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Domingo 01 de Julio de 2007
 
 
 
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  ELECCIONES EN LA ARGENTINA
  Macri y Ríos demostraron con sus campañas que la política es posible
Los recientes comicios alientan a pensar que los candidatos pueden establecer un vínculo sincero y comprometido con la sociedad, aporte inestimable para recuperar a la política del desencanto que pesa sobre ella.
 
 

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punta a mejorar el funcionamiento del sistema político argentino?
¿Está abierta la posibilidad de que del proceso electoral en marcha surja lentamente un recambio generacional que mejore la performance de la actividad política?
Si uno sigue las reflexiones de un hombre muy ajeno al pensamiento voluntarista, el sociólogo Manuel Mora y Araujo, encuentra razones para creer en esa mutación.
–En las provincias –escribe–, lo que se está viendo hasta ahora es que hay interés en la población en las elecciones a gobernador, hay competencia y hay liderazgos legítimos. Son buenas noticias. Es probable que se gesten las semillas de un futuro político de mejor calidad, un fortalecimiento de la democracia representativa y una recuperación de la credibilidad de las instituciones de la política en la sociedad”.
Si la reflexión de Mora y Araujo pivotea en el interior del país como vector de una eventual mejora en la salud del sistema político, el italiano Gianfranco Pasquino se inclina por creer que ese cambio es una consecuencia propia de la dialéctica misma de la crisis del sistema de poder. Enamorado de la Argentina, politólogo especialista en investigar la política de oposición, las opiniones de Pasquino sobre este tema siempre parten de un convencimiento: en mayor o menor grado, la política está en crisis varias en todo el mundo.
Sin embargo, detecta un fenómeno en el que es posible que incursione la Argentina. Está “representado por la existencia y el aumento del número de ciudadanos conscientemente insatisfechos que saben que la política es importante y que, por consiguiente, piensan desempeñar un papel activo en términos no sólo de las modalidades clásicas de la participación política, a través del voto y sus asociaciones, sino también en términos de protesta consciente y sostenida en el tiempo”.
¿Ir a la política desde las urgencias?
–Por supuesto –responde Rosendo Fraga, director de Nueva Mayoría. Y acota:
–Si algo está demostrando la decadencia del funcionamiento de nuestro sistema político, ese algo es que la gente no se repliega ante ese fenómeno ni busca la alternativa del autoritarismo: busca participar con la queja que moviliza, yéndose de los partidos tradicionales para encontrar la política en otros lados, siendo cada vez más dueña de su voto.
Si se admite lo que sostiene el alemán Ulrich Beck, la Argentina estaría recuperando la política a fuerza de urgencias.
–Y no es malo que así suceda, porque demuestra que la gente cree que es la política el terreno apropiado donde se deben resolver muchos de los problemas que padece el conjunto. La gente no se va del sistema; quiere sistema y sistema para todos –dice Fraga.
O sea, la política está en el escaparate.
–Y la gente se detiene ante ella. No sigue de largo –comenta el sociólogo Torcuato Di Tella. Fue a uno de los primeros intelectuales, quizá el único por años, convencidos de que en algún momento el sistema político argentino marcharía hacia dos movimientos, centroderecha y centroizquierda. Ahora, la historia parece acreditarle razón.
–Pasa que tocó su fin la autonomía que los políticos creían que la política tenía en relación con la sociedad. Está pasando desde hace mucho tiempo y hay políticos que esto no lo entienden –acota Di Tella.
Pasquino coincide con este punto de vista y consolida su contenido. “Si en una época los políticos podían tratar de aislar sus actividades y ponerlas en posición dominante respecto de la sociedad, cada vez resulta más evidente que la política actual y del mañana se hallará inmersa en la sociedad y que la sociedad querrá y sabrá rodear a la política y penetrar en ella más o menos profundamente cuando sea necesario”.
¿Las elecciones de Capital Federal y Tierra del Fuego arrojan signos positivos en relación con este tema?
–Muchísimos –sostiene Rosendo Fraga y sintetiza:
• Quienes triunfaron, lo hicieron vía campañas cuyo contenido hizo de la propuesta un objetivo, un discurso que se desentendió de llevar la política a nivel de riña.
• De los resultados se infiere definidamente que en distintas partes del país emerge el reclamo de una nueva agenda política que vaya más allá de los resultados que ofrece la macroeconomía. O, en otras palabras, pensar la política en términos ajenos al “más” o “menos” que canta la economía.
–Desde esta perspectiva, las derrotas del oficialismo, si bien no anticipan un resultado para la elección presidencial, sí indican que Kirchner ha perdido la imagen de insensibilidad que parecía tener en el campo político –sentencia Fraga.
–Hubo muchos aportes positivos para la política en estas dos campañas electorales y los triunfos consecuentes –reitera Manuel Mora y Araujo.
Siguiendo las consultas realizadas, ¿qué se rescata de ambos procesos ahora, en lo inmediato, a días de las urnas?
El caso de Fabiana Ríos tiene algo de épico cuando se reflexiona sobre cómo ganó la gobernación de Tierra del Fuego. “Cerré los ojos y me dije ‘Allá vamos’”, comentó el martes a este diario al recordar el momento en que, teniendo como palenque un conjunto de audaces de toda audacia, se largó en procura de un poder que, hasta que no tuvo, consideró un imposible.
Su campaña electoral tuvo dos perfiles asumidos más desde el sentido común que como resultado de sesudas y complejas elaboraciones intelectuales.
–El sentido común es una de las conclusiones más ricas que puede arrojar la racionalidad –sentencia Dick Morris, polémico gurú de la política norteamericana.
• Ausencia de antikirchnerismo. Esta fue una de las constantes de ambas campañas electorales. Macri y Ríos desplegaron su instalación ajenos a las visiones patológicas del pasado y presente político del país. Esto no les impidió, sin embargo, ser críticos –especialmente el primero– con el estilo excluyente con que el presidente ejerce el poder. Ríos, en cambio, dejó que desde el ARI esas definiciones siguieran corriendo de la mano de la líder del partido, Elisa Carrió. Cuentan que, a lo largo de la campaña, Fabiana elevó siempre su mirada al cielo. E imploró que a la vehemente Lilita no se le ocurriese aparecer en Tierra del Fuego a respaldarla. Y que trascartón, vociferara que Kirchner es el desplome de las siete plagas sobre el país. “Un profetismo que atrasa”, reflexiona el historiador Horacio Tarcus. Y acota: “Las siete plagas ya cayeron en los últimos 30 años… López Rega, la dictadura, la hiperinflación, la desocupación, el menemismo, el vacío de De la Rúa...”. Así, cuando en plena campaña Macri y Ríos miraron hacia Kirchner, lo hicieron en términos políticos. El martes, ya en Buenos Aires y con la copa bien ganada, la fueguina debió esforzarse para resistir el embate del peronismo que quiso enfrentarla con Kirchner. “La provincia quiere mucho al presidente, pero también quiere al ARI”, dijo y machacó. Y cuando Magdalena le preguntó desde su duda si era cierto que en Tierra del Fuego el presidente cosecha el 70% de imagen positiva, honesta, Fabiana respondió: “Sí, es así… la gente lo quiere mucho”. Y la respuesta fue por donde la pregunta no quería que llegara. ¿Por qué entonces iba Fabiana a dejarse acunar y arrastrar por vientos de furia anti K a la hora de la campaña electoral?
En fin, Macri y Ríos hicieron política.
No es poco para la política.

