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Domingo 17 de Septiembre de 2006
 
 
 
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  ENTREVISTA: Agustín Romero
  “Es un gran error no participar de la fuerza de paz en el Líbano”
Asegura que en el conflicto entre Israel y Hizbollah en el sur libanés “no hubo claros ganadores”, aunque el grupo ganó peso internacional. Dice que, ahora, “Israel limita con Irán”. Critica con dureza las misiones de ONU, pero cree que es la única opción viable de la comunidad mundial.
 
 

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El conflicto entre Israel y Hizbollah en el sur libanés es seguido muy de cerca en Argentina. No sólo por la fuerte presencia de las comunidades judías y sirio-libanesas en el país, sino también por el posible rol que pudiera jugar el país en el proceso de pacificación que comienza en estos días, con el despliegue de tropas de paz de la ONU en el sur libanés. En principio Argentina y en general los países de América Latina no enviarán fuerzas a la zona de conflicto. Este fue uno de los ejes de un reciente debate que se realizó a fines de agosto en Buenos Aires, con expertos argentinos en política internacional, organizado por el CEMOI, Centro de Estudios del Medio Oriente y Países Islámicos (CP-UBA), y la Dirección de la Carrera de Ciencia Política (UBA).
Allí, el experto en relaciones internacionales Agustín Romero fue uno de los que defendió la necesidad de una presencia argentina en la zona de conflicto, cuestionando la política oficial de no implicarse directamente en el tema.
Aunque es muy crítico sobre el armado y objetivos que tiene actualmente la Fuerza Interina de la ONU en Líbano (Finul o UNIFIL, por sus siglas en inglés), cree que por ahora “es la única herramienta que tiene” la comunidad internacional o de lo contrario “ no puede quejarse si EE. UU. vuelve a ser el gendarme” de la región.
–¿Cómo evalúa el más reciente conflicto suscitado entre Israel y Hizbollah en el sur del Líbano?
–Creo que no hubo claros ganadores en esta guerra. Ambos se atribuyen la victoria, pero ni Israel ni Hizbollah alcanzaron sus objetivos. Israel no pudo liberar a sus soldados secuestrados ni desarticular a esta organización terrorista e impedir que lance misiles a su territorio. Por el lado de Hizbollah, que se había planteado una acción sobre territorio israelí y buscaba resistir y sobrevivir a la acción militar israelí, creo que tampoco lo logró a largo plazo, porque la resolución 1.701 de la ONU establece que la milicia debe ser desarmada, aunque no establezca cómo, reforzando resoluciones anteriores en este sentido. Es decir, de ambos bandos algunos pudieron lograr objetivos parciales, pero no claros ganadores.
–Pero Hizbollah logró reposicionarse como actor político importante en la región, cuando en el propio Líbano estaba en baja tras las elecciones y el retiro de Siria...
–Yo particularmente no creo que el poder de Hizbollah haya sido menor antes y que ahora haya aumentado. Nunca fue débil, al contrario. Desde el punto de vista militar, los 14.000 misiles que tenía eran una muestra de esto. Su estructura de ayuda social eran más importante que la del Estado libanés, tiene una televisión y radio que llega a todo el país. No era fuerte desde el punto de vista electoral, era su debilidad, pero los 14 diputados y el 40% de la población libanesa chiíta lo hacen un actor fuerte. Sí creo que aumentó su poder de negociación a nivel internacional. De hecho, la resolución 1.701 de ONU fue consensuada por Israel y Hizbollah, además del Líbano.
–¿Cree que Hizbollah vaya a desarmarse o el ejército libanés pueda hacerlo?
–No, de ninguna manera. Al contrario, el aumento del poderío militar y la buena imagen que logró con la guerra no los va a perder por una decisión unilateral. Ya hubo resoluciones anteriores de ONU y un acuerdo interno del Líbano cuando terminó su guerra civil, en donde dice que todas las milicias deben ser desarmadas y eso no ocurrió. Queda además el evidente aumento de influencia de Irán.
–¿Cómo es esto?
–Irán quiere hegemonizar el liderazgo de la región y Hizbollah es un brazo de esta estrategia, por lo cual Irán no va a ceder ningún instrumento para lograr el objetivo. Está claro que Irán dio el apoyo logístico, militar y ahora también millones y millones de dólares para reconstruir el Líbano. Porque la reconstrucción la está haciendo Hizbollah, no el Estado libanés, con fondos iraníes. Por todo esto, no creo que en el corto plazo Hizbollah se desarme.
–Entonces ¿es pesimista respecto de la misión internacional que comienza ahora?
–Hay algunas debilidades de la misión. Naciones Unidas repite muchos errores que ya cometió en Somalia, en Ruanda, en Sierra Leona .
–¿Qué errores?
–Debe elaborar una estrategia de largo plazo, tener mandatos claros y no ambiguos como ha sido común para esas misiones, con objetivos y metas posibles de alcanzar. Además, debe dotar a sus fuerzas con el financiamiento, equipamiento e infraestructura necesarios, para no improvisar sobre la marcha. Ninguno de estos dos objetivos se han cumplido en la resolución 1.701. En Somalia en 1999 hubo un mandato de Naciones Unidas para desarmar a organizaciones paramilitares, al igual que en Sierra Leona, y no lograron hacerlo con organizaciones militares mucho menos estructuradas y más débiles que Hizbollah, que ha creado un Estado dentro de otro Estado.
–¿Cómo es esto?
–Desde el punto de vista de las relaciones internacionales, el sur del Líbano es un Estado nuevo, donde Hizbollah tiene tres de los atributos más importantes de un Estado: control territorial, el manejo del poder militar y el manejo de la política exterior. La aceptación de la resolución 1.701 habla de Hizbollah, no del Líbano. Quienes aceptaron la resolución fueron Israel y Hizbollah.

