| | Despotrica contra el presidente ruso, Vladimir Putin, frente a las cámaras, medita detrás del escenario con la estrella del pop Madonna y llena las salas más grandes en la feria del libro en Praga: el ex presidente checo Vaclav Havel continúa ocupando un importante espacio público, a pesar de haberse retirado hace más de tres años de la escena política.
Al igual que el polaco Lecha Walesa y el húngaro Arpad Goenz, Havel, quien el 5 de octubre cumplió 70 años, es considerado una figura simbólica de la transición en Europa Oriental en 1989.
Sin embargo, el propio Havel se resiste a esa imagen. “Yo fui un soñador y al mismo tiempo más realista que la mayoría de los ciudadanos”, dijo en alguna oportunidad.
El pasado mayo, el checo celebró su exitoso regreso como escritor después de 15 años.
Su libro “Prosim strucne” alcanzó en sólo tres semanas la cima del ranking en la República Checa.
Las 250 páginas incluyen reseñas de su vida, reflexiones sobre su época como como jefe de Estado (1989-2003) y una extensa entrevista.
Desde 1991, Havel sólo había editado libros con sus alocuciones presidenciales.
“La escritura es una labor solitaria y es paradójico que justo yo me dedique a ella”, le escribió en 1981 a su mujer Olga desde la cárcel. Por su crítica al régimen socialista, Havel fue detenido en reitiradas ocasiones.
Ya desde muy temprano, el escritor, nacido en Praga en 1936, debió afrontar el poder estatal.
Debido a su “origen burgués”, el régimen comunista de la extinta Checoslovaquia le impidió estudiar y a cambio tuvo que realizar otros trabajos.
Sin embargo, no se fue al exilio y, ya como escritor consagrado, fue uno de los fundadores del movimiento democrático a favor de los derechos humanos “Carta 77” y se convirtió en la figura símbolo de la conciencia política de la nación.
En 1989 Havel fue uno de los artífices de la “Revolución de Terciopelo”, en la que se derrocó de forma pacífica al gobierno comunista en noviembre del mismo año.
Desde fines de 1989 estuvo a la cabeza del Estado, con excepción de unos seis meses antes de la división de Checoslovaquia en dos repúblicas independientes.
Havel consumó el cambio de disidente a jefe de Estado contra su voluntad y con dudas. En 1990 había anunciado los lineamientos centrales de su política: a nivel interno su objetivo era la formación de una sociedad ciudadana responsable, en política exterior sacar al país del “vacío de poder” centroeuropeo. Si bien no pudo evitar la división del país en 1993 y la aceptó como derrota personal, con respecto a la política exterior tuvo éxito.
Havel desconcertó a muchos, que lo veían como “al buen hombre de Praga”, al apoyar a la OTAN en el ataque a Serbia en 1999 y a Estados Unidos en su incursión bélica en Irak en 2003.
El consagrado escritor argumentaba que, a pesar de ese apoyo, era posible proclamarse pacifista.
“Ante los dictadores uno no puede mantenerse simplemente pasivo”, afirmó.
Como presidente, Havel impulsó las negociaciones para que República Checa fuera aceptada en la Unión Europea (UE) y en la OTAN, donde fue admitida en marzo de 1999.
Opinaba que es necesaria “una responsabilidad europea para el mundo en su totalidad”.
El papel de Havel a nivel interno se vio muy fortalecido tras las elecciones parlamentarias de 1996, cuando la coalición conservadora del primer ministro Vaclav Klaus tuvo que formar un gobierno de minoría y luego renunciar, en 1997, debido a un escándalo de donaciones partidarias.
También su vida privado tuvo altibajos.
Cuando estuvo en prisión en 1983, Havel enfermó gravemente y no fue liberado hasta después de protestas internacionales.
En la cárcel surgieron las movilizadoras “Cartas a Olga”, su primera esposa, que murió en enero de 1996 víctima de cáncer.
A fines de ese año él también enfermó de cáncer y abandonó, visiblemente debilitado, después de varias semanas el hospital, tras serle extirpado un tumor en el pulmón derecho. Desde entonces, sufre problemas respiratorios crónicos, que alivia con frecuentes viajes al Mediterráneo.
Su casamiento poco después con la actriz de teatro, cine y televisión Dagmar Veskrnova, 16 años menor que él, sorprendió a muchos.
Al margen de una discusión, Havel explicó que necesitaba a alguien “contra la muerte”, a la que se enfrentó “dos veces en 1996”. Su cumpleaños el jueves lo celebró con Veskrnova y otros amigos. Además fue recibido por el presidente Klaus, su rival político desde hace muchos años. |
WOLFGANG JUNG
