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Domingo 22 de Octubre de 2006
 
 
 
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  NECROFILIA EN ARGENTINA
  Cuando los muertos hacen política
Para el escritor Tomás Eloy Martínez, manipular cuerpos con fines políticos es una “enfermedad típicamente argentina”, como el dulce de leche o la birome. El filósofo Miguel Wiñazki dice que es universal, pero aquí tiene un “apellido”: ambulatoria.
 
 

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La necrofilia se ha transformado en un perverso y recurrente ejercicio de la historia argentina, en el cual resultan hitos emblemáticos el robo de las manos del cadáver del tres veces presidente Juan Perón y la desaparición por 15 años del cuerpo de su ex esposa Evita.
El tumultuoso (y casi trágico) traslado de los restos de Perón desde el cementerio público de la Chacarita, en la capital, a la quinta de San Vicente en el Gran Buenos Aires no es sino uno más de los muchos casos en que se ha manipulado el cuerpo de un prócer o líder con fines políticos en la historia argentina.
Un sindicalista detenido por efectuar disparos y un sinfín de acusaciones cruzadas dentro del peronismo, por la responsabilidad de que un acto simbólico de homenaje al fundador del movimiento se transformara en un papelón de dimensiones internacionales, fue lo que quedó del acto del 17 de octubre. Para la mayoría de los analistas políticos, la mudanza de los restos buscaba dirimir espacios de poder tanto dentro de la CGT como en el Partido Justicialista.
Para el escritor y periodista Tomás Eloy Martínez, entrevistado por Perfil antes de los incidentes, “nunca nada en la Argentina es residencia definitiva de los muertos”. Eloy Martínez, autor de la novela histórica “Santa Evita”, que relata el increíble periplo del cuerpo de Eva Perón durante 15 años, definió el traslado de los restos de Perón como “una especie de minué funerario que pensé que ya se había terminado”, y remató: “No conozco casos similares en otros lugares del mundo. La necrofilia es una enfermedad típicamente argentina, como el dulce de leche, la birome o las huellas digitales”.
“Pareciera –citó la agencia AFP, recordando un comentario de Eloy Martínez cuando presentó ‘Santa Evita’– que en Argentina hubiera como una especie de instinto fatal de destrucción, de devoración de las propias entrañas. Una veneración de la muerte.Y la veneración de ese residuo es una especie de ancla” al pasado, “y por eso los argentinos somos incapaces de construirnos un futuro, puesto que estamos anclados en un cuerpo”.
El filósofo Miguel Wiñazki agrega, en uno de sus libros, que si bien el culto a los muertos es universal, sólo en Argentina “los muertos circulan. Es la necrofilia ambulatoria”.
Entre los casos de traslado o repatriación de cuerpos más recientes se cuentan, durante la presidencia de Carlos Menem: Juan Manuel de Rosas a Buenos Aires y Juan Bautista Alberdi a Tucumán, durante la gobernación de Palito Ortega. También se habló de trasladar la tumba de Vicente López y Planes a Vicente López, de Sarmiento a San Juan, entre otros que finalmente no se concretaron.
 Retrocediendo en la historia, Víctor O. García Costa recordó en el sitio Argenpress, dirigido por Emilio J. Corbiére, otros casos anteriores de necrofilia:
• Juan Genaro Berón de Astrada, “el que después de muerto el 31 de marzo de 1839 en la batalla de Pago Largo, recibió 18 lanzazos, se le cortó una oreja y se le sacó una lonja de cuero de su espalda con la que se confeccionó una manea que se regaló a Juan Manuel de Rosas”.
• “Francisco ‘Pancho’ Ramírez, vencido en la batalla de Río Seco el 10 de julio de 1821, a quien se cortó la cabeza que se exhibía como trofeo sobre el escritorio de Estanislao López después de haber sido expuesta en el Cabildo”.
• Marco Avellaneda, detenido y muerto en Metán el 3 de octubre de 1841, a quien también se cortó la cabeza, “la que fue colocada en una pica en la plaza de Tucumán, de donde fue rescatada. Se trozó su cuerpo, pero antes se sacó una lonja de su espalda para hacer otra manea”, relata García Costa.
• La cabeza de Avelino Viamonte, “hijo del general Juan José Viamonte fue cortada y paseada por las calles al grito de ‘sandía calada’”.
• Los restos de Juan Manuel de Rosas estuvieron, hasta el gobierno de Menem, condenados por años a la expatriación por la sentencia poética de José Mármol: “Ni el polvo de tus huesos la América tendrá’’, recordó García Costa.
• Los restos del general José de San Martín fueron depositados después de agudas resistencias en suelo extracatedralicio, abandonado su cuidado por la Curia en 1884. El cajón está colocado inclinado cabeza abajo por su adhesión masónica.
• Cuando se trasladaron los restos de Manuel Belgrano, “los ministros Pablo Richieri y Joaquín V. González se llevaron, cada uno, un diente del prócer que, ante el escándalo provocado, devolvieron aduciendo que los querían mostrar al general Julio Argentino Roca”, señala.
En el caso de Juan y Eva Perón, pareciera que ninguno de sus cuerpos pudiera descansar en paz: el viernes 13, la tapa del féretro del ex mandatario fue liberada de las doce llaves que lo protegían para extraerle al cadáver muestras de tejido de hombro y fémur por un juicio de paternidad. Posteriormente, los restos enfundados en el uniforme militar fueron trasladados a otro ataúd, con el cual fue llevado a San Vicente en medio de los incidentes mencionados.
El cadáver de Perón ya había sido objeto el 1 de julio de 1987 de un hecho escabroso, cuando desconocidos profanaron su tumba, cercenaron sus manos y se las robaron. Lo que sucedió esa noche sigue siendo un enigma.
 Sin embargo, las vicisitudes del líder no guardan relación con el largo y macabro derrotero del cadáver embalsamado de su esposa Evita, fallecida de cáncer en 1952, con sólo 33 años. Los restos de la ‘Abanderada de los Humildes’ resultaban incómodos para los militares que derrocaron a Perón en 1955 y pensaron que hacerlos desaparecer iba a evitar el peregrinaje y la resistencia de sus seguidores. Así fue que secuestraron el cuerpo, lo sacaron del país en secreto y lo sepultaron en un cementerio en Roma con un nombre falso y bajo la custodia del Vaticano. El 29 de mayo de 1970, durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía, Montoneros se dio a conocer con el secuestro y asesinato del general Pedro Eugenio Aramburu . “El cuerpo de Aramburu sólo será devuelto luego de que sean restituidos los restos de Evita”, sostuvo Montoneros. El 17 de noviembre de 1974, menos de dos horas antes de que llegara el avión con los restos de Eva desde Europa, el ataúd con el cuerpo de Aramburu fue hallado dentro de una camioneta abandonada en la capital.

 

   
REDACCION CENTRAL
Agencias AFP/Argenpress/Perfil
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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