Ofelia Morales. Pertenece al pueblo Qom (toba). Es maestra de la lengua y la cultura toba en la ciudad de Rosario e integra la Organización de Comunidades Aborígenes de Santa Fe. Tiene 48 años.
"Mi familia desconocía la vida escolar. Mi papá hizo hasta el tercer grado y mi mamá, hasta el segundo ciclo superior de aquella época. Cuando pasé a tercer grado y aparecieron las divisiones de una y dos cifras, mi mamá me dijo: 'No te acompaño más. Si querés seguir, seguí. Y si no, no'. A las comunidades indígenas no les importaba quién iba a la escuela. Yo seguí porque me encantaba estudiar y me gustó también la enseñanza de mi primera maestra. Aprendí el castellano gracias a la educación que ella me brindó: me enseñó a dibujar el rasgo de las primeras letras, las palabras generadoras, la presentación de las sílabas. En la escuela no podíamos hablar nuestro idioma. Nos castigaban, nos ponían en penitencia, no nos dejaban salir al recreo o ir al baño. Era un sufrimiento tremendo.
"Una vez un profesor me discriminó: éramos cuatro en matemática con excelencia de puntaje y el profesor me calificó con 7,50. Comparamos los exámenes y el mío no tenía errores. Mis compañeros fueron a hablar con la directora y ella lo llamó. La directora cotejó los exámenes y confirmó que me correspondía el mismo puntaje. Con mis compañeros éramos muy unidos. Cuando volvía a mi casa de la escuela, hablaba toba. A pesar de la prohibición de hablar mi idioma, tuve la posibilidad de aprender allí otras costumbres, otras cosas... leer era un sueño para mí".