y pasar a la acción es lo que hizo durante toda su vida.
Educador, autor de un libro sobre metodología de la enseñanza que va por la vigésima séptima edición; amigo de Paulo Freire y “adoptado” por el círculo de comunicólogos, Juan Díaz Bordenave aporta miradas: “El comunicador, el periodista no sólo debe ser mediático, también tiene que ser ‘inmediatista’, tiene que acercarse a la gente, incluirse en la dinámica social. Lo que antes llamábamos comunicación para el desarrollo ahora se llama para el desarrollo y el cambio social, porque de eso se trata: de cambiar”.
–Usted no se reconoce como un investigador pero su trabajo ha ayudado a generar una corriente dentro de la comunicación latinoamericana...
–Pero sin investigar, sólo pensando y aplicando lo que otros investigan. Nunca fue mi vocación ser teórico y académico, yo simplifiqué la teoría para ponerla al servicio de los trabajadores, campesinos, educadores sanitarios, toda la gente que está en la trinchera y nunca tuvo la oportunidad de estudiar Comunicación.

LA RELACION CON LOS TEORICOS

–A fines de los ’50 y principios de los ’60, cuando usted comienza a capacitarse, se inician las nuevas corrientes comunicacionales latinoamericanas. ¿Usted se relaciona desde ese momento con los teóricos?
–Sí, con Antonio Pasquali, Daniel Prieto Castillo, Luis Ramiro Beltrán, Reyes Matas… en fin, eran mis amigos y colegas.
–¿Y lo aceptaron a pesar de que usted no era investigador?
–Claro, incluso en esa época se fundó en Caracas una Asociación Latinoamérica de Investigación (Alaic) y yo estuve presente, pero nunca fui miembro porque nunca fui investigador.
–Los teóricos que usted nombra surgen contrarrestando las líneas de investigación que llegaban desde Estados Unidos y usted se formó en ese país. ¿Cómo se adaptó?
–La mayoría de los comunicadores nos formamos en las universidades estadounidenses. Pero cuando regresamos a nuestros países nos adaptamos a nuestras sociedades. Por ejemplo, las teorías de Everett Rogers, que era muy amigo mío... yo me di cuenta de que esas teorías no servían para América Latina. Incluso escribí un artículo en una revista que coordinaba Rogers en el que digo que hay que revisar su teoría para entender Latinoamérica.
–¿Qué siente que le aportó usted a la comunicación latinoamericana?
–Muy poco. Hay nombres y figuras muy importantes. Fui amigo de Paulo Freire y difundí y apliqué sus hallazgos, pero no descubrí nada. Tengo un libro sobre metodología de la educación de mi época de defensor del estímulo-respuesta, pero era porque no conocía otra cosa; pero luego leí a Piaget y me involucré con la metodología crítica-participativa y me encaminé por allí. Yo absorbí y divulgué teorías que no fueron mías.

divulgacion y aplicacion

–Usted las divulga pero las aplica también...
–Sí, por supuesto. Soy un práctico que va buscando distintos abordajes. Por ejemplo en educación hay conductismo y contructivismo y uno, sin darse cuenta, está pasando de una teoría a otra; no es todo tan rígido. Soy un producto ecléctico de muchas contribuciones teóricas. Soy un simplificador, un intérprete de teorías para ayudar a la gente que trabaja en el campo, desde el médico rural hasta el que trabaja la tierra. El Ministerio de Salud de Brasil utiliza textos míos sobre participación y educación.
–¿Y en que otros ámbitos, fuera de las universidades, se utilizan las experiencias que usted ha realizado?
–La extensión rural fundamentalmente. Mi libro sobre metodología de la enseñanza, que se llama “Estrategias de enseñanza y aprendizaje”, va por la edición número 27 y en Buenos Aires lo apoya el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura.
–¿Por qué sigue siendo actual su libro?
–Porque se encuentra en una línea pedagógica basada en Freire y Piaget que parte de la realidad y sigue una trayectoria que va de la realidad observada a una organización, pasando por la teorización, una hipótesis de solución y aplicación en la realidad. Pero desde los alumnos, es constructivista, con profundo protagonismo de los chicos para transformar la realidad.
–A veces una siente que las teorías de la comunicación que se enseñan en las aulas no son aplicadas o no se enseña la parte práctica de los estudios. ¿Usted qué opina al respecto?
–Bueno, lo que pasa es que la mayoría de los docentes está formada en el conductismo. Y una cosa es la teoría y otra la práctica. En el último capítulo de mi libro hay un capítulo que se llama “Cómo introducir nuevas ideas”, que son estrategias para que los profesores puedan aplicar nuevas prácticas. Pero en educación, una forma que encontré, ya que lo que muchas veces pasa es que uno da un curso o taller y todos se entusiasman pero a los tres meses se olvidaron, es crear unidades de apoyo pedagógico que asesoren a los profesores para que mantengan el entusiasmo transformador que adquieren en los cursos. Y a mí me resultó.
 
