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Domingo 04 de Febrero de 2007
 
 
 
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  ENTREVISTA: PERLA ZUSMAN
  “A los territorios se los consideró como una colonia dentro del país”
La ocupación territorial a fines del siglo XIX adquiere “similitudes con las prácticas de expansión colonial de los imperios en Africa”, dice la especialista. Una visión que hoy se actualiza con el estereotipo del musulmán o el migrante como “amenaza” tras la Guerra Fría.
 
 

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La campaña al desierto, la conquista y apropiación de los espacios supuestamente vacíos y la posterior administración territoriana formaron parte “de un proyecto colonial” que se desarrolló fronteras adentro del país. Ese proyecto tuvo “muchas similitudes con las prácticas de expansión colonial de los imperios en Africa”, explicó la especialista e investigadora en Geografía Política Perla Zusman. Los relatos posteriores, expuestos por funcionarios nacionales –Estanislao Zeballos, por caso– en los foros internacionales, “eran como entrar en la civilización”, añadió.
Zusman se refirió a “los textos que dan cuenta de la campaña al desierto, escritos por Zeballos, (Manuel) Olascoaga, (Francisco) Moreno”, que luego se presentaron “en las exposiciones internacionales y recibieron premios. Esto es, entonces, una forma de admitir que estamos en el mismo proceso, hay un reconocimiento a la Nación como civilizada”.
La geografía histórica –dijo– es una línea dentro del campo de la geografía, especialmente en el mundo anglosajón. Se comenzó a conformar en los años ’50 en Inglaterra y Estados Unidos, con estudios vinculados con cuestiones ambientales, agrarias, rurales. Estos estudios “sufren críticas en los decenios posteriores, fundamentalmente desde el marxismo”, indicó Zusman, que pretendía que esta corriente sólo trabajaba el paisaje, “los lugares en el pasado y no le importaban los hombres ni la sociedad”.
Entonces, “se incorpora la teoría social y empiezan a trabajarse temas de industria, los procesos productivos industriales del pasado –la segunda revolución industrial–, hasta que en los años noventa se produce una renovación de la geografía histórica, en la línea denominada ‘estudios poscoloniales’, que intenta pensar cuáles fueron las prácticas materiales y las representaciones de los imperios –inglés y francés– en el proceso de apropiación de información de las colonias, particularmente Asia y Africa. España también se incorpora en el primer análisis”. Los principales teóricos en la materia son Edward Said, Homi Bhabha y G. Spivak.
Explicó que los estudios poscoloniales permiten “comprender las dinámicas asociadas a los múltiples agentes involucrados en la constitución de las fronteras, entendidas como lugares híbridos, fluidos y permeables”. La intención es recuperar “los sectores críticos de la época”, de manera de “quebrar las visiones hegemónicas. Estas voces críticas, al igual que algunos otros grupos sociales recientemente rescatados en la historiografía como los bandidos, los pastores, los arrieros y los inmigrantes, también participan en la conformación de las fronteras”.
Zusman, que es docente universitaria e investigadora del Conicet, estuvo en esta capital invitada por el Centro de Estudios Patagónicos que integran Pedro Navarro Floria, María Andrea Nicoletti y Mirta Teobaldo, entre otros estudiosos, para disertar sobre la geografía política y los estudios poscoloniales. “Río Negro” mantuvo un diálogo con ella y con Navarro Floria durante el cual se abordó el escenario neocolonial, específicamente, en Asia y Africa.
–¿Cómo se aplican estos estudios para analizar el colonialismo en la actualidad?
Perla Zusman (P. Z.): –Con respecto, por ejemplo, al choque de civilizaciones, Bhabha plantea cómo, a partir de estereotipos, se construye la imagen del otro. El estereotipo es un intento por fijar al otro de una manera que sea un elemento controlable y que los elementos no controlables no aparezcan, aunque siempre están amenazando. El mundo actual está lleno de esta visión –lo musulmán o el migrante–. Desde el fin de la Guerra Fría se ha conseguido un nuevo enemigo, el árabe. En lugar de un nuevo orden, hay un desorden mundial
–Recién habló de tres imperios: el inglés, el francés y el español. ¿Qué tienen en común?
P. Z.: –El imperio inglés tuvo un sesgo más comercial y fue más exitoso en ese camino y, de hecho, hasta el siglo XVIII España buscó reconfigurar su imperio pues a Inglaterra le había dado más superávit fiscal la red comercial que el dominio territorial.
Pedro Navarro Floria (P. N. F.): –En realidad, son etapas del capitalismo que definen el predominio de uno u otro de los imperios. Mayor desarrollo mercantil, mayor desarrollo industrial. Son más similitudes que diferencias.
P. Z.: –España estaba en competencia con el imperio portugués. En este segundo período, siglo XIX –1850 aproximadamente–, Inglaterra y Francia competían, particularmente en Africa. España quiso entrar en esa escalada y, en estas lecturas poscoloniales, se observa el fracaso implícito en el imperio y la propuesta españoles con una crítica fuerte a la burocracia militar, que no estaba llevando adelante en Africa lo que ya estaba haciendo Francia: la modernización.
–Es que, además de la burocracia, no resolvió el problema del latifundio ni la industrialización...
P. N. F.: –España perdió la carrera a fines del siglo XIX. En el siglo anterior, los españoles habían intentado seguir la carrera con Francia e Inglaterra pero en un punto se dieron cuenta de que no lo lograrían. España perdió la guerra –desde la guerra napoleónica–, las colonias –básicamente, América–, y en el ’98 terminó de cerrarse ese ciclo, con una industrialización tardía y deficitaria. El colonialismo en el siglo XVIII tuvo como eje el capitalismo industrial.
P. Z.: –En ese proceso, que fue también el de formación de los estados nacionales, se reprodujeron prácticas coloniales como la de la expansión imperial en Africa. Por ejemplo, la campaña del desierto tiene muchas similitudes con esas prácticas de expansión colonial, y dar cuenta de eso en los foros internacionales era entrar en la civilización.
P. N. F.: –Seguimos el estándar del mundo.
–¿Y qué consecuencia trajo esa política?
P. Z.: –Por ejemplo, en los territorios nacionales: se los consideró como una colonia dentro del país, formaban parte de esta estrategia.
P. N. F.: –En 1899, Zeballos le dijo al presidente Roca que los territorios nacionales necesitaban una burocracia colonial al modo de los británicos. Quería formar una burocracia gobernante para los territorios siguiendo el modelo de la burocracia británica.
–Bueno, el discurso federalista del Movimiento Popular Neuquino y de otros partidos provinciales siempre aludió críticamente a la política de enclave de las empresas nacionales.
P. N. F.: –Esta caracterización de los territorios como colonias internas –según lo definió Marta Rufini– demuestra el triunfo de Alberdi; es la teoría alberdiana de la república posible.
–¿Cómo es eso?
P. N. F.: –La república verdadera incluye la ciudadanía, la educación y los factores de inclusión social, pero la posible, mucho menos. Es la prosperidad material para un sector solamente, y en esto consiste la república posible: territorios que le proporcionen a la Nación prosperidad material, pero todo lo demás queda postergado. Los habitantes territorianos son ciudadanos de segunda o no lo son, directamente.
–¿Cómo se hereda en la actualidad la estructura de territorio?
P. N. F.: –De alguna manera, con la presencia de las empresas –ahora casi todas privadas–, que sigue totalmente vigente, funcionan como zonas liberadas respecto de los estados.
P. Z.: –Eso tiene que ver con el menemismo.
–Pero esto es aceptado por las dirigencias políticas...
P. Z.: –Las dirigencias provinciales la aceptan porque forma parte de su herencia cultural. Los sectores dirigentes son herederos de los sectores materialmente prósperos, comerciantes, pequeños empresarios, pero no hay una dirigencia política propiamente dicha. Tampoco hay una burguesía.
P. N. F.: –Hay una continuidad entre los antiguos sectores mercantiles proveedores del Estado nacional en los territorios y los que fueron gobernantes después de la provincialización.

