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Sábado 09 de Septiembre de 2006
 
 
 
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  Viñetas sarmientinas
 
 

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La importancia del nombre. El día 15 de febrero de 1811, nueve meses después de la Revolución de Mayo, nació en San Juan el futuro presidente Faustino Valentín Sarmiento, a quién -dice Daniel Balmaceda- "le desapareció un Valentín y se le antepuso un inexplicable Domingo. Su hijo, Dominguito (Domingo Fidel), era en realidad hijo del chileno Domingo Castro y de Benita Martínez Pastoriza. Cuando ella enviudó, se unió a Sarmiento y le dieron el apellido del padrastro. Ese día dejó de ser Domingo Fidel Castro". El misterio de los nombres, que al decir de Borges "son arquetipo de la cosa".

Los primeros libros. El niño Sarmiento, dice Javier Fernández, a quién es difícil imaginar con pantalones, cortos tuvo la pasión de la lectura, "que su padre guiaba con indisciplinada orientación". Se cuenta que don Clemente, dejó en manos de su hijo "La historia crítica de España" por Juan Masdeu, libro cuyas muchas páginas de letra apretada y menuda le sugieren una idea de grandiosidad que considera útil para la educación de su vástago. Por supuesto que el padre no ha intentado engullir este mamotreto con cuya pesada lectura indigesta a su hijo.

Y como no ignora que ninguna mentalidad se hizo sin libros, recoge a su paso cuantos le caen en las manos y obliga a su hijo a que los lea de punta a punta. Así le hace leer uno titulado "Desiderio y Electo" y otros "librotes abominables". Sarmiento dirá más tarde "a mi padre le debo la afición a la lectura que ha hecho la ocupación constante de una buena parte de mi vida y si no pudo darme después educación, por su pobreza, diome en cambio por aquella solicitud paterna, el instrumento poderoso que por mi propio esfuerzo suplí a todo, llenando el más constante y el más ferviente de sus votos".

Aprendió a dar la pata. Al dirigirse al Brasil, en un viaje de recreo, Sarmiento hizo escala en Montevideo y anunció su visita al General Santos, que recientemente se había encaramado en el poder.

Al pie de la escalera y lleno de "rendez-vous" le recibió Santos, con una comitiva numerosa de edecanes.

¡Se sintió tan halagado el gobernante uruguayo con el honor que le brindó Sarmiento que no pudo disimularlo!

A su vez, Sarmiento quedó conquistado... y, a su regreso de Río de Janeiro, repitió la visita. Esta vez el General Santos no fue personalmente a recibirlo.

Molesto Sarmiento por la diferencia de trato, al salir, dirigiéndose a su acompañante, exclamó en alta voz: ¡¡Este loro ya aprendió a dar la pata!!

Sarmiento y Mansilla. Pocos días antes de asumir la presidencia, Sarmiento recibe la visita de Mansilla en su casa particular. El coronel, que se había jugado entero para que Sarmiento fuera presidente, venía a proponerle una lista de ministros, entre los cuales figuraba él mismo para la cartera de Guerra. Sarmiento, al notarlo, le expresó con toda crudeza: No, no Mansilla...Usted ministro... no es posible. Necesito un ministerio muy sesudo, que consiga evitarme cometer locuras. Usted y yo juntos seríamos inaguantables... Y se despidió del visitante con un "buenas noches".

Sarmiento y la prensa. Siendo senador nacional en la sesión del 15 de setiembre de 1857 supo decir sobre los abusos sobre la prensa: "Se ha tolerado siempre y se necesita que la prensa tenga absoluta libertad de criticar, con justicia o sin ella, los actos de los que gobiernan, de los comisarios, de los jueces, etc., porque no hay en efecto otro freno que pueda contener, no los avances cometidos, sino el poder que puede ejercerse aun con la influencia de los buenos actos. Se ve todos los días en cada uno de los poderes públicos una tendencia a absorber más poder, y es sólo la prensa la que desvirtúa ese trabajo incesante. La prensa defiende a los ciudadanos, defiende la moral pública y a veces logra quebrantar la audacia de la ambición, y la influencia de esas cosas que de otro modo no pueden romperse".

A mal Sarmiento, buena podadera. Muchos adversarios tuvo el sanjuanino, algunos enconados y otros ocasionales como Alberdi, pero pocos como el poeta Martínez Villerga que tuvo la única virtud de dedicarle su soneto titulado "Sarmienticidio" hoy olvidado con toda su insignificante obra literaria, pero que vale para la polémica: "Este escritor de pega y de barullo/ que traduce, delira, o no hace nada,/ subir quiere del genio a la morada, de sus propias lisonjas al arrullo. Fáltale ciencia pero tiene orgullo,/ la paz le ofende y la virtud le enfada:/ es ciego admirador de Torquemada/ y enemigo mortal de Pero-Grullo. Tal en resumen es mi pensamiento/ acerca de este autor que lleva el nombre,/ o apellido, o apodo, de Sarmiento. Nada hay en él que agrade ni que asombre:/ carece de instrucción y de talento;/ en todo lo demás es un gran hombre". Por suerte le faltó al soneto el estrambote.

 

JORGE CASTAÑEDA (Escritor y periodista. Valcheta).

Especial para "Río Negro"

   
JORGE CASTAÑEDA
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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