Una mirada herética al 2001

Marcelo Escolar y Ernesto Calvo fueron los primeros en ofrecer un balance de conjunto sobre las elecciones legislativas del 14 de octubre de 2001.

Publicado en Desarrollo Económico, "Ultimas imágenes antes del naufragio: las elecciones de 2001 en Argentina" se convirtió en el más consultado artículo académico sobre la dinámica electoral que precedió el colapso del gobierno de la Alianza.

Escolar dejaba entonces de lado toda imagen seductora de pensar el 2001 como ruptura y cataclismo. Prefirió instalarse en el lugar más incómodo de continuidad en los cambios del sistema de partidos argentino. A la manera tocquevilliana, interpreta aquella debacle en clave de proceso histórico, donde además cuenta la tensión periferia-metrópolis muchas veces invertida en términos de valores e impulsos asignados a cada uno. Escolar afirma que el régimen democrático argentino logró "salvarse" más por las continuidades conservadoras de la periferia que por las impugnaciones "progresistas" generadas desde las áreas metropolitanas.

"El sistema de partidos entra en crisis muy rápido cuando empiezan a aparecer terceras fuerzas nacionales, no solamente provinciales, y cuando progresivamente estas terceras fuerzas nacionales se van asociando de distintas maneras coalicionales a lo largo de los años '90, llegando la crisis del 2000 en el terreno de una crisis de gobernabilidad distribuida de manera heterogénea. Esa crisis se produce en las áreas metropolitanas con características muy fuertes y es sumamente efímera o prácticamente inexistente en la periferia y en las provincias más rurales. Todo esto está asociado normalmente en un imaginario de un centro republicano y una periferia de tipo caudillesco que en realidad no se sostiene. Porque también, si uno hace la misma metáfora a otra escala, el centro metropolitano podría ser republicano, pero tengo mis serias dudas de que la periferia metropolitana de la ciudad de Buenos Aires sea republicana y no caudillesca. O sea que, en realidad, los principales caudillos, los principales punteros y las principales situaciones de clientelismo no están en aquellas provincias atrasadas como podría pensarse o que se asume normalmente de algunas posiciones republicanas muy afectas a la tribuna de doctrina en este sentido; lo más probable es que éstas se den allende la General Paz y en muchos casos hasta en la misma avenida. En mi opinión, en la Argentina la crisis pudo ser atemperada por la heterogeneidad. Que el sistema político estuviera fragmentado actuó como un resorte, como una contención institucional a la crisis del sistema político. Y cuando entró en crisis se cayó parcialmente, lo cual significó que pudo renovarse de distintos ámbitos y desde distintos factores. Por eso, cuando un gobernador decía 'Yo no sé de qué crisis me están hablando cuando en mi provincia no pasa nada', estaba diciendo la verdad. Fue en aquellos lugares donde el sistema político se había fragmentado menos porque la competencia política era menor y donde el tipo de estabilidad del sistema bipartidista era mayor, o sea, aquellos lugares que nuestro imaginario progresista normalmente refiere como los más conservadores y, valga la redundancia, fueron los que conservaron el sistema democrático. (...)

"Desde esa perspectiva, hay mucho de invención alrededor de la crisis del 2001. La misma está vinculada con la clase media metropolitana y es interpretada como la crisis de la política argentina. Yo dudo de que sea así. No hubo un antes y un después de la crisis del 2001. Lo que hubo fue una continuidad que empezó con el gobierno de Menem".