LA ELEGIDA

Perla Zusman es doctora en Geografía por la Universidad Autónoma de Barcelona, magíster en Integración de América Latina por la Universidad de San Pablo, investigadora asistente del Conicet en el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional de Buenos Aires y docente de la carrera de Geografía en la Universidad Nacional de Quilmes.
Sus temas de trabajo son la historia de la geografía, las geografías culturales y la geografía histórica, específicamente, los estudios poscoloniales. Es co-autora de “Sociedades y espacios de América”, “La organización del espacio mundial” y “Geografía de la Argentina: la organización territorial”.

Textuales sobre la resistencia colonial

• “Los estudios poscoloniales han perseguido otorgar voz a los sectores subalternos, a los que resistieron o contestaron la dominación colonial. Es en este contexto que Bhabha considera que los espacios coloniales fueron ámbitos de hibridación en la medida en que el contacto del colonizador con el colonizado transformó al primero y llevó a la reconfiguración de las identidades de ambos. Este tipo de análisis apuntó a concebir a la frontera como un espacio híbrido o, también, como espacio intermedio (betweeness)”.
• “Tanto los aspectos materiales como los representacionales (textos, cartográficas e imágenes fotográficas) fueron recuperados para dar cuenta de las formas en que las diferencias de clase, género y etnia fueron instrumentos de dominación”.
• “...las fronteras aparecen como un lugar con una serie de particularidades específicas. La frontera es continente de un conjunto de instituciones, prácticas, sujetos y modos de vida que se dan aquí y no en otro lugar. De esta manera se quiebra su concepción como espacio de transición de la ‘civilización’ a la ‘barbarie’”.
• “...el proceso de definición del territorio argentino significó, por un lado, la negociación de los límites internacionales con los estados vecinos que estaban también determinando su propio territorio de dominación y, por otro lado, la acción simultánea que el Estado argentino llevó a cabo al avanzar en la ocupación de territorios sometidos a otras lógicas de organización política, social, económica y cultural como eran aquellos bajo dominio indígena”.
•“...existían áreas ocupadas por los indígenas, organizadas según lógicas políticas, económicas y culturales diferenciadas de las vigentes en aquellas otras áreas que tenían participación real en el nuevo proyecto político. En realidad, estos territorios ya habían sido apropiados a través de una representación imaginaria: la metáfora del ‘desierto’. Esta metáfora permitió ejercer cierto tipo de dominación antes de emprender su ocupación. Igualmente que en el caso norteamericano, la metáfora del desierto se aplicó a un espacio ajeno a la llamada ‘civilización’ –la tierra del indígena– hostil, pues carecía de los medios para la sobrevivencia a los cuales estaba acostumbrado el habitante del ‘no-desierto’. Pero, esta imagen poseía también otro tipo de connotación: la idea del desierto se presentaba como un estímulo para su conquista y dominación. Así, entre los años 1879 y 1884 el Estado-Nación argentino emprendió una serie de acciones que abarcaron desde el reconocimiento de las áreas de la Pampa, la Patagonia y el Chaco hasta su ocupación militar”.

De “Las caricaturas periodísticas de finales de siglo XIX en la constitución de las fronteras del Estado Nación argentino”, por Perla Zusman y M. Cristina Hevilla.

   

GERARDO BURTON
gburton@rionegro.com.ar

   
 
 
 
Diario Río Negro.
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