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Domingo 26 de Noviembre de 2006
 
 
 
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  LA RELACION ARGENTINA - EE.UU.
  Idas y vueltas de un vínculo siempre complejo
El trato con la superpotencia estuvo signado por tensiones y desencuentros desde la Primera Conferencia Americana de 1889 hasta el gobierno de Kirchner. Para algunos expertos, nuestro país sobreestimó a veces su peso internacional. Hoy, Argentina no está en el centro de la agenda de Washington.
 
 

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Cómodo en una de las butacas callejeras de “Nucha”, el diplomático que pronto será embajador mira el gris edificio de la Embajada de los Estados Unidos.
–¿Recuerda el último libro de Archibaldo?... ¿El prólogo?... ¡La síntesis más perfecta que leí en años sobre nuestras contradicciones! –reflexiona y sigue:
–¿Qué esperan los americanos de Argentina?... Sencillo... lea lo de Archibaldo, traspólelo a este presente... ¡Lo que espera Washington en materia de relaciones entre ambos países es que ahora que el nuestro anda mejor, no saquemos “parada”... no nos agrandemos... que no nos sobre “empaque”, como recuerda Archi apelando a Ortega y Gasset... ¡Ese sí que nos desmenuzó bien!...
–¿Pero cómo relacionarse con los Estados Unidos? –pregunta “Río Negro”.
–Admitiendo tres cuestiones básicas. Primero: es un poder bajo problemas, pero de inmenso poder. Segundo: nos pueden hacer sentir que nosotros somos marginales para ellos, pero nosotros no tenemos recursos de poder para devolverles en el misma moneda. Tercero: reconociendo que siempre fue un vínculo con mucho de estrés.
–¿Siempre?
–Estrés o no, la historia de los vínculos entre ambos países está muy jalonada por diferencias desplegadas con desigual voluntad y magnitud. Un espacio abundante en percepciones y realidades concretas que condicionaron cuando no obstruyeron la confianza entre ambos actores
“Es una relación signada por legados históricos”, sentencia el especialista en política exterior, Atilio Borón. “Las dificultades –escribe– vienen por lo menos desde la Primera Conferencia Americana realizada en Washington en 1889, cuando los delegados argentinos Roque Sáenz Peña y Manuel Quintana no ahorraron disgustos y desaires a los anfitriones”.
–Pero, cómo: Sáenz Peña y Quintana eran vértebras esenciales de los sectores hegemónicos que sostenían el proyecto del ’80. ¿Cómo fue posible que no engrampasen con el sólido poder emergente que comenzaba a desplegar Washington?
Aclara Borón: “Es la ‘relación especial’ que por aquellos tiempos vinculaba a Argentina con Gran Bretaña y no el ‘malhumor’ de los representantes argentinos lo que permite comprender las raíces profundas de estos gestos”.
Será recién en la década del ’30 que un argentino intuirá que, como socio privilegiado de Argentina en materia económica, el poder de Gran Bretaña entraba en zonas de turbulencia. Federico Pinedo, economista, dará el alerta. Y hacia finales de esos años de degradación del sistema político, pero de sostenido crecimiento económico, propondrá enfilar rumbo a los Estados Unidos. Reunió ideas y las plasmó en un Plan de Desarrollo Industrial que mudaba el eje societario del país en el campo internacional: Estados Unidos desplazaba a Gran Bretaña.
Pero el proyecto sucumbió. Y a modo de capas geológicas, las diferencias con Washington siguieron estibándose.
A la hora de reflexionar este tema, hace años que el historiador Carlos Escudé está abulonado en un convencimiento: en materia de política exterior, durante más de un siglo, en numerosas ocasiones Argentina tomó decisiones “contraproducentes para nuestros objetivos e intereses, basadas en una percepción exagerada de nuestro propio poder”. Y acota Escudé que esa tendencia se exacerbó en algunas ocasiones “hasta el punto de que sus consecuencias autodestructivas fueran directas e inmediatas”.
Pero el mismo Escudé –ya sea en declaraciones o en sus libros– diferencia entre políticas equivocadas y políticas, a su entender, de alcances suicidas. Entre estas últimas computa las siguientes en relación a los Estados Unidos: la neutralidad argentina durante la Segunda Guerra; la resistencia a comprometerse –ya vencida– en materia de seguridades en el campo nuclear, lo cual puso al país bajo sospecha de buscar la opción de fabricar armas atómicas; armamentismo, amenaza de guerra con Chile y Malvinas.
Pero claro, para llegar a esto ya se había pasado por “Braden o Perón” y la anulación de los contratos petroleros que, forjados por Arturo Frondizi, liquidó otro Arturo: Illia.
Lo concreto es que radicales o peronistas, gobiernos pseudodemocráticos o dictaduras, cada uno en su momento, se irritaron con Washington o viceversa.
El diplomático se saca el saco. Cae la tarde sobre Buenos Aires y el sol se escapa de la vereda de “Nucha”. Palermo luce.
–¡No se imagina cómo apretaron los yanquis a Videla en el ’79!... ¡No, no... nada que ver con la violación de los derechos humanos aquí!... Sino por la negativa de la dictadura a sumarse al embargo cerealero a la URSS que organizó EE.UU. en repudio a la invasión soviética Afganistán... ¡Nos mandaron incluso a un general a presionar... Golpvaster... Y Videla y Martínez de Hoz que “no, no y no” y siguieron vendiéndole trigo a los rusos! –recuerda el diplomático.

