"Los ojos lo dicen todo. Siempre creyó esto. Espejos del alma, señales del adentro. De allí que la cara del tipo se le apareciera en sintonía con lo que se acordaba de él. Los ruidos de las frenadas de golpe, frente a la casa, después las puertas de los Falcon abriéndose como fauces del infierno. Los gritos, las puteadas y las órdenes. El saqueo de los objetos de valor, la tira de goma de cámara de auto anudada a la parrilla; lo insultaría mientras paseaba la electricidad deshaciendo la vida sobre su cuerpo.
"La voz del Turco, la que salía entonces de la misma boca, de la misma cara del hombre que tenía ahora sentado frente a sí en el tren. La de labios finos, la del rictus siniestro por sonrisa. El semblante reconocido de pronto como una foto, una instantánea fijada cuando arrasaron la casa y antes de la goma, la que le dejaría una marca duradera sobre la piel como un estigma del espanto. El ruido de las cadenas y los gritos desgarrados, el olor a carne quemada por la picana. Los llantos y el temblor de hielo entre carne y huesos; el frío como un veneno sin antídoto posible. Y en esa usina de tormentos el Turco escupiendo obscenidades, retozando en las catacumbas pútridas de su propia humanidad vencida, rendido a la náusea, a su irreversible mutación monstruosa, al vacío sin fondo de la soledad y la caída.
"Y la fuga una noche con otros compañeros. Liberarse como un milagro, como lo no posible hecho verdad. Como tan pocos, contados, ínfimos, lo conseguirían a lo largo de tanto chupadero sembrado de una punta a la otra de la tierra.
"Después, los años en el medio. Y sobrevivir como diese lugar, con el dolor como una dolencia crónica. Y añorar lo que se olvidó, la alegría que apenas se entrevé mirando muy atrás, al antes de, cuando era natural y sin trabajo.
"Y en este extremo, en el ahora, el estremecimiento al descubrir que es éste el rostro del horror, el que tiene adelante y que acaba de asimilar en su expresión el posible reconocimiento de su víctima. La incomodidad también como una picazón en el Turco, que, efectivamente, también descubre al otro. Y todo es querer levantarse en él y huir de ese recuerdo. Nada más pretende el carcelero en ese instante, desprenderse de ese reflejo de sí, tal como se evade hace tanto de su propia imagen, de su propio chupadero interior, en el que él es el atormentado y a la vez, como entonces, el verdugo.
"Se incorpora, se va yendo. Escucha a sus espaldas las palabras del otro que le dicen lo que ya sabe:
"'Vos sos el Turco. Y estás más muerto que yo'".
Nació en Sáenz Peña, Buenos Aires, en 1958. En 1976 se radicó en Bariloche, donde integra talleres literarios. Escribe cuento, poesía y participa en publicaciones colectivas. También es dramaturgo; tiene cinco obras de teatro: "Moreno", "El cumpleaños de Ana", "Final en Burguess Farm", "El león y nosotros" y "El piquete". "Moreno" fue seleccionada por el Instituto Nacional de Teatro en 1999 y estrenada en Buenos Aires por el grupo Fray Mocho; estuvo en cartel entre 2000 y 2002.