| Un grupo de jóvenes guerrilleros izquierdistas estuvo a punto de cambiar la historia de Chile, cuando armado de lanzacohetes, metralletas y fusiles, tendió una emboscada al dictador Augusto Pinochet, hace 20 años, según la documentación de un libro de próxima aparición en Santiago. El general Pinochet regresaba a Santiago junto a su comitiva por un sinuoso camino entre las montañas de la Cordillera de Los Andes, cuando sobrevino el atentado en el que murieron cinco miembros de su escolta, cuyo vigésimo aniversario se cumplió este jueves. Basándose en documentos de la época, entrevistas y testimonios de quienes intentaron asesinar al general aquel domingo 7 de setiembre de 1986, el periodista chileno Cristóbal Peña escribió “Los Fusileros” (Random House Mondadori), que saldrá a la circulación antes de fin de año. “Es una crónica íntima de las historias de algunos de los fusileros, de los 20 hombres y una mujer que participaron de la llamada ‘Operación Siglo XX’”, como fue bautizada la acción guerrillera, adelantó el autor a la AFP. “Si bien el punto de partida es el atentado, el libro trasciende hacia la procedencia (de los guerrilleros) y cuenta qué fue de ellos después”, agregó Peña. La emboscada contra el dictador (1973-1990) fue ejecutada en menos de cinco minutos por 21 guerrilleros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), brazo armado del Partido Comunista. Organizados en cuatro “unidades”, los extremistas asaltaron la comitiva presidencial –seis automóviles blindados y dos motocicletas– al caer la tarde de ese domingo, cuando el general volvía a la capital después de pasar el fin de semana en su residencia de El Melocotón, entre las montañas del Cajón del Maipo, 50 km al este de Santiago. El primer paso era bloquear el camino y lo lograron, instalando en medio de la carretera un automóvil unido a un remolque. Cuando uno de los motociclistas que encabezaba la comitiva dio la alerta, una lluvia de balas cayó desde los cerros circundantes. Cinco escoltas de Pinochet murieron en el ataque y otros nueve resultaron gravemente heridos, mientras el vehículo en que viajaba el principal objetivo del FPMR logró evadir las ráfagas y retrocedió a más de 100 km por hora, retomando el camino hacia la residencia de descanso de Pinochet. “Jamás creí que iba a salir con vida”, relató Pinochet, con una de sus manos vendadas, cuando mostraba ante los periodistas los impactos de bala y de un proyectil de mortero que por milagro no estalló sobre los vidrios de su coche, un Mercedes Benz de última generación fuertemente blindado, en el que viajaba con su nieto Rodrigo García, entonces de 10 años. La noticia del atentado corrió como pólvora y sacudió al gobierno de facto, que esa misma noche implantó el Estado de sitio. En medio del toque de queda, agentes de la dictadura secuestraron y asesinaron a cuatro opositores en represalia por la emboscada, entre los que figura el periodista José Carrasco Tapia. Al momento del atentado, Pinochet llevaba 13 años en el poder, al que llegó tras encabezar el golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973 que derrocó al presidente socialista Salvador Allende, quien se suicidó en medio de la asonada militar. Para los guerrilleros, que en su mayoría rondaban los 20 años de edad, el asesinato de Pinochet constituía una suerte de “vuelta de mano a la historia, porque sentían que ahora podían hacer lo que sus padres no hicieron: defender con las armas el gobierno de Allende”, explicó Peña. El atentado, sin embargo, fortaleció a Pinochet e hizo que la oposición política confluyera en torno a la opción moderada que representaba la Democracia Cristiana, que se alejó aún más del Partido Comunista y las corrientes de izquierda más radicales. “El fallido atentado marca el debilitamiento de la lucha armada”, aseguró Peña. El fin de la dictadura de 17 años, que dejó más de 3.000 víctimas entre muertos y desaparecidos, llegó por la vía institucional, cuando el plebiscito de 1988 dijo “no” a la pretensión de Pinochet de continuar en el poder por otros ocho años. Pinochet, que cumplirá 91 años en noviembre próximo, enfrenta actualmente a la Justicia en dos procesos: uno por violaciones a los derechos humanos y otro por las cuentas secretas que mantuvo en el Banco Riggs de Washington y otras entidades financieras, con montos estimados en 28 millones de dólares. |