Madonna ha conseguido erigirse en un ícono de cada década en los últimos 30 años. Lo fue en los 80 cuando se mostraba como una chica traviesa, más bien callejera pero aun así llena de esperanzas. Fueron los años en los que Madonna vestía tachas y camperas de cuero gastadas. También el tiempo de la saturación y los pañuelos atados alrededor de la muñeca. Madonna impuso entonces el boom de los accesorios. Ningún éxito le fue ajeno a Madonna durante su tierna juventud. Su mito, en tanto artista y símbolo erótico, pasó a la posterioridad con toda la pompa que requiere el caso. Madonna, cuenta la historia, llevaba sistemáticamente sus grabaciones amateurs a las oficinas de los sellos que la rechazaban hasta que un día su suerte cambió. El resto es una anécdota conocida.
En los noventa Madonna comenzó a dar muestra de un exacerbado fanatismo por su propia imagen y por todo aquello que pudiera enriquecerla de algún modo: desde los negocios de la música, en el papel de productora de nuevos valores, hasta las actividades aeróbicas (que siempre la han mantenido con la resistencia de un maratonista) pasando por la meditación y el yoga. La diva, ex chica pop, se revelaba disciplinada e hiperconsciente.
No eran pocos los que apostaban a que Madonna tarde o temprano sufriría un agotamiento tanto psíquico como mental. Un estado que finalmente no llegó. Otros aseguraban que la diva del pop terminaría por cansar a su público. Presunción que fue refutada en la medida en que Madonna comenzó a reinventarse a sí misma. A lo largo de más de dos décadas Madonna se ha extinguido y resurgido en muchísimas formas. Llevó el pelo ensortijado y rubio al principio, sólo para años más tarde cambiarlo por una cabellera negra y lacia. Fue agresiva e irreverente hasta que un día decidió volverse aristocrática. Se instaló en el centro del mundo del entretenimiento que en un momento fue Miami y, cuando se sintió hastiada de ese personaje farandulero, se trasladó a Londres, donde aprendió a tomar el té de las cinco como si siempre hubiera vivido entre perros de caza, porcelanas y castillos. La proclamada reina de un pop desplazó en los 80 a una variedad de artistas, entre ellas la talentosa Cindy Lauper.
Madonna sorprendió una década después de sus primeros hits con un vuelco definitivo a los ritmos dance y una búsqueda incansable en las posibilidades de la estética disco.
“Ahora quiero bailar, quiero estar bien”, dijo la chica hace poco, dando a entender que en esta etapa con Madonna sólo se puede ir de fiesta. Fue su acercamiento a la Cábala en cierto sentido una prolongación de lo que antes había sido su coqueteo con el yoga. “El yoga me cambió la vida”, había asegurado Madonna. Y lo volvió a repetir con la Cábala.
Uno de sus mayores desafíos como diva ha estado relacionado con su presencia física. Madonna había aparecido en los medios masivos promocionando “Music” vestida con una camisa vaquera y con jeans, un look que la hacía ver juvenil y que la situaban en un segmento de público que en ese momento se podía sentir más cercano a Christina Aguilera. A su modo, Madonna envió un mensaje muy claro a todas sus nueva oponentes, Britney Spears incluida, la reina estaba volviéndose peligrosamente joven.
Una realidad que terminó por confirmar en su último disco. Los video clips muestran a Madonna, la indiscutida soberana de la música masiva, en una forma corporal sin precedentes.
Madonna endureció aquello que estaba blando, tonificó su imagen, levantó sus nalgas tanto o más que la propia Britney y se despachó torrencial hacia un horizonte dorado: el suyo.
Su última gira la ha ubicado nuevamente al tope de la cima. Dos hechos actualizan la actualidad de Madonna, por un lado fue elegida por miles de mujeres en Gran Bretaña, mediante un sondeo, como la mujer de 40 años con mejor cuerpo del mundo. Por encima de Elle MacPherson. Por el otro, días atrás, su video “Like a Prayer”, fue el video más votado por los consumidores de MTV como el más revolucionario de entre aquellos pensados para romper la reglas.
No sera extraño descubrir como Madonna resuelve su próxima metamorfosis. Al contrario que los Rolling Stone que hacen casi un culto de su vejez, Madonna ha transformado en una religión su imposible juventud. Madonna es el signo de los tiempos por venir. |