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Domingo 29 de Abril de 2007
 
 
 
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  LA PENA DE MUERTE
  Inyección nada humanitaria
Un nuevo estudio denuncia que la dosis letal, elaborada sin investigaciones médicas precisas, no garantiza que el reo muera sin sufrir.
 
 

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Los fármacos empleados para ejecutar a presos en Estados Unidos a veces no funcionan como deberían y provocan muertes lentas y dolorosas que probablemente violan las prohibiciones constitucionales a los castigos crueles, destaca una nueva revisión médica a decenas de ejecuciones.
 Incluso cuando se aplica correctamente, la inyección letal compuesta por tres fármacos parece provocar que algunos reos se asfixien cuando están conscientes y no se pueden mover, en vez de provocar un paro cardíaco cuando el reo se encuentra sedado, indicaron los científicos en un informe publicado el lunes por la revista en internet “PLoS Medicine”.
Este método, utilizado en la mayoría de las ejecuciones en Estados Unidos, consiste en la inyección de un somnífero y luego de un producto para paralizar la respiración y otro para detener el corazón.
Una decena de estados han suspendido sus ejecuciones debido al debate generado tras la publicación en el 2005 de otro estudio que mostraba que los condenados no habían sido anestesiados correctamente. Ningún grupo científico ha validado jamás que la inyección letal sea una manera humana de ejecutar a los condenados a muerte, agregan los autores. La ética médica impide a los médicos y a otros profesionales de la salud participar en las ejecuciones.
El estudio, publicado esta semana por la revista y basado en la descripción precisa de 41 ejecuciones en Carolina del Norte (sudeste) y en California (oeste), concluye que las dosis típicas que se utilizan generalmente para todos los reos no toman en cuenta el peso del reo y otros factores claves.
Algunos de los presos son demasiado pequeños y, en algunos casos, el anestésico se consumió demasiado pronto antes de que la ejecución estuviera completa, dijeron los autores. En algunos casos, hay condenados que respiran aún largos minutos tras recibir el producto que debería paralizarlos. En otros, su corazón continúa latiendo hasta nueve minutos después de haber recibido el último veneno, cloruro de potasio, que debería matar instantáneamente.
Además, estos datos confirman que la anestesia no siempre funciona y que el condenado puede estar consciente pero incapaz de mostrarlo cuando el segundo producto lo paraliza y lo asfixia.
“Uno no podría usar este protocolo para matar a un cerdo en la Universidad de Miami” sin que se tuvieran pruebas posteriores de que los fármacos trabajaron como se esperaba, indicó Teresa Zimmers, una bióloga que encabezó el análisis. Para los médicos autores del estudio, éste muestra “un fracaso de la concepción y de la aplicación” de la inyección mortal, que debería por lo tanto ser considerada como uno de los tratamientos “inhumanos” prohibidos por la Constitución estadounidense.
Los editores del sitio hicieron un llamado para la abolición de la pena de muerte, al señalar que “no hay un manera humana para matar por la fuerza a otra persona”.
Subraya que la inyección letal, pese a usar material médico, “está tan cerca de la medicina como el hacha del verdugo lo está de la cirugía”.
(AP/AFP)

 

   
   
 
 
 
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