Dios es un concepto humano, es una definición con una determinación cultural e histórica y con un propósito político. Podría decirse que el hombre creó a Dios para poder ser creado por él. "¿Podríamos pensar un universo sin hombre y sin Dios?", pregunta que suena al koan que interroga por el sonido de un árbol que cae en el bosque donde no hay nadie para escucharlo. Claro que la religión juega un rol. Para eso se hizo, al fin y al cabo. Creo que la presencia de lobbies de las instituciones religiosas en el funcionamiento del Estado es detestable, pero es cierto que en el fondo no existe acción sin ideología. Y una ideología de las buenas, de las que los diarios dicen que se terminaron para siempre, funciona como una cosmovisión y, en el fondo, como una religión. El problema es que cuando hablamos se confunde religión con iglesia. Ser agnóstico es un trabajo difícil y activo. En el fondo es igual de infundado que otras posturas. La palabra religión viene de re-ligare, de volver a reunir lo separado, etimología que muestra su propósito: el de funcionar de pegamento de la sociedad.
Willy Pregliasco
(físico, profesor del Instituto Balseiro)
¿Creó Dios al hombre o el hombre creó a Dios? No soy idóneo para contestar esa pregunta por padecer una "ceguera sobrenatural", equivalente a la ceguera de colores que le impide al que la sufre imaginarse siquiera lo que es un color. En mi caso, mi mente tiene ese defecto: es indiferente a consideraciones sobre asuntos no sujetos, siquiera hipotéticamente, a alguna clase de verificación objetiva. Mi indiferencia es radicalmente diferente del ateísmo -religión que consiste en la creencia fanática, imposible de corroborar, de que Dios no existe- o el agnosticismo, que implica plantearse seriamente como un tema importante la duda relacionada con la imposibilidad de la prueba de su existencia. No obstante, diré que el hecho mismo de contestar esa pregunta implicaría una trampa y un sofisma: cualquier respuesta, por sí o por no, supondría aceptar la existencia de Dios, sea como creador en el primer caso o como criatura en el segundo.
Víctor Lipovetzky
(médico)
Creo en Dios como una creación del hombre. O sea, no creo en Dios. Alguna vez intenté acercarme al tema de la religión a través del humor. Recuerdo un chiste que hice hace como quince años en el que se veía que del planeta Tierra salía un montón de globitos de pensamiento que formaban una gran nube en la que estaba sentado Dios, un chiste bastante obvio pero que expresaba un poco eso: Dios existirá en tanto la gente crea en él. En otra ocasión, en la tira "Enrique y la Culebrita Ciega", que sale en "Sátira/12", los personajes planteaban esto mismo y para confirmarlo empezaban a repetir: "No creo en Dios... no creo en Dios". Entonces, Dios empezaba a repetir: "No creo en el hombre... no creo en el hombre". Finalmente todos los personajes dejaban de existir y sólo quedaba el dibujante (yo), que decía "¡Dios mío!" y todo volvía a la normalidad. Después de escuchar estos dos te darás cuenta de por qué dejé de hacer chistes sobre ese tema. Creo que nunca más hice chistes de ese tipo; ya no me gusta hacer chistes con dioses o con angelitos o diablitos u otros personajes imaginarios. Aunque sí los hago con cosas reales; una iglesia, un cura o un rabino, o con Jesús en la cruz, como aquel del que hablamos antes.
Pati
(humorista gráfico)