UN NUEVO ESCENARIO GEOPOLITICO

–Este conflicto, junto al de Irak, al tema palestino y a las pretensiones nucleares de Irán, ¿podrían derivar en un conflicto de tipo multinacional?
–Sí, totalmente. Irán es muy claro en su intención de expandir la revolución islámica. Su idea es liderar hegemónicamente sobre Medio Oriente y esto se contrapone, por ejemplo, con la existencia del Estado de Israel. El presidente iraní planteó abiertamente la desaparición de Israel. Hizbollah, como brazo armado de Irán, sólo colabora con este objetivo. Desde el punto de vista geopolítico, Israel tiene un nuevo país fronterizo: Irán. Hoy en el sur libanés ya no está el Líbano sino Irán, un estado islámico hostil. Esto cambia todo el panorama.
–¿Por qué?
–Líbano no tiene ningún reclamo territorial sobre Israel, tampoco lo tiene Israel sobre Líbano. Esta no fue una guerra de Israel contra el Líbano. Fue una guerra de Israel contra una organización terrorista en territorio del Líbano.
–Pero Hizbollah es mucho más que una organización terrorista. Es una guerrilla con fuerte inserción política, social y que forma parte del gobierno libanés...
–Hizbollah ha sido muchas cosas desde los 80. Tuvo una etapa guerrillera, en la que luchó contra la expulsión de las fuerzas multinacionales (su bautismo de fuego fue contra una base norteamericana) y luego de Israel; era una fuerza de ‘resistencia y liberación’. Luego, surge la influencia de la Revolución Islámica en Irán. A fines de los 80 y 90 fue una organización de acción puramente terrorista, recuérdese la implicancia que tuvo Irán en los dos grandes atentados de Argentina: Embajada de Israel y AMIA. Y a fines de los 90 y principios de 2000 con la construcción de un Estado en el sur libanés. Cuando se dice que es una organización terrorista hay elementos para sostenerlo, cuando se dice que es una resistencia también y si decimos que es un Estado dentro de otro también. Es todo eso y además un partido político.
–¿Cuál es su opinión sobre el tema nuclear iraní ?
–La proliferación nuclear es preocupante, amenaza la paz mundial. Irán trata de circunscribir su proliferación diciendo que Medio Oriente es una región muy particular del mundo. Pero el tema nuclear excede a Medio Oriente y países como Argentina y Brasil, que han tenido gran autolimitación en sus capacidades de proliferación, debiéramos ser ejemplo para el mundo y presionar para que esto ocurra.
–La intervención de EE. UU. en Irak, ¿no fortaleció a Irán como potencia regional?
–Sí, por supuesto. El vacío de poder o de liderazgo no existe en la política internacional, todo lugar se ocupa. Y en la región hay un vacío de liderazgo. Egipto no lidera, Irak está destruido, Siria tiene muchos problemas internos, Jordania no es representantivo del mundo árabe. Por lo tanto, la revolución islámica se plantea como un polo de ideas para la región y éste es el momento, cuando al vacío de poder se suman circunstancias favorables como el precio del petróleo (Irán es productor).
–¿Es posible un ataque de EE. UU. a Irán o este país tiene comprometida su fuerza limitar para frenarlo?
–Es un error esperar de EE. UU. que defina lo que pasa en Irak o la proliferación nuclear, porque después salen los argumentos de que Washington se mete en todo, que tiene su proyecto hegemónico, etc. La comunidad internacional, y EE. UU. como parte de esa comunidad y no por fuera, debieran presionar para que Irán frene su programa de proliferación. EE. UU. no es el policía del mundo, pero si no hacemos nada, después no nos quejemos porque impone sus reglas del juego. Yo me opongo a que EE. UU. sea el policía del mundo, pero la comunidad internacional debe asumir la responsabilidad. Por ahora los elementos que tenemos son pobres, pero son los únicos que tenemos.