EL CASO VENEZOLANO

–¿Cómo definiría la situación actual de la investigación comunicacional en Latinoamérica?
–Es muy difícil para mí. Pienso que la situación que se creó en Venezuela con el cierre de RCTV es muy interesante porque genera un debate entre la gente que pertenece a la industria cultural, de medios, periodistas... Creo que la visión es netamente empresarial y lo único que hizo Hugo Chávez fue no renovar la licencia y está en todo su derecho. Y menciono esto porque pone en el tapete la vieja discusión sobre política nacional y de comunicaciones.
–Al parecer las teorías de la comunicación latinoamericana se van adaptando.
–Yo no sé hasta qué punto un incidente como el de Venezuela está llevando a las agendas de las facultades de Comunicación esta discusión, en los diarios lo veo.
–¿Lo siguen consultando desde las universidades?
–No mucho, algunos estudiantes me piden ayuda para realizar sus tesis, pero muy poco. Mi última experiencia fue en Paraguay, que me pidieron que dictara Teoría de la Comunicación. Pero nunca más, porque los jóvenes están preocupados por recibirse y trabajar en los medios y no hay rigurosidad científica o idealismo.

EL ELEGIDO

El nombre de Juan Díaz Bordenave está en la memoria pasada y presente de miles de estudiantes de Comunicación. Nació en Encarnación, en el año 1926. Obtuvo título de bachiller en el Colegio de San José de la Asunción. Sus primeros trabajos vieron la luz pública en La Estrella (86), vocero de la Academia Literaria de aquella institución educacional.
Comunicador y educador popular, sus aportes en el marco de la teoría del desarrollo en comunicación se estudiaron y estudian en las universidades de toda Latinoamérica.
Este hombre simpático, activo y modesto, se preocupa durante el diálogo con Periodismo Social, en dejar bien claro que no es un investigador: “Yo simplifiqué las teorías de otros para ponerlas al servicio de toda la gente que está en la trinchera y nunca tuvo la oportunidad de estudiar Comunicación”, dice.
Este agrónomo, recibido en una escuela agrotécnica de Casilda, en la provincia argentina de Santa Fe donde vivía el exilio junto a sus padres, entró en el campo de la comunicación cuando le ofrecieron hacer cursos en la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos. Fue en 1954. Allí conoció lo que llamaban comunicación agrícola y aprendió las posibilidades de los distintos medios (radio, gráfica, televisión) para comunicar a los trabajadores del campo. Le ofrecieron quedarse para hacer una maestría, a pesar de que no tenía título universitario. Le hicieron unas pruebas y se quedó un año hasta obtener un Master en Periodismo Agrícola. Volvió a Paraguay y luego pasó por Costa Rica.
 En un momento “se me agotó lo que sabía”, asegura y decidió volver a Estados Unidos e hizo, en 1966, un Doctorado en Comunicación . Después trabajó en México y durante muchos años en Brasil y estuvo seis veces en Africa. También fue consultor para el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Argentina.
 Después de recorrer un largo camino por distintos países, volvió a su Paraguay natal, donde impulsó e integró la Comisión de Verdad y Justicia que investiga las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura de Alfredo Stroessner, entidad a la que acaba de renunciar para sumarse al proyecto político del ex obispo Fernando Lugo, que intenta ganar las presidenciales oponiéndose al tradicional y gobernante Partido Colorado.
Según Juan Díaz Bordenave, la participación es el camino natural para que el hombre canalice su tendencia innata a realizar, a hacer cosas, afirmarse a sí mismo.
 “Su práctica implica la satisfacción de necesidades no menos básicas, como la interacción con los otros hombres, la autoexpresión, el desarrollo del pensamiento reflexivo, el placer de crear y recrear cosas y la valorización de sí mismo por los demás”.

 

   
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Diario Río Negro.
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