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Domingo 22 de Abril de 2007
 
 
 
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  El envejecimiento y los zoos
No sólo la demografía padece el drama del envejecimiento: también los animales se jubilan y plantean un dilema para los zoológicos.
 
 

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Con casi 50 años, la vieja dama Rosl ya no tiene la obligación de procrear. La hipopótamo del Jardín Zoológico de la ciudad alemana de Gelsenkirchen abre por eso todos los días con paciencia su bocaza para que la cuidadora, Sabine Hass, pueda depositarle en la lengua la pastilla anticonceptiva del tamaño de un ladrillo. Rosl ya ha sido madre 13 veces y con eso basta, opinan los responsables, que decidieron depararle una vida tranquila, sin sobresaltos y especialmente sin más cachorros, en vista de que los hipopótamos pueden llegar a una edad de hasta 60 años.
Este es sólo uno de los muchos casos de animales “jubilados” que reciben un trato especial en zoos de Alemania, donde al igual que entre los humanos, una mejor atención veterinaria y mejores condiciones hacen que vivan cada vez más tiempo.
El cambio demográfico coloca a los directores de zoos y veterinarios ante nuevos desafíos, según dice el director de la Sociedad Alemana de Medicina Animal, Wolfram Rietschel, ya que deben ocuparse ahora con más intensidad que antes de enfermedades típicas de la vejez, como tumores, el suministro de la comida acorde a la edad de los animales y, sobre todo, adecuar las instalaciones a estos menesteres. Además de la pastilla anticonceptiva, Rosl recibe preparados especiales contra de la artrosis que sufre en sus articulaciones. “Nos ocupamos de que pase mucho tiempo en aguas tibias. Eso le ayuda a aliviar los dolores”, dice la cuidadora.
A pesar de su edad y la presencia de un macho y otras tres hembras, Rosl sigue siendo la jefa del grupo. Contrariamente a Rosl, muchos otros animales viejos son presa de la soledad a causa de la muerte de sus parejas de muchos años y porque nadie se atrevió a unirlos con otras más jóvenes. Este es el caso de la delfín Baby, del zoo de Duisburgo, que ya tiene 31 años, se quedó hace uno sin pareja y tiene que nadar solita. Casi todos los días un cuidador se mete al agua para acompañar a la vieja dama en sus rondas diarias en la alberca.
Más suerte tuvo su vecino Siam, un orangután de 50 años que, a pesar de su demencia mental, puede pasar sus últimos años en compañía de sus muchos hijos, nietos y bisnietos. “Su coordinación ya no es la que era y por eso ya no anda por los árboles como antes”, dice el cuidador Frank Chomik.
Para algunos animales viejos, los zoos han instalado sectores especiales, como en el caso de los leopardos Amur en Dortmund, que fueron llevados a un corral mucho más pequeño del que tenían. Para uno de los animales, que con 27 años es el más viejo de toda Europa y ha superado ya la edad media común de su especie en diez años, ya no hace falta una superficie tan amplia. “Ya se mueve muy poco y no puede alcanzar todas las partes de su cuerpo para el aseo”, afirma el cuidador Hans-Joachim Sill. El otro, siete años menor, todavía puede moverse bien, pero a pesar de todo reciben una dieta especial a base de carne tierna, principalmente de pollo. Pero los animales jubilados no sólo representan trabajo adicional para los zoológicos, sino que también son una gran ayuda para todo el grupo. “Este es el caso de las elefantas llamadas tías, que ya tuvieron más de un crío y pueden enseñar a las más jóvenes cómo funciona todo esto, lo que no puede hacer un cuidador”, subraya Sill.

   
KATRIN PEPPING
DPA
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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