La decisión argentina y el ‘factor Chávez’

Agustín Romero ha dedicado gran parte de su carrera académica a estudiar las relaciones internacionales y la política exterior argentina. Es máster en Relaciones Internacionales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Actualmente es profesor titular de política exterior argentina en Teoría de las Relaciones Internacionales (CP-UBA) y de Agenda Internacional en la Maestría de Relaciones internacionales-UBA en esa facultad. 
En medio de fuertes críticas a la conformación de la fuerza multinacional en el Líbano, suelta la frase “la decisión argentina de no enviar tropas es un error”.
–¿Cómo un error, si usted es pesimista sobre los objetivos y la utilidad de esta fuerza de paz?
–Bueno, no soy optimista, pero tenemos la responsabilidad de que la misión sea un éxito. Naciones Unidas no es más que la representación de la voluntad de sus Estados miembros. No existe otro mecanismo para asegurar la paz mundial. Que no funciona bien, que no ha tenidos grandes éxitos es otra cosa. Si a los fracasos le sumamos falta de apoyo, sobre todo con los argumentos pobres esgrimidos por Argentina, le estamos quitando los últimos puntos de apoyo para que sea exitosa.
–Argentina no lo ha dicho oficialmente pero, al igual que los países de la región, no quiere verse mezclada en el conflicto de Medio Oriente, en el caso del país además con la experiencia de dos atentados ...
–Los argumentos son pobres y no sustentables. Argentina dijo primero que es “una zona conflictiva”: es verdad, para eso son las misiones de paz, para zonas conflictivas. No están para ir al casino de Mónaco. Otro fue que el país no tiene recursos, que también se rebate porque gran parte de financiamiento de la operación lo hace Naciones Unidas. Pero lo más preocupante es el temor del gobierno argentino a una represalia terrorista: un país que sufrió dos bombazos debería tomarlo de ejemplo para que no vuelva a suceder y no temer participar de acciones a nivel internacional. Pero hay otro punto que nadie menciona y me parece muy importante: la influencia del presidente venezolano Hugo Chávez, como virtual líder de la región
–¿Lo dice por su reciente viaje que incluyó Siria e Irán, entre otros países?
–Es preocupante. Para mí no se entiende la negativa argentina a enviar tropas si no se tiene en cuenta el rol de Chávez, que estuvo en Irán abrazándose con Ahmadinejad, que niega el Holocausto y la destrucción del Estado de Israel. Otro elemento es Siria. Nada pasa en Líbano sin que Siria lo sepa y esté presente. Chávez estuvo en Siria y dijo abiertamente que la cosmovisión Siria es la misma de Venezuela. Por lo tanto, en este contexto, se entiende por qué Argentina no manda tropas, si quien lidera el Mercosur desde el punto de vista político no lo quiere. No digo que Venezuela sea la voz del Mercosur, sino que la voz de Venezuela es la única que se escucha a nivel de Mercosur en este tema.
–Es decir que Argentina busca no enojar a Chávez.
–Por supuesto. Argentina depende hoy financiera y energéticamente de Venezuela...
–¿No es exagerado?
–Por supuesto que no. Los únicos bonos que estamos colocando en el mercado internacional los compra Venezuela, a un alto costo pero los compra. Energéticamente Argentina está en una crisis importante y Venezuela es nuestro principal socio para paliar esta crisis. Por otra parte, el liderazgo a nivel de Mercosur y latinoamericano en el escenario internacional lo está ejerciendo Chávez: no lo hace Lula ni Kirchner ni Tabaré. Por eso el país usa argumentos tan pobres. (L.H.)

