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Domingo 01 de Octubre de 2006
 
 
 
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  ENTREVISTA: LEON ROZITCHNER
  “La crisis de la universidad argentina es la más miserable de su historia”
Con sus 83 años a cuestas, este pensador de izquierda mantiene intacta su inmensa capacidad de debatir ideas y poner la palabra justa en temas de singular dureza como la Guerra de Malvinas, la universidad pública y los intelectuales y su responsabilidad a lo largo de la historia.
 
 

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Una vez comentó que al llegar a París para estudiar en la Universidad de la Sorbona le impactó la frase del poeta francés Paul Valéry: “Es necesario ser arbitrario para hacer algo”.
–Descubrí que si uno quiere estar de acuerdo con todo el mundo no hace nada. La arbitrariedad o el hecho de aparecer o parecer arbitrario no tiene que detenernos en nuestros pensamientos o acciones. La frase de Valéry me llegó porque corroboraba o justificaba algunos pensamientos que tenía por aquellos años.
–¿Cuáles eran sus interrogantes en esa época?
–Llegué a París siendo un adolescente. En aquel tiempo, post Segunda Guerra Mundial, la intelectualidad europea y más precisamente la francesa estaba abriendo un espacio de reflexión diferente, único. De alguna manera, sin saberlo ni sospecharlo, estaba participando de eso tan distinto que vivía (y vivimos actualmente) en la Argentina que es olvidarnos y distanciarnos de nuestra propia historia.
–Siglo cruel el XX.
–El siglo XX fue el de mayor exterminio de la historia. Resulta paradójico que en el tiempo de mayor despliegue del sistema productivo y cultural apareció lo más monstruoso...
–¿Lo más monstruoso de los hombres o de las sociedades?
–La historia no se construye fuera de los hombres. Sin duda, tenemos algo que ver con ella. El hombre es núcleo en su subjetividad y es núcleo de verdad histórica. Volver a recuperar ese lugar despreciado de lo subjetivo para privilegiar el carácter objetivo por el cual se presenta desde la ciencia y desde la política el sentido de la vida humana. El descubrimiento de ese lugar de recuperación se estaba produciendo en Europa. Por algo los filósofos más importantes de ese tiempo, Jean Paul Sastre, Merleau-Ponty, Bachelard, Husser, entre otros, planteaban el problema de la subjetividad. Todo esto me permitió reflexionar desde mi lugar de judío porque siempre los judíos nos estamos preguntando: ¿qué somos en el mundo que vivimos?, ¿por qué esta carga de aniquilamiento y destrucción que nos ha marcado por siempre? En un lapso de veintipico de años hubo una tremenda masacre y exterminio. Evidentemente eran cuestiones insuperables e inabarcables para el pensamiento.
–Freud consolidó, de algún modo, algunos abordajes en relación a su concepción marxista.
–Freud me permitió comprender la relación de esos dos extremos disociados que representan lo subjetivo y lo social. En Marx lo social resulta ser lo predominante, por lo tanto lo subjetivo ocupa un lugar secundario. Para Freud no hay sujeto sin historia, por ende, no hay historia sin sujeto. Para Freud existía una imbricación en el esquematismo elemental de lo subjetivo referido a las coordenadas más amplias del mundo y de la cultura, y al mismo tiempo de la religión y de los mitos religiosos. Esa clave es la que percibí o adquirí en mi formación en Europa.
–En su libro “Perón: entre la sangre y el tiempo” intentó desentrañar los mecanismos del movimiento peronista, encubriendo un modelo de guerra, para dominar a las clases populares.
–Perón es una de las figuras del terror en la Argentina. La guerra es un elemento de la política. En la guerra hay dos extremos. Cuando el pueblo acepta la sumisión que se le impone hay política sin guerra. Cuando aparece la resistencia se instala la política con guerra. Es decir, la política se hace guerra formando parte de ella. En la época en que el mundo estaba saliendo de la guerra mundial, temiendo que el comunismo haya sido el vencedor, Perón eligió hacer una política benevolente, que contuviera a la gente para poder luchar contra el comunismo.
–¿Pero no le parece que opera en un espacio que la dialéctica misma de la historia decía que estaba libre, abierto para la política?
–Fue necesario que Perón abriera ese espacio para que fuera aceptado. Evita mostraba a Perón como objetivo final de toda política posible.
–¿Qué era Eva n ese trámite?
–La mediadora entre el pueblo y Perón.
–¿Qué opina de la constante reivindicación que de los años ’70 y de los derechos humanos hace el presidente Kirchner?
–En primer lugar deberíamos saber de qué ’70 habla Kirchner: ¿de sus ’70 como peronista o de los ’70 que hemos vivido los que no fuimos peronistas? Porque de los años 70 se puede hablar desde distintos lugares. No sé si Kirchner apoyó la guerrilla...
–Pareciera que no...
–Pareciera que no, pero formó parte de esa juventud inducida por Perón como si fuera el brazo armado del peronismo para después dejarlos en banda y caer por la derecha. Me parece importante la defensa de los derechos humanos que hace el presidente Kirchner. Tuvo el coraje de hacerlo pero también le dio una plataforma de poder político en aquellos que no lo apoyaban y mucho menos apoyaban al peronismo.
–Hace cuatro años fue candidato a rector de la Universidad de Buenos Aires...
–Así fue...
–Y con el apoyo de un gran grupo de intelectuales que, entre otras cosas, buscaban “democratizarla” y revalorizar la trayectoria de los profesores en la participación de la conducción universitaria.
–Pero los estudiantes y los grupos de izquierda prefirieron mirar para otro lado cuando ese grupo de intelectuales estaba representando todas las alternativas en el campo del conocimiento, científico y universitario.
–¿Conclusión?
–Los estudiantes y los grupos de izquierda hacen política para afuera y no para adentro, respecto de la universidad, cuando es el campo universitario el lugar en el cual a ellos les correspondería actuar. La crisis por la que hoy atraviesa la universidad es la más rotunda, miserable y repugnante de toda su historia.
–¿Qué rol le acredita a la universidad?
–En principio y por definición la universidad es el espacio donde se elabora el pensamiento que corresponde a la relación que tiene la universidad como institución con el país. Pero no pasa nada de todo esto... Está claro que ni en el caso de la Facultad de Economía salió una crítica acerca de las consecuencias para el país del proyecto neoliberal comandado por ex presidente Carlos Menem. Mucho menos en Medicina respecto a la aplicación capitalista de la salud que ha convertido a los médicos en empleados de las prepagas. Otro caso muy elocuente de todo esto es la Facultad de Derecho, que en ningún momento analizó el rol miserable que cumplió la Corte Suprema de Justicia.

