Forma parte de los recursos terapéuticos la formulación de cuentos, anécdotas y narraciones reales o ficticias que disparan la reflexión, el aprendizaje por modelaje o el cuestionamiento a convicciones disfuncionales del paciente. Se busca la identificación o el rechazo respecto de los personajes involucrados.
El cuento motiva enojo, repulsión o risas llevando, en definitiva, al cambio no por la racionalidad sino por la movilización emocional que produce. Algo que suelo contar en mis entrevistas a personas que tienen fuertemente incorporada su poca o nula belleza como un impedimento para el abordaje de situaciones sociales es el caso de un amigo muy feo que tenía un tremendo éxito con las mujeres y a quien constantemente le descubríamos una nueva conquista. Preguntado por la receta, nos dijo simplemente: "Yo encaro a todas las mujeres que se cruzan en mi camino; fracaso en el 90% de los casos, pero con los escasísimos triunfos me alcanza para tener un nuevo amor por semana".
Inmoraleja: evidentemente este amigo no sólo no buscó anular su fealdad sino que hizo de la tolerancia al fracaso su camino al éxito.