El rol de lo étnico y lo religioso

Otro de los panelistas presentes en el debate sobre Medio Oriente fue Norberto Méndez, director del CEMOI (Centro de De Estudios del Medio Oriente y Países Islámicos de la UBA), quien aseguró en su ponencia que “el tema identitario sigue siendo principal en la problemática del Medio Oriente”. Agregó que “si bien no fue éste el motivo desencadenante del enfrentamiento” entre Israel y Líbano, ambos Estados “tienen configuraciones internas que condicionan su accionar externo de manera decisiva”.
 Entre las razones presentadas por Méndez, ex investigador en la Universidad Hebrea de Jerusalén y la American University de El Cairo, Egipto, figuran:
• En Israel. “Se autodefine como el Estado Judío y el sionismo, el movimiento nacional que lo creó, construyó un nacionalismo de tipo étnico basado en una mayoría judía”. Una visión intransigente del mismo “se fue consolidando desde el gobierno del primer ministro Ariel Sharon y continúa en el actual gobierno de Ehud Olmert”, señala.
Esta visión de un Estado que “únicamente se concibe con una mayoría judía” da lugar a “la política de desenganche unilateral que desarrolló el gobierno de Sharon” que “apuntaba precisamente a que, si Israel no consigue imponer ‘su’ mapa en las zonas conflictivas de Gaza y Cisjordania, más vale la retirada unilateral y no la negociación con la contraparte palestina”. En este marco, destaca la política de erección del llamado Muro de Seguridad, la anexión progresiva de colonias israelíes en territorio cisjordano más allá de la frontera de 1967 y la anexión del Golán sirio desplazando población árabe originaria, situación que se ha repetido en el norte de Israel.
• Con respecto al Líbano, Méndez recordó que, “si bien el Estado de Israel no tiene reclamos territoriales, el interés de Tel Aviv por ese país se centra en dos aspectos principales: tener una frontera en paz libre de ataques contra poblaciones del norte israelí y el acceso a un recurso escaso cada vez más estratégico, como el agua del río Litani, las fuentes del Jor-dán y el lago Kineret (Tiberíades o Mar de Galilea).
 • Desde el Estado libanés, Méndez recordó que “el sistema confesional, establecido por el llamado Pacto Nacional de 1943, con variantes, sigue vigente”, en donde la Presidencia debía pertenecer a un cristiano maronita, el primer ministro tenía que ser musulmán sunnita y el presidente del Parlamento quedaba en manos musulmanas chiítas.
Destacó que las últimas elecciones (2005) “implicaron un avance significativo en el proceso de democratización, porque tuvieron control internacional y no se dieron alineamientos automáticos según las procedencias étnicas y religiosas”. La coalición triunfadora, encabezada por el hijo del asesinado primer ministro Hariri, “comprendía tanto a cristianos maronitas como a drusos y musulmanes sunnitas, que obtuvo casi el 70% de los votos, mientras que un 10% reunió el nacionalismo libanés puro y duro del general maronita Michel Aoun. Hizbollah, en coalición con Amal, otro partido chiíta no islamista, si bien triunfó en el sur libanés, en el país no obtuvo más del 10 a 20% del voto”, destacó.
El reciente el ataque de Israel no sólo destruyó infraestructura sino que podría “quebrar esa naciente conciencia nacional y al retorno de los enfrentamientos sectarios”, señaló Méndez. La matanza de civiles en el país, a su juicio para provocar el encono de la población contra el Hizbollah, “logró el objetivo contrario al buscado”. Destacó que Hizbollah ha logrado el apoyo más allá de las divisiones étnicas y religiosas en su rol de resistencia al invasor, “convirtiéndose en el sustituto del ejército nacional” casi inexistente. De todos modos, si bien aumentó su prestigio local y en el mundo árabe, “eso no lo convierte en el poder político dominante en el Líbano”, porque “la gente funciona de una manera ante el otro invasor y de otra en una situación normalizada”. Concluye que, “si el Líbano vuelve a levantarse y funciona el juego político interno, difícilmente logre Hizbollah trasladar el poder acumulado en la guerra al consenso nacional porque allí volverán a jugar las diferencias etno-religiosas”. (L.H.)

 

   
LEONARDO HERREROS
lherreros@rionegro.com.ar
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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