EL ELEGIDO

León Rozitchner nació en setiembre de 1924 en Chivilcoy. En 1952 se graduó en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de París (Sorbona) con una tesis titulada “La significación ética de la afectividad en la filosofía de Max Scheller”. Estudió con maestros como Maurice Merleau-Ponty y Claude Lévi Strauss. En los años 60, junto con David e Ismael Viñas, Noé Jitrik y Oscar Massota participó de la mítica revista “Contorno” que aportó una renovación a la crítica cultural de los años 60. Tras el golpe militar de 1976 se exilió en Venezuela. Luego retornó a la Argentina, donde recibió en el 2004 el Premio Konex en “Ensayo Filosófico”.
Es autor de los libros “Persona y Comunidad” (1962), “Moral burguesa y Revolución” (1969), “Ser judío” (1968), en el que plantea el compromiso con la causa de los perseguidos, de los reprimidos, de los oprimidos, de los débiles, como consecuencia del ser judío, “Freud y los límites del individualismo burgués” (1972), “Perón, entre la sangre y el tiempo” (1985), “Freud y el problema del poder” (1987), “Las cosas y la cruz: cristianismo” -en torno a las Confesiones de San Agustín- (1997), “El terror y la gracia” (2003). Durante su exilio en Caracas y con motivo de la guerra de Malvinas, Rozitchner escribió “Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia”, reeditado este año. Actualmente ejerce como profesor titular en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

Malvinas y los intelectuales

Producida la recuperación de Malvinas, más de veinte intelectuales exiliados en México, avalaban la acción sin por eso repudiar a la dictadura y exigir el inmediato retiro de las fuerzas colonialistas inglesas.
 “Reivindicar en la actual situación la indiscutible soberanía argentina sobre las Malvinas no implica, como lo quieren algunos y en primer lugar el propio gobierno, echar un manto de olvido sobre su política desde 1976 hasta el presente”, señalaba el comunicado firmado por estos pensadores reunidos en el Grupo de Discusión Socialista, integrado por José Arico, José Nun (actual secretario de Cultura de la Presidencia de la Nación), Néstor García Canclini, Emilio de Ipola, entre otros.
Sorprendido e irritado porque “aquellos teóricos inmersos en un campo cultural de tanta compenetración y profundidad, decidieran participar de algún modo en esta guerra que uno veía como un acto de desesperación de los militares”, León Rozitchner escribió un texto en respuesta al documento emitido por éstos, con la esperanza de generar un espacio de polémica y reflexión.
Aquel texto se convirtió en un libro titulado “Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia”, que no despertó ningún comentario en los medios periodísticos ni siquiera la reacción de aquellos intelectuales, aunque el libro se haya agotado.
Veinticuatro años después de ese silencio, la editorial Losada decidió reeditar el libro de Rozitchner, que no deja de destacar que el único intelectual del grupo que reconoció el error fue Emilio de Ipola para quien esa declaración resultó “lamentable y una metida de pata tremenda”.
“El resto de ese grupo de intelectuales calló y nunca dijo nada”, advierte el filósofo.
“Las Malvinas es, entre muchos otros, uno de los eslabones que atenacea el secreto político de una cadena férrea de ocultamientos y engaños que ciñe el cuerpo despedazado y tumefacto a que ha quedado reducido eso que llamamos Patria”, reflexiona Rozitchner en el nuevo prólogo a “Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia”.
“Cuando no habían pasado ni diez años siquiera desde esa guerra que prolongó el horror del genocidio en el envío de cientos de adolescentes a la muerte, con el aplauso de la población entera que los alentaba, esa misma población en su mayoría entró luego en el jolgorio de ‘un peso-un dólar’, y festejó alborozada la entrega de los bienes nacionales, como si el botín de esa guerra perdida –el aniquilamiento de personas y de bienes– aún no hubiera sido suficientemente saldado”, se puede leer en el final del prólogo.
 Para Rozitchner, Malvinas continúa siendo un tema negado por intelectuales, medios de comunicación y políticos tanto de izquierda como de derecha.
“Ese silencio es todo un símbolo del campo intelectual argentino... ¿Dónde carajo está el campo intelectual mantenido y subvencionado por la población?”.

   
PABLO MONTANARO
Especial para “Río Negro”
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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