| Se venden en una casa de antigüedades en la nostálgica estación del Tren de la Costa en el clásico San Isidro. Son caricaturas hechas por el argentino “Sócrates”. Los turistas extranjeros bajan del tren y, antes de remontar la cuesta hacia la catedral, las detectan. Reconocen más a Jorge Luis Borges que a Julio Cortázar. Diferencia de 10 a 1 en favor del primero. Luego, inexorablemente, latinoamericanos y europeos preguntan si no hay caricaturas de Evita. En San Isidro, Evita suena primero a espanto. Luego se acopla el desprecio. Manda la herencia ideológica forjada en el antiperonismo a modo de capas geológicas. Una brasileña entrada en años y carnes se atreve a más: –¿No tienen caricaturas de Mafalda... mis nietos la adoran? |