La necesidad de hacer un libro de lectura para alumnos mapuches de escuelas primarias en zonas rurales se convirtió, más de veinte años después, en una experiencia intercultural y pedagógica casi inédita. En efecto, hacia 1982 docentes asentados en la zona de Ruca Choroi suplieron la falta de libros para los chicos con una serie de cuadernillos que recopilaban contadas, relatos, mitos, leyendas, explicación de costumbres e historias de sus antepasados transmitidos por vía oral en sus comunidades.
Ese trabajo de recopilación y registro, ideado y coordinado por Silvia Giglio, cristalizó en cuadernillos denominados primero "Huerquén Choroy" -por el lugar donde se editaban- y luego, simplemente "Huerquén" -mensajero, en la lengua del pueblo mapuche-.
Hace dos meses, Silvia Giglio culminó el proceso de edición de los fascículos en un solo volumen titulado "El huerquén. Interculturalidad y educación, una experiencia en escuelas rurales", publicado por Educo, la editorial de la Universidad del Comahue. A finales de mayo el libro fue presentado en Poi Pucón y Rucha Choroi ante la mayoría de sus autores originales, que hoy superan los treinta años.
Giglio recordó que cuando comenzó como maestra de primer grado en Poi Pucón "no había texto para el aula". Así comenzó, sobre la base de una experiencia realizada por Luis Iglesias en escuelas rurales bonaerenses, a trabajar con los miembros de las comunidades. También incorporó elementos del investigador y folclorólogo Adolfo Colombres.
El proyecto, presentado en 1985 al distrito educativo Aluminé del Consejo Provincial de Educación, se denominó "Valorizando elementos folclóricos en una comunidad mapuche". Se proponía estimular la valoración de la lengua y la cultura originales, subrayar la función de la escuela y, al mismo tiempo, recopilar elementos folclóricos y material para Lengua y Ciencias Sociales.
El método de trabajo, de "investigación participativa", consistió en visitas a las casas de los alumnos, largas recorridas con el fin de "conocer cosas de los antiguos". Para eso la docente programó charlas con los adultos y los más ancianos con el escenario de "largas mateadas o ranchadas, como ellos las llaman". Las visitas comenzaban, por zonas, en la mañana y culminaban a la tarde y comprendieron los parajes Lonco Mula, Ruca Choroi, Pilo Lil, Carri Lil y Poi Pucón.
Al cabo de la jornada la maestra llevaba grabadas las conversaciones con cuentos, relatos y parte de la historia de la gente. También había material que los chicos relevaban de sus mayores: relatos, "contadas", coplas y adivinanzas.
"Todo lo que se sacaba de estos encuentros terminaba en la revista", explicó Giglio. Los "Huerquén" -como se conocían entonces- se tipiaban "textualmente, como ellos los escribían", y luego se fotocopiaban para finalmente armarlos como folletos. Cada familia recibía un ejemplar y con ese material se trabajaba en el aula.
Pero la iniciativa no se agotó en los fascículos; por el contrario, hubo una versión de la experiencia en audiovisual y otra en video, realizada con la colaboración de Radio y Televisión del Neuquén (RTN). También se hizo una recopilación de cantos en casete. De ese material "prácticamente no queda nada; se perdió o se destruyó".
Los textos recopilados pueden clasificarse en relatos de carácter histórico (epeu), plegarias -tayil, rogativas-, adivinanzas, leyendas, fábulas, mitos, recetas de cocina, descripción de tecnologías, origen de los objetos y explicación de las costumbres.
Giglio se refirió a una consecuencia no deseada de su trabajo pero que le fue útil a una de las familias en un juicio. En efecto, un texto publicado en "Huerquén" que relataba la historia de cuando los antepasados se había radicado en el paraje donde viven actualmente sirvió a sus abogados para demostrar una posesión casi centenaria ante quienes los demandaban.
El circuito se cerró -indicó Giglio- con las presentaciones en Poi Pucón y Ruca Choroi. En realidad, fueron "la devolución" de un trabajo "que les pertenece", de la misma manera que en las comunidades mapuches existe la costumbre de "pedir permiso" para tomar o hacer algo. Entonces, de la misma manera que "ellos piden permiso, por ejemplo, al pehuén para tomar los piñones, yo les pido permiso a ellos para que el libro circule".
GERARDO BURTON
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