Con el propósito de reflexionar sobre la literatura infantil y juvenil, a modo de trazar una especie de diagnóstico fugaz, María Cristina Ramos responde amablemente algunas preguntas formuladas por "Río Negro".
- ¿En esta era digital la pasión por la lectura no disminuye?
- La era digital no me parece preocupante en ese sentido y el libro sigue estando. Es más, se abren nuevas modalidades de lectura que habrá que ir entendiendo.
- ¿La escuela es importante a la hora de incentivar la lectura?
- ¡Importantísima! Los docentes que son lectores saben acompañar ritmos, contrarrestar bloqueos, seleccionar y proponer libros. Así como los no lectores obligan, reprimen, descalifican. Pero esta función de la escuela debiera estar acompañada y sostenida por los niveles más altos de educación, con capacitación y actualización docente altamente calificada. Habría que recordar que la construcción del lector es un proceso continuo, que a medida que avanza va buscando nuevos rumbos y complejidades. No se consiguen lectores con una jornada de lectura por año, simplemente. Hay escuelas donde se trabaja muy bien, y sigo confiando en la escuela porque es lo único que nos puede salvar.
- ¿Literatura como la de Harry Potter o Narnia plantea nuevos desafíos para los autores?
- Suele haber fenómenos extraliterarios sostenidos comercialmente. No todo lo impuesto es bueno, en general es lo contrario. Pero es interesante ver cómo lo épico ha conquistado un público con motivos y ejes narrativos tradicionales como lo son la lucha entre las fuerzas del bien y las del mal. Los cuentos maravillosos tradicionales se apoyaban en esto. Entonces, por ejemplo, se recupera una obra de los años 50 con éxito. En todo este movimiento hay obras literariamente ricas y otras de mero consumo. Toda buena obra es territorio fecundo para vincular al lector con otras obras, son un alimento para seguir leyendo.
- ¿Qué tiene que tener un buen libro para chicos?
- Muchas cosas, y aunque las mencionáramos siempre quedaría algo de misterio. Pero lo que no debe estar ausente es un tratamiento rico del lenguaje literario. No quiero decir recargado ni rebuscado, pero un escritor es un trabajador de la palabra a tiempo completo. Una obra literaria no se improvisa, mucho más si está destinada a los niños. Hay una responsabilidad estética y ética que un buen autor no olvida.
- ¿La literatura infantil se deja permear por la realidad social?
- Sí, pero haría diferencias. Hay autores en cuyas obras aparecen temáticas relacionadas con nuestra realidad social con una concreción tan excelente que acompaña a los lectores a plantearse cuestiones actuales y tomar posición ante ellas. En otras obras en cambio, el tratamiento de esos temas es tan pobre y superficial que suena más a oportunismo que a la resonancia de una problemática en la sensibilidad de un artista.
- ¿La literatura que uno lee cuando es niño te marca para la vida adulta?
- Sí, tanto como los modelos de interacción social en que los chicos viven inmersos.
- ¿Cómo es la movida de las editoriales en la región?, ¿es difícil publicar libros para chicos y adolescentes?
- Se llega a publicar después de años de trabajo, de participar en buenos concursos, de trabajar la escritura, de leer no sólo literatura, de frecuentar el mundo de los libros. En mi experiencia, mis libros se fueron abriendo un espacio en el mundo editorial y ahora no tengo dificultades para publicar acá y en algunos otros países, pero ha sido un largo camino.
- Las ilustraciones de tus libros son bellísimas, ¿los dibujos son tan importantes como los textos?
- Es un código diferente. Y yo estoy de acuerdo en cómo ha crecido la impresión de la plástica en los libros, pero no estoy de acuerdo en que deje de existir la palabra. En muchos de los libros decrece la palabra y aumenta la imagen. Esto no siempre enriquece la lectura de los chicos. Para que un chico pueda interactuar bien con una imagen, debe tener también un territorio lingüístico trabajado, por eso no estoy de acuerdo en que abunden los libros únicamente de imágenes. Además por una cuestión ideológica, hay libros que se tienen que seguir leyendo aun sin imágenes.
- ¿Cuáles son los temas que interesan en tus historias?
- Me gustan los que hacen a lo social, a los vínculos, a la familia, a los abuelos, a los chicos puestos a soñar el mundo. (F. L.)