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Domingo 29 de Octubre de 2006
 
 
 
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  MIGRACION EN EE.UU.
  Riesgoso salto al Primer Mundo
Miles de hispanos viven una aventura periódica en el desierto para trabajar en EE.UU., país que los necesita pero luego les pone duras barreras.
 
 

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Uno, dos y tres”, cuenta con la respiración entrecortada Euclives, antes de echar a correr desde la miseria de Agua Prieta, al norte de México, hasta la próspera Douglas, sur de Estados Unidos, y así dar el salto entre dos mundos cuando el hambre y el dinero es un asunto de fe.
 “A veces cuando me atrevo porque no hay nada en la casa, me da miedo, pero qué se le va a hacer, al menos por aquí no disparan, sólo deportan”, cuenta  poco después de haber cruzado de México este campesino de 35 años, que vive en Agua Prieta, una localidad de Sonora que está a pasos de Douglas, un pueblito en el sureste de Arizona.
Euclives no quiere abandonar para siempre su casa, por ello cruza la frontera sólo cuando la necesidad apremia, como lo hicieron todos sus antepasados, que entraban y salían de Estados Unidos sin echar a correr a ningún lado para trabajar en las cosechas y luego llevar el dinero a sus hogares mexicanos. “Pero ahora todo está lleno de armas y militares y la cosa está más difícil, por eso es que muchos se quedan allá (EE.UU.) sin los papeles”, afirma.
En cambio Adrián González, tiene “la visa de turista”, y a sus 26 años tiene la suerte de cruzar todos los días por el control fronterizo para trabajar con una iglesia presbiteriana local que desarrolla proyectos para aquellos inmigrantes que no quieren abandonar su tierra ni arriesgar la vida en el desierto.
Douglas y Agua Prieta están a 200 km al sureste de Tucson (y 400 km de Phoenix) y la estación de la Patrulla Fronteriza de allí es la más grande de toda la frontera estadounidense, con 500 miembros. En medio de un paisaje terracota, con extensiones infinitas de valles arenosos y cañones majestuosos, se erigen los dos pueblos: el estadounidense con 14.500 personas y el mexicano con más de 62.000.
Como cruel paradoja, Douglas es catalogado como uno de los 100 mejores lugares para vivir en Estados Unidos y el lema de sus autoridades es: “Venga por un día, quédese para siempre”.
Pero ha sido en Agua Prieta donde “en los últimos años han llegado personas de todas partes de México o Centroamérica a quedarse hasta cruzar”, cuenta Adrián, quien trabaja en el lado estadounidense como vendedor de “Just Coffee” (“Café Justo”), una micro empresa que impulsó la ong Frontera de Cristo con caficultores de Chiapas. Adrián intenta abrir más mercados para este café que produce una cooperativa de 35 familias en Chiapas, lo tuestan y empacan siete chiapanecos que se quedaron en Agua Prieta, contentos de no tener que abandonar su país e igual poder enviar dinero a sus familias.
Vicky de Cifuentes, esposa de uno de los chiapanecos que trabaja del lado mexicano en “Just Coffee”, viene de Chiapas hasta Agua Prieta viajando cuatro días en autobús. Luego, al igual que otras personas, contacta a un “coyote” hasta cruzar esta frontera vallada y patrullada unos 40 km al oeste y 40 km al este de Douglas. “Cerquita están los Minutemen, los caza inmigrantes que no nos quieren sin papeles pero sí para sacarles las frutas”, lanza Isabela, cajera de almacén indocumentada que ha entrado tres veces a pie, sin “ni un solito problema con la policía”.
Muchos sobreviven descubriendo,  como un oasis en el desierto, tambos de agua clandestinos que llenan en el verano los buenos samaritanos de Agua Prieta y Douglas o las frazadas que dejan para el invierno quienes solidarizan con el dolor de poner un pie sin visa en el Primer Mundo.

 

   
PAULA BUSTAMANTE
AFP
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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