Discusiones con Siria e Irán, implicación en el proceso de paz israelo-palestino, concesiones en el caso norcoreano: el gobierno estadounidense del presidente George W. Bush, debilitado por la guerra en Irak, ha suavizado sensiblemente su política exterior. La secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, anunció el martes que Estados Unidos participará en una conferencia regional en Irak al lado de Irán y Siria.
Este anuncio se produjo a pocas semanas de un acuerdo multilateral para la desnuclearización de Corea del Norte, obtenido luego de concesiones estadounidenses y, sobre todo, de un encuentro bilateral en Berlín a mediados de enero a nivel de negociadores. Además, Rice recientemente rompió varios años de desinterés por las negociaciones de paz en Medio Oriente, al presidir una reunión tripartita con dirigentes israelíes y palestinos, destinada a desbloquear ese proceso de paz.
Esta evolución responde a las exigencias de la oposición demócrata, que detenta desde hace poco la mayoría en el Congreso estadounidense, pero también de muchos de sus aliados cercanos, como el primer ministro británico, Tony Blair, que pidió a Washington luego de varios meses mayor diálogo con sus adversarios. Pero el gobierno del presidente Bush se esforzó el miércoles en mostrar que la nueva voluntad de diálogo de Washington no representa una vuelta de timón en su política exterior.
"No hay fisuras" en la diplomacia estadounidense, "algunas personas han descrito la participación estadounidense en una reunión regional como un cambio de política, no hay nada de eso", dijo el portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow, al aclarar que el foro sobre Irak será multilateral y no bilateral. Esta conferencia "no será la ocasión de modificar el paisaje diplomático", insistió, precisando que Irán debe renunciar al enriquecimiento de uranio si quiere que Estados Unidos acepte negociar con Teherán sobre su programa nuclear.
Los encuentros multilaterales con Irán y Siria "han sido corrientes en los últimos años", aseguró Snow. Rice participó de igual manera en setiembre, al margen de la Asamblea General de la ONU, en un grupo de trabajo multilateral sobre Irak junto al jefe de la diplomacia iraní, Manuchehr Mottaki. Según el diario "Washington Post", Estados Unidos habría insistido a Irak para que invite al foro a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y a los del G8, para evitar que el país norteamericano se transforme en el centro de atención, junto a Estados como Siria e Irán. Pero para Jon Alterman, del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), ha existido un cambio en la diplomacia estadounidense.
"Esto representa muy claramente un esfuerzo para traer a los iraníes y a los sirios a la discusión de la seguridad regional. El gobierno se había rehusado a hacerlo" hasta ahora, indicó el experto. A su juicio, esta evolución se debe al "cambio de talante" del Congreso estadounidense, donde el Partido Republicano del presidente Bush perdió la mayoría, una opinión compartida por Justin Login, analista de política extranjera del Instituto Cato, que ve en la nueva voluntad de diálogo de Washington "un paso en la dirección correcta", quizá por la influencia del informe del ex secretario de Estado James Baker, divulgado en diciembre. Rice señaló ante el Congreso que ha "escuchado" los pedidos de diálogo con adversarios de EE. UU. Las recomendaciones del informe Baker, que entre otras cosas sugería un diálogo con Siria e Irán sobre Irak y mayor compromiso estadounidense para distender el conflicto israelo-palestino, han sido seguidas "de manera general", aunque no de forma "exacta", agregó Rice.
Desde Norcorea a Irán, la Casa Blanca muestra por estos días una mayor disposición al diálogo, cambio obligado por el pantano de Irak y la presión demócrata.
SYLVIE LANTEAUME
AFP