CARLOS TORRENGO
 ctorrengo15@yahoo.com 

Vigencia de la centroderecha

En el 2003 no hubo segunda vuelta y Néstor Kirchner accedió a la presidencia de la Nación con un magro porcentaje electoral y con el peronismo dividido. Desde entonces comenzó una construcción política partidaria diferente.
La transversalidad y las concertaciones con partidos no peronistas estaban teñidas, junto con las políticas públicas llevadas a cabo, de la aspiración a reordenar el espectro político argentino bajo divisiones comunes del otro lado del océano. Nos referimos a la aporía entre izquierda y derecha. De ahí que, pretendiendo abanderar la centroizquierda, colocara a los opositores en el otro polo de la pareja, la centroderecha. El resultado electoral de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con Mauricio Macri y su alternativa PRO triunfante, pareciera enmarcarse en este esquema.
Recordemos que el gran filósofo italiano Norberto Bobbio publicó en 1994 una obra que pronto se convirtió en best seller. Cuando el conservadurismo había decretado el “fin de las ideologías” a manos de la técnica, la única capaz de resolver los problemas económicos y sociales, apareció su libro “Derecha e izquierda”. En él revindicó la utilidad de esta distinción pero sobre todo el concepto clave que separaba ambas corrientes: la igualdad. Según qué tipo de igualdad y qué relación mantenían los movimientos y doctrinas con la libertad, concretó una tipología en la cual las dos parejas centrales eran la centroizquierda y la centroderecha. En la última incluía a partidos conservadores que, si bien compartían el método democrático, sostenían sólo la igualdad ante la ley, considerándolos liberales y desigualitarios. La redistribución o la igualdad sustantiva no se contaban entre sus presupuestos.
Dependiendo de cada período histórico, esta aceptación de la desigualdad ha tomado mayor o menor amplitud. En su origen, el conservadurismo aspiraba decididamente a una sociedad jerárquica y desigual, en la que esta última era útil y necesaria y sólo una minoría política y económica, la capacitada para conducirla. El neoconservadurismo de los tiempos neoliberales hizo del principio de libertad sin solidaridad, de la desregulación y la privatización bajo un Estado fuerte pero “mínimo” su credo central.
En la actualidad, con aquellos presupuestos fuertemente cuestionados, la centroderecha y sus candidatos han suavizado ampliamente la tendencia hacia la desigualdad, al menos en sus manifestaciones y propuestas de gobierno. Siguen hablando de la eficacia de la tecnocracia, de la necesidad de gobernabilidad y, en el caso del gobierno de las ciudades, de “vecinos” más que de “ciudadanos”. Su mayor reto, demostrar en la acción que dentro de la centroderecha, que también es diversa y con gradaciones internas, se han separado lo suficiente de aquellas concepciones decididamente desigualitarias. Con la promesa de la eficacia, el orden, la seguridad, la transparencia, la libertad e incluso el avance sobre algo más que la igualdad ante la ley, ascienden electoralmente y reequilibran desde nuevas estructuras parte del mapa político argentino. Se acerca ahora el tiempo de la gestión y de analizar cuánto se ajustan a la etiqueta política aquí expuesta. 

FRANCISCO CAMINO VELA Especial para “Río Negro” Licenciado y magíster en Historia. DEA Programa de Doctorado en Historia e ideologías políticas contemporáneas

 

   

   
 
 
 
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