| Cuando faltan pocas semanas para el inicio de las negociaciones entre el gobierno español y ETA –se especula que la primera reunión tendrá lugar antes de mediados de octubre–, el País Vasco está viviendo un recrudecimiento de la “kale borroka” (lucha callejera) protagonizada por jóvenes simpatizantes del grupo armado vasco. En lo que ha sido denominado terrorismo callejero, estos radicales, también conocidos como los “cachorros de ETA”, siembran el miedo entre los ciudadanos atacando autobuses con cócteles molotov o quemando cajeros automáticos de sucursales bancarias. El sabotaje más reciente se produjo en la noche del martes, cuando tres encapuchados causaron un incendio en una estación de trenes de la localidad vasca de Rentería. Estos ataques están poniendo en peligro el incipiente proceso de paz abierto desde que ETA declarara un “alto el fuego permanente” el pasado 22 de marzo y el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunciara el 29 de junio su intención de entablar negociaciones con la organización. El rebrote de la “kale borroka” se produjo, precisamente, a partir de un amenazante comunicado de ETA a mediados de agosto. Ante la falta de avances, el grupo armado acusó al Ejecutivo en aquella misiva de “desvirtuar el proceso y vaciarlo de contenido”, además de advertir sobre la “reversibilidad” del mismo. Al parecer, ETA no acepta que el gobierno se centre en primera línea en conseguir el fin del terrorismo y considera que el Ejecutivo está aplazando la creación de una mesa de negociación de los partidos vascos que incluya a Batasuna (Unidad), la formación ilegalizada que es considerada como el brazo político del grupo armado. La violencia callejera, sostienen expertos policiales, lo que busca es condicionar el proceso de paz y presionar al gobierno. Y éste se enfrenta a las críticas del opositor Partido Popular (PP), que acusa al Ejecutivo de minimizar los actos de “kale borroka” y ceder así al chantaje de los violentos. A la vista de la situación, el líder del gobernante Partido Nacionalista Vasco (PNV), Josu Jon Imaz, dejó claro que su formación condiciona la puesta en práctica de la mesa de partidos al fin de los sabotajes. “Nadie negocia en esta vida con una pistola en la cabeza. Eso no es negociar”, subrayó. |