-¿El premio por "Las viudas..." te ayudó a instalar tu apellido?
-Sí, a instalarme sí. Es interesante esto porque hay gente que cree que vos escribiste una vez para un premio, ganaste y te salvó. Pero hacía 15 años que escribía y no me resultaba fácil publicar. "Tuya" la pude publicar porque había sido finalista del premio Planeta y entonces tenés más posibilidades de llevarla a una editorial para que la lean. Hay gente que tiene manuscritos muy buenos pero que no se llegan ni a leer porque hay demasiada oferta de gente escribiendo y pocas posibilidades de publicar novelas. El de los premios es un camino posible para poder publicar. Hay otros, por supuesto.
-Tratándose de un premio mediático, ¿los lectores te reconocen por la calle?
-Sí, me pasa bastante. Por las características del premio tu cara aparece muchas veces en muchos lados, algo que en general a los escritores no les pasa tanto. A poco de haber ganado el premio me acuerdo de que estaba en Falabella, de Unicenter. Salí de un probador para pedir otra remera porque la que tenía era chica. La mujer de enfrente sale en corpiño y me dice: "Vos sos la que escribió..." y se pone a hablarme. Yo pensé: "¿Qué hago yo hablando con esta mujer en estas circunstancias?". Todo esto tiene más que ver con el premio que con la literatura en sí misma.
-¿Qué te suelen preguntar los lectores?
-Por ejemplo, qué pasó en el final de "Las viudas de los jueves": "¿Salieron o no? ¿Cruzaron la barrera?". Y jamás voy a decir lo que me imagino que pasó, porque sería facilitarle la tarea al lector, que tiene que tener una participación activa en la lectura y ponerse a pensar qué es lo que haría él en esa misma circunstancia. Lo importante es que el lector se ponga en esa situación y realice un esfuerzo mental.