El "caso Dalmasso" ha provocado, además, una paradoja: que el Senado de la Nación, institución que ha estado entre las más cuestionadas y desacreditadas del país, aprobara una declaración de rechazo por el modo en que los medios de comunicación abordaron la cobertura del crimen de Río Cuarto.
El pasado 13 de diciembre, el Senado aprobó una declaración expresando "su preocupación y malestar" por la forma en que los medios trataron el crimen de Nora Dalmasso.
La iniciativa había sido presentada por la kirchnerista Vilma Ibarra, quien aspiró a "dar una señal de alerta, demostrar que hay límites. No parece legítimo que para aumentar una tirada o para sumar rating se avasallen derechos y garantías constitucionales".
La acompañaron como firmantes Miguel Pichetto, Pedro Salvatori, José Pampuro, Carlos Reutemann, Rubén Giustiniani, Jorge Capitanich, Rodolfo Terragno, Gerardo Morales, Carlos Menem, Carlos Rossi y Ricardo Gómez Diez, entre otros de diversas bancadas.
En los fundamentos, se expresó: "El derecho a la protección de la intimidad y de la familia está consagrado en nuestra propia Constitución nacional. Hemos visto en los últimos días avasallados sin límites estos derechos a raíz del asesinato de Nora Dalmasso en Río Cuarto. Se ha conocido y especulado sobre todo lo vinculado con la víctima, desde sus inclinaciones o gustos sexuales hasta sus mensajes de texto. El horror del homicidio en sí, un asesinato brutal de una mujer indefensa, parece haberse desdibujado ante la proliferación de detalles vinculados con las cuestiones más íntimas de una persona y a los cuales ninguna ley, ninguna norma nos permite acceder".
"Día a día, por sus actos, sus omisiones, sus gustos o tantas otras opciones propias, a la víctima se la somete a una suerte de muerte civil, de juzgamiento moral, violentando su intimidad, sin derecho a defensa alguna. La revictimización es patente y se hace violentando derechos. Se hace sin que nadie esté llamado a hacerla porque las acciones privadas de las personas no deberíamos conocerlas en tanto no afecten derechos de terceros. No se juzgan ni por los medios de prensa ni por la opinión pública. Pertenecen a la esfera más privada y allí encuentran su límite y protección. Es muy difícil hablar válidamente de la protección de derechos humanos si no encontramos límites éticos al asalto a la intimidad, a la condena, al horror de menores, al escarnio público de una persona asesinada. También este crimen brutal, como otras veces ha pasado, ha sido utilizado por muchos para reinstalar un estándar moral desigual entre varones y mujeres que nuevamente coloca a la mujer en la situación de vulnerabilidad que tantos dolores y tantos horrores causa".
La conclusión fue: "nadie, absolutamente nadie, está llamado a hurgar y conocer esa intimidad, que no sea el juez o el fiscal de la causa, cuya finalidad es lograr que quien o quienes cometieron semejante crimen no queden impunes".