No habían pasado muchos minutos después de las 7:15. Era 25 de abril de 2002 y llevaba casi cuatro meses entrando todos los días a la misma hora a la Casa de Gobierno, con una carpeta en la mano y tratando de adivinar dónde estaría en esa jornada el incendio más grande de un país en llamas.

Sin embargo, esa mañana fue distinta. No alcanzó a entregar el informe de la SIDE y el presidente, Eduardo Duhalde, lo sorprendió: "Se va Remes", le dijo.

Carlos Soria tuvo allí más claro que nunca que en el gabinete eran todos fusibles y el proceso de desgaste que se llevaba a Jorge Remes Lenicov, ministro de Economía, podía afectar a cualquiera. Tal vez por eso se mantuvo callado y no hizo preguntas. Puso al tanto a Duhalde de otras novedades y se fue.

Sin embargo, horas después el tema volvió a salir de la boca del presidente. Soria había regresado a la Casa Rosada por otra gestión y le preguntaron si la SIDE estaba en condiciones de elaborar un perfil sobre cuatro economistas: Carlos Melconian, Guillermo Calvo, Javier González Fraga y Roberto Lavagna. Querían saber cuál de todos tenía mayor aceptación social.

Soria no estaba seguro, pero no quería más 'pálidas' para el mandatario y contestó que creía que sí. Minutos después, afortunadamente para él, la SIDE tenía en marcha la elaboración del análisis, que Duhalde quería en una hora pero se demoró hasta las 21.

Lloviznaba en la quinta de Olivos cuando el presidente leía el informe final, que ubicaba a Lavagna como el preferido para la opinión pública. No sólo por sus antecedentes académicos sino también porque había trabajado para el radicalismo en la época de Alfonsín y porque su perfil industrialista lo asociaba con los ejes de producción y trabajo que Duhalde había promocionado en su campaña a senador.

"Bueno, hay que mandarlo a buscar ya mismo", le dijeron a Soria, que quedó a cargo de la logística para que el itinerario de Lavagna sea Bruselas-París-Ezeiza-Olivos.

Si algo faltaba para sumar tensión a un país que pasaba sus horas sin ministro de Economía, el día siguiente, a las 7 de la mañana, la cara del economista no apareció entre ninguno de los pasajeros que bajaron en el aeropuerto internacional y el helicóptero que había llegado a buscarlo volvió con un silencio que lo decía todo.

Lavagna llegó 12 horas después, caminó apenas 20 minutos junto a Duhalde por los jardines de la residencia, propuso un compás de espera y le pidió a Soria que lo llevara hasta el departamento que tenía en Núñez.

El actual intendente de Roca no se movió de la vereda. Pasó media hora y apareció Lavagna con un traje nuevo.

Segundos después sonó el celular de Duhalde para que Soria le anticipara su sensación de que estaba "todo bien".

El sábado 27 de abril, después de una reunión con todos los gobernadores, salvo Carlos Reutemann y José de la Sota, Lavagna asumió como ministro de Economía. Y el país empezaba el viraje hacia un escenario mucho más calmo que el vivido durante los cuatro meses anteriores.

HUGO ALONSO

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