de Alfonsín a kirchner

En política exterior, Raúl Alfonsín creyó que tenía poder para marcar diferencias elocuentes con Washington de mil maneras. Pero no tenía ese poder. Voluntarista, su política exterior no sumó en la relación con la Casa Blanca mucho más que emociones en la militancia.
Carlos Menem, en cambio, aceptó reglas de juego. Y terminó con mucho de sobreactuación y contradicciones. Y observado por Washington debido al grado de corrupción que signó a ese proceso.
Y Estados Unidos, como el sol, siempre está.
“Es difícil ignorarlo. Supone el 76% del producto bruto del hemisferio. Es la mayor economía del mundo. Bush no tiene política para Latinoamérica... descuidó la región. Pero a Estados Unidos le conviene que la región sea estable y progrese, hace incluso a su propia seguridad”, sentencia Arturo Valenzuela. Chileno y figura excluyente en el Partido Demócrata en asuntos latinoamericanos.
Luego descarga un mazazo:
–Quienes manejan la política exterior norteamericana se preocupan por la Argentina porque parece que le va bien económicamente, pero se revirtió la consolidación de las instituciones democráticas y no hay una competencia política sana.
Se duda de la capacidad Argentina de aprender de una de sus grandes falencias desde principios del siglo XX: la incapacidad de generar instituciones estables, Estado de derecho, credibilidad institucional...
Escudé, tajante, sostiene que Argentina no es un país de primer rango en el interés de los Estados Unidos.
 “No es importante. No lo es en un sentido positivo, ya que no provee a ese país de ningún producto indispensable que no pueda conseguirse en otra parte. Tampoco lo es en un sentido negativo, ya que no es en modo alguno peligroso, como puede ser el narcotráfico colombiano. Si una guerra civil desastrosa se desencadenara en México, la seguridad norteamericana sería gravemente afectada. Si lo mismo ocurriese en Argentina, la vida cotidiana de los norteamericanos transcurriría inalterable, excepto por el nuevo show que diariamente produciría la CNN”.
¿Y Kirchner como se relaciona con la Casa Blanca?
Juan Gabriel Tokatlian es director de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés. Escribe:
“Hay estados que comienzan a determinar sus opciones estratégicas hacia Estados Unidos. Su argumento central es que los principales actores internacionales están desarrollando estrategias que combinan resistencia y colaboración en cuanto a Washington. Ni el plegamiento irrestricto ni la confrontación extravagante parecen ser hoy las alternativas que ponen en marcha los países grandes e intermedios. Una prolija y sofisticada amalgama de prácticas resistentes y conciliadoras apunta a contener suavemente el poder estadounidense, deslegitimar sus manifestaciones menos deseables y comprometer a Washington en soluciones más concertadas a problemas de naturaleza global”.
El diplomático lee el escrito de Tokatlian. Coincide.
–Pero ¿y Kirchner cómo se relaciona con Washington?
–Método clásico... una cultura de ciertos populismos: grita pero arregla, siempre arreglan ciertos populismos –dice el diplomático y le deja a “Río Negro” la cuenta de “Nucha”.

 

   
CARLOS TORRENGO
 debates@rionegro.com.ar
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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