Tiene una conexión muy directa con su pasión y eso hace que se pueda expresar artísticamente con todas sus fibras". Lo dice Gabriela Coniglio, preparadora vocal, asistenta de dirección, amiga y una de los tantos discípulos de Daniel Costanza. Lo conoce bien. Hace veinte años que trabajan juntos en ese organismo vivo y vivaz que es el Coro Universitario del Comahue. Como a un árbol vigoroso, muchos públicos lo han visto crecer y extenderse. No sin dificultades, los cantantes y los esperados conciertos del coro han logrado exhibir y sostener una síntesis perfecta de amor al arte y rigor profesional, de la mano de Costanza.
Ha llegado la hora del adiós. Cuando este suplemento esté en la calle será el último concierto dirigido por él. Y ha sido tanta la alegría que entregó este hombre en "conexión directa con su pasión" y tanto el reconocimiento también apasionado que le fue retribuido, que es difícil hablar en términos de despedida, fin, adiós...
"A mí me conmueve. Me voy de la zona a iniciar un nuevo proyecto en mi vida que no tiene que ver con la dirección coral ni con la música. He llegado a los 50 años y hay muchas cosas que quiero hacer, además de haber tenido la posibilidad maravillosa de haber podido, desde mi infancia, estar relacionado con la música. Como concibo la vida, me parece importante no hacer sólo una cosa en la vida y encontré lugares y actividades que me gustan mucho, además de la música, a las que voy a dedicarme un tiempo para tratar de completarme como ser humano. Es momento de agradecer al coro, a sus integrantes, a la universidad y a la comunidad en general".
Costanza viene de familia de músicos, de pianistas, de violinistas, de cantantes y por eso siente que su carrera musical "por ahí ni fue una elección". Empezó de niño, en su San Juan natal, adonde regresa ahora. Siguió en el Instituto Superior de Arte del Colón, en el Camping Musical Bariloche, en Polonia, en Suecia, con grandes maestros en canto y en dirección coral. Llevó al coro a recorrer provincias y festivales internacionales y a obtener numerosas distinciones. Las más importantes, la gratitud y el cariño del público que lo siguió con verdadero fanatismo todos estos años y especialmente cuando se desvinculó de la UNC.
El exilio. "Oh, Fortuna..."
"Oh, Fortuna, cual la luna/ eres tú mudable..." dicen los primeros versos de "Carmina Burana", la popular cantata profana de Carl Orff que el coro presentó en 1995, al iniciar una nueva etapa. Fue un éxito clamoroso de público, con más de 5.000 asistentes, dos reposiciones, cantantes líricos y músicos invitados. Fue un despliegue fascinante de música, teatro, luces y escenografía que trasformó al gimnasio del Parque Central en un salón teatral irreconocible. Y fue, más que nada, el sello que marcó el ciclo del coro independiente de la universidad.
Ocurrió que al regresar Costanza de un año de estudio en Europa, las autoridades universitarias de entonces le reclamaron "más música regional y menos Brahms", recuerda hoy, además de modificarle su relación contractual como director. Costanza resolvió irse y junto a él marchó literalmente el coro, cantando en protesta y en solidaridad, cuesta abajo por la calle Buenos Aires hacia el centro.
Se llamó desde entonces Coro del Comahue. Reunió una legión de asociados que aportaron, hasta hoy, cinco pesos de cuota a la cooperadora, además del apoyo de empresas públicas y privadas.
"Fue muy triste y muy bello a la vez, la marcha por la bajada de la universidad, con los trajes, la comunidad artística, amigos. Fue un momento triste pero de gran acompañamiento. Entonces las opciones fueron: o se diluye o le ponemos garra y hacemos algo grande. Y empezó el Coro del Comahue".
Son de este ciclo independiente el Réquiem de Fauré en homenaje a Jaime De Nevares, a un año de su muerte, el Concierto de Navidad (Britten y Vivaldi), Música Religiosa del Siglo XX (Yngwe, Twardowski y Martin), un crudo clamor en reclamo de justicia con imágenes de campos de concentración, hambrunas y dolor en el mundo, Dido y Eneas, primera ópera presentada al público de Neuquén y un concierto de Negro Spirituals, además de las tres Carmina.
Con el cambio de gobierno en la UNC, en 1998, se restituyó a sus fuentes el Coro Universitario del Comahue. El regreso a la universidad fue celebrado con un programa ecléctico titulado como el himno medieval académico: Gaudeamus, cuyos primeros versos dicen: "Alegrémonos, pues".
De ayer a hoy
Daniel Costanza llegó a Neuquén en 1983, invitado por el primer director del coro, Jorge Fontenla para asistirlo en la dirección y en la preparación vocal. Fontenla viajaba cada quince días, pero después de dos años de incorporado Costanza hubo un viaje que el director no pudo hacer. Y ése fue el debut de Costanza al frente del coro.
"Cuando vine, estaba entusiasmado con el valle y tuve ganas de vivir en una chacra. Primero iba a quedarme un año, pero parece que el agua del Limay me atrapó". Se lo dice a la cámara de Mario Tondato, ex coreuta y cineasta, autor del video "El maestro y el coro". En él se ve a Costanza recolectando frutos de la huerta, caminando rodeado de árboles y plantas. Pero también estremecido por la energía que va y viene de sus cantantes a sus manos, a todo su cuerpo que traspira y se agita y se da y pide en los ensayos y en las actuaciones. Abre los brazos en círculo, gesticula, se crispa, se mece. Los ojos y las voces se depositan en la encendida expresividad del maestro. Canta también él. Se ríe y se enoja. Sus cantantes y su público se entregan a su entrega. La magia del arte fluye. No sólo se oye, puede verse, palparse casi.
En estos años el coro ha recorrido un repertorio amplísimo y ecléctico, porque su director opina que es "obligación de un coro universitario, además de recrear temas, que la gente que lo integra y el público puedan tener conocimiento de la música coral universal". Así, renovó programa todos los años y a veces presentó tres el mismo año, con obras del canto gregoriano, del medioevo, el barroco, el clasicismo, el romanticismo, los spiritual, sin desdeñar las más audaces partituras contemporáneas. Fuera de sus propios conciertos, acompañó actividades culturales, gremiales y de derechos humanos. Con la presentación de "Vestigios en el alma", esta noche a las 21:30, en el aula 106 de la UNC, sin duda estarán las aclamaciones y los bises acostumbrados. Para el Coro Universitario del Comahue será otra vuelta de la rueda de la fortuna. Sin duda que habrá lágrimas.
Otras fuentes: entrevista radial en FM 103.7 Universidad-CALF y video documental "El maestro y el Coro".
MONICA REYNOSO