Los blancos han venido a hacerles malón a los indios. Pensaban terminarlos a los indios.
Los antiguos disparaban a un cerro donde no podían subir los blancos. Ése era el cerro Carrilil.
Hicieron con un palo una especie de escalera para subir hombres y mujeres. Comenzaron a trabajar los paisanos, picar piedra para hacer una pared, como un corralito, para resguardarse. Llevaron leña y agua. Cuando se acercó el enemigo, no podía verlos.
Bombardeaban los blancos y los indios tiraban sus hondazos de piedras.
Los mapuches rogaban a dios que le hagan defensas.
Los huincas no hallaban cómo subir. Quisieron cavar a la orilla del cerro para poder subir.
De tanto ruego, dios escuchó a los indios. Se nubló de tormenta, que era lo que pedían.
Cuando llevaban veinte o treinta metros de excavación, en esa profundidad que estaban cavando asoma el asta de un toro pampa colorado, pegó un bramido y los milicos dispararon.
Le querían pegar al toro pero se desató la tormenta con relámpagos y no tuvieron oportunidad. Lucharon con el aguacero y con el granizo.
Y se dispararon. Los mapuches siguieron rogando.
(Contado por Desiderio Calfinahuel)