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Sábado 17 de Marzo de 2007
 
 
 
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  GRUPO ESCOMBROS

 

"Hay que achicar el espacio que separa el arte de la vida".

 
 

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Palabra e imagen. Palabra y objeto. Palabra y color. Palabras "en el 90 por ciento de las obras". Es el concepto, en estado casi puro, trasladado de la discusión del Grupo Escombros a las salas del Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén.

La inequitativa, injusta y asimétrica realidad social argentina irrumpió de golpe en la sala más importante de la región. Un golpe directo a la mandíbula de la corrupción, del autoritarismo, del poder en obras que, "a diferencia de otras vanguardias", incorporan el valor "belleza", según explicó Luis Pazos, uno de los fundadores del grupo nacido en La Plata hace dieciocho años.

Su primera actividad fue una exposición de fotografías en blanco y negro Pancartas I colocadas sobre palos de escoba clavados en el suelo de tierra, bajo una de las autopistas porteñas. Las fotografías están en el MNBA ahora sujetas en enormes púas fijadas en el piso entre adoquines y piedras."Es un arte que se vende poco", reconoció Pazos, aunque "su principal característica es que nadie permanece indiferente". Las obras hablan de "lo cotidiano, pero con pasión, porque lo que no se hace con pasión carece de sentido".

Los traslados producen ciertos deterioros en las obras, siempre hay que repararlas al regresar al depósito un taller de automóviles cedido por el empresario platense Ricardo Salomé o el galpón prestado por un pariente de un miembro del grupo.

Esa situación sirve para continuar la obra sin parar, para que nunca esté concluida ni perfecta.

Una característica del grupo es que las obras están firmadas en forma colectiva; resulta imposible saber quién fue el autor individual de cada una. Con ese simple recurso se quiebra la concepción occidental del arte en cuanto a propiedad intelectual, incluso en cuanto a mercancía, y se plantea como revulsivo frente a los mecanismos habituales de difusión y comercialización de la obra artística.

Lazos aclaró que, aunque "nos definen como arte político, no dejamos fuera el valor "belleza". Pero está al servicio de la idea". El de Escombros es un arte de escasa comercialización, sin embargo "vendemos los objetos chicos: compran en primera instancia los intelectuales".

 

ARTE CONCEPTUAL

 

Pazos indicó que "el 90 por ciento de nuestras obras tiene texto, porque ésa es nuestra visión del arte conceptual. Admitimos lo de los géneros híbridos y esa zona de nadie que se llama instalación u objeto, pero tiene que haber un concepto. ¿Por qué?, porque está dirigido a toda clase de público".

En un manifiesto de 1989, ustedes expresan algo así como que entre un espectáculo de fútbol, un recital de rock y un acto político, el nexo es la gente. ¿Mantienen eso hoy?

Es inalterable. Otras cosas cambiaron; esto no.

La respuesta estaría en el carro de los sobrevivientes, que no saben por qué están aquí...

Eso es lo que dicen ellos, los sobrevivientes; no saben por qué tienen sed, por qué viven todavía...

¿Qué pasa con la gente que va a los museos? Porque si estas obras se exhiben en la calle, hay una clase de respuesta. Pero el museo funciona como un espacio sacralizado...

Se producen las reacciones más diversas. Cuando expusimos en el Museo de Arte Contemporáneo de La Plata, hicimos un experimento: pusimos un cuaderno en blanco para que la gente opinara. De 5.000 personas que asistieron, 1.400 escribieron mensajes. Fue tan apasionante que hicimos un libro.

Hubo reacciones diversas, supongo...

Con el Grupo Escombros funciona eso que Jorge Romero Brest llamaba "el juicio existencial", es decir: no se trata de si una obra de arte está bien o mal hecha, sino de qué me produce. Y produce de todo. Te aman, te felicitan y te odian. La virtud que tiene el arte de Escombros es que no hay indiferentes. A veces, cada tanto viene un tipo y rompe la obra. Acá es la invasión del espacio sacralizado con cuidado. Pero quienes se enojan siempre son los políticos.

Usted dijo que parten de una idea, un concepto... ¿Cómo se desarrolla la obra?

Como un rompecabezas, hasta que un día, tranquilos, nos sentamos, la analizamos y vemos si consensuamos todos. Si no hay consenso, no hay obra, queda en el archivo.

¿Cuándo consideran que está terminada?

En realidad las abandonamos porque, por ejemplo, la silla siempre puede ser de un celeste más fuerte. En realidad el verdadero cambio lo da la gente. Hay un fenómeno raro: la gente a través del tiempo resignifica las obras.

Como ejemplo, Pazos mencionó lo ocurrido con una obra "La sutura" que muestra un surco en una cantera abandonada de La Plata. "La obra real", indicó, "medía treinta metros de largo y dos de profundidad". El surco estaba "unido" por una soga de barco y simulaba una sutura. La obra, realizada en el lugar, "pertenece a lo que se denominaba entones 'land art' o arte de la tierra, y lo interesante es que hasta el momento hay tres interpretaciones". La primera fue en Porto Alegre, en un festival latinoamericano, cuando los críticos dijeron que la sutura era la cicatriz cultural de América Latina. Luego, en una revista porteña, se publicó ilustrando un artículo de un rabino. Entonces, se interpretó como "el símbolo judío del perdón". La tercera versión fue cuando se expuso en el Centro Recoleta y se le atribuyó la significación de la memoria de la represión y el terrorismo de Estado.

 

GERARDO BURTON

gburton@rionegro.com.ar

 

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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