srael Guerrero se sujetó lo mejor que pudo, pero cayó unos segundos después. Sobre el lomo de un toro de mirada furiosa, que respingaba frenéticamente, Guerrero intentó zafarse demasiado pronto y la bestia lo corneó violentamente. “¡Ayyyyyyyyyyeeeee!”, gritó al desplomarse, antes de alejarse cojeando hasta ponerse a buen resguardo mientras un trío de payasos del rodeo distraía al toro.
Sentado en una valla tan cercana al ruedo que el polvo arrojado por el toro se asentaba en las alas de su sombrero tejano de fieltro negro, otro jinete lesionado, Alexander Paralela, frunció el ceño. “Si tienes miedo, lo huele el toro. Así te domina”, señaló.
Cuba es famosa en todo el mundo por sus playas, sus habanos y su ron dulce, pero pocos visitantes llegan a ver el rodeo cubano, donde las vaqueras lazan terneros y saltan obstáculos a lomo de caballos y los vaqueros portan cascos de motocicleta y de fútbol estadounidense adaptados para montar los toros y derribar los bueyes.
La duodécima Feria Internacional de Rancho Boyeros, inaugurada el 24 de marzo cerca del aeropuerto de La Habana, celebra más de un siglo de tradición del rodeo cubano de ganado y reúne a jinetes experimentados de todo el mundo, quienes se dividen en equipos representantes del oriente y el poniente para competir. La festividad se extiende hasta la noche del 1 de abril.
 “Cuba es un país de rodeo”, dijo Abel Gómez, de 60 años, uno de los directores de la feria. “Es un deporte masivo y es importante para los vaqueros y para el público”.
El comienzo del rodeo inaugural se retrasó 90 minutos, por un problema con la iluminación. La multitud dio un aplauso caluroso pero breve a Estados Unidos, mientras que Venezuela, el aliado político y económico de la isla, se llevó la ovación de la noche.
Entre el público, se encontraba el ganadero de la Florida John Parke Wright IV, quien ha estado involucrado en la venta de ganado a Cuba en los años recientes. “Cuba, Florida y Texas tienen una sólida tradición de vaqueros. Cuba fue uno de los productores más ricos de carne en América hace 80 años”, dijo Wright. “Soy optimista de que la amistad entre los vaqueros (de los dos países) puede reavivarse”.
 Más de 2.000 personas llenaron casi por completo el graderío ruinoso de concreto. Al compás de una canción ranchera mexicana, se realizó la contienda de lazar becerros. En un enfrentamiento, un vaquero apodado “Gigante” se midió con otro llamado “Pequeño Gigante”. Ninguno estuvo cerca del tiempo de 4,14 segundos necesario para triunfar. Sólo dos vaqueros derribaron con éxito las reses, y los equipos de dos integrantes tuvieron pocos problemas para lazar los novillos.
 Cuando llegó la hora de montar los toros, Guerrero, nacido en la provincia de Cienfuegos, se sacó en el sorteo el ejemplar más difícil: un astado negro de dimensiones poco habituales en este país, con un peso superior a los 600 kilogramos. La bestia tenía un temperamento tan salvaje que nadie encontró un nombre adecuado para describirlo. “Lo llamamos toro, sólo toro. Porque es tan grande, tan bravo como cualquier toro de Cuba”, dijo Jorge Enríquez, quien se hace cargo de los animales. Guerrero se aferró al ejemplar hasta que cumplió con el tiempo exigido. Pero el toro se vengó cuando el jinete trató de desmontar y Guerrero sufrió una cornada. Gajes del rodeo... cubano.