"(...) Uno no se da cuenta. No quiere darse cuenta, no se atreve a ver que la vida, de pronto, carece de sentido, de contenido... Ni los más grandes se atreven. Tolstoi tenía cincuenta años cuando ese... vacío invadió su vida. El tampoco la soportó. Nadie lo soporta. ¿Dónde puedo refugiarme? ¿En la vida? ¿Y qué es la vida? ¿Una especie de teatro con mujeres pintadas, con panderetas, con focas amaestradas? ¿Debo intentar hacer dinero? ¿Refugiarme en el trabajo? Sin embargo todo cobra sentido si está Anna. La vida... la vida es Anna. Está durmiendo y yo sé que no tiene nada que ver conmigo, que no tenemos nada en común. ¿Quién me la ha arrebatado? Me entran ganas de salir a buscarlo y de encontrarlo, y entonces, a ver qué ocurre. A lo mejor lo traigo aquí para que viva con Anna. La vida tiene tantas formas... Lo único que quiero es que desaparezca ese vacío. Así empezó. Y así seguimos viviendo cuatro años más levanta el dedo índice y prosigue. En el lenguaje médico eso se llama insensibilidad. Es un concepto muy útil en la medicina. En la vida no explica nada".
(Extraído de "Divorcio en Buda", pág. 167)