Además de rescatar lo poético, recuperan la imantación de la palabra", dice María Cristina Ramos sobre sus últimos tres libros para chicos editados en México: "Sana que sana", "Una mapirisa risa que riza" y "El gato que duerme". Es una tarde de verano y el viento patagónico sopla implacable en el patio de la casa de la escritora en el oeste neuquino. Éste no es sólo su hogar, es también su escuela de creación literaria y la "base de operaciones" de la editorial Ruedamares, emprendimiento que montó hace seis años junto con sus hijos.

La autora de "Corazón de grillo", "Barcos en la lluvia", "Papelitos", entre otros títulos, es una de las escritoras más prolíficas de la región. Tiene publicadas unas 26 obras literarias de poesía y narrativa para chicos y adolescentes que hoy se ofrecen en las librerías argentinas. Algunas, incluso, en otros países.

Con sus historias, Cristina busca la sonoridad de las palabras e invita a los más pequeños a jugar con la musicalidad de la poesía. Y lo hace con un discurso enriquecido de montañas, de árboles, de flores, de pájaros, de mares, de "personajes infantiles que andan en libertad, en zapatillas o descalzos, salen y entran de sus casas y sus vidas se traman y destraman alimentándose del paisaje bellísimo del Neuquén", en palabras de Lidia Blanco.

Al momento de hablar sobre los libros publicados en suelo azteca por la editorial Océano, Cristina deja filtrar sus intenciones en un género en el que deja marca y huella: la literatura infantil y juvenil. "Son poemas con algo de cuento. Es una manera de compartir con los pequeños lectores el juego sonoro y el lenguaje poético en una historia breve, que inicie un juego que muestre a los recién venidos a este mundo los posibles del imaginario", explica la mujer conocida además por ser una de las principales escritoras de microrrelatos residente en Neuquén.

Sus últimos títulos, ilustrados con bellísimos dibujos y pinturas multicolores, fueron pensados para chicos desde los 2 años más o menos; sin embargo, son muy bien recibidos por más grandes como de 5 ó 6 años. Editados en cartoné -advierte Cristina- resisten los juegos y las andanzas de los más pequeños.

¿De qué habla "Sana que sana"? "Da vueltas alrededor de la palabra en su valor de ensalmo, la palabra que acaricia, la caricia que cura", dice la autora del ejemplar ilustrado por Ixchel Estrada. Cuenta, además, que el libro trascendió la cultura hispanohablante y se vendió a una editorial china y a otra coreana.

De "Una mapirisa risa que riza", en tanto, dice que "cuenta cómo una mariposa perdió sus colores un día de viento y cómo volvió a conseguirlos". La historia se enriquece con las ilustraciones de Claudia Legrazzi y no hace falta ser pequeño para disfrutarla y sorprenderse.

En cuanto a "El gato que duerme" ( con dibujos de Alain Espinosa), Cristina explica que se trata de "un cuento de nunca acabar con un gato tan pequeño que cabe en una cáscara de nuez". De los tres libros surge una literatura cuya naturalidad es la frecuentación de la aventura, la naturaleza, lo fantástico, el juego, los vínculos, los sueños.

Con estos nuevos títulos, Cristina se prepara para la edición de otro, "Mientras duermen las piedras", una novela para chicos de más de 12 años que saldrá a conquistar bibliotecas en unos meses. La obra fue finalista de un concurso en España y será editada por "Edelvives", una prestigiosa firma española que abrió sucursal en la Argentina hace poco tiempo.

"Transcurre en la orilla del río, en Neuquén. Es sobre una familia que vive en las orillas, pero no sólo del río... vive en los márgenes de la sociedad", adelanta Cristina, demostrando que la realidad social es un tema que considera en sus textos a la hora de bucear en el territorio de la infancia. Eso sí, aclara esta autora con dos décadas de agua bajo el puente, "lo hago con mucho respeto, porque la obra literaria tiene que ser un trabajo artístico y los escritores tenemos una responsabilidad al nivel de la materia con la que operamos que es el lenguaje".

FLORENCIA LAZZALETTA

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