| Alertados de que nuestro querido Tato nos visitaría en vacaciones de invierno, corrimos a Plaza de Mayo para registrar el arribo de incógnitos. Al bajar casi choca con dos palomas que ni se inmutaron al ver planear un pingüino gordo a doscientos metros de altura. Al fin de cuentas estaban en las inmediaciones de la Casa Rosada. Un avión de la Fuerza Aérea, alertado de un objeto no identificado sobre zonas estratégicas, lo apuntó con un misil pero primaron los códigos de guerra, al no entablar contienda con un hombre con anteojos. Por suerte esta vez, Tato no se rascó el ojo a través del marco. Agitando sus alitas de ángel, aterrizó lentamente y no caminó dos pasos que se encontró con un conocido –¡Tato, como le va! –¡Mi buen amigo José Apercibimiento! Cómo dice que le va. ¿Sigue siendo jefe de personal? –No, Tato, ahora soy gerente de recursos humanos. –Qué bien, es decir que se humanizaron las relaciones laborales. –Claro, ahora no echamos a las personas a las patadas. Les decimos que, por la implementación del nuevo proyecto de reingeniería humana, decidimos dejarlo en libertad de acción. Pero disculpe Tato por la intromisión, ¿usted no había pasado a mejor vida? –¿Vos oíste hablar del dicho, hierba mala nunca muere? Bueno, es mentira, la parca se compró una bordeadora, y de las buenas. _¿Y qué hace por acá? –Es que en el cielo también hay receso invernal y se llenó de turistas, y no te quiero contar lo que fue en Semana Santa... tiraron el paraíso por la ventana. En el cielo los precios están por las nubes, sin embargo los pasajes al purgatorio se agotan y florecen los tours clandestinos al infierno. Cuentan que hay unos diablillos que por unas moneditas te gritan: “¡Caca, culo, pis, teta¡”, para emoción de los pacatos santos turistas. Pero por acá veo que también están de vacancias. –No me hable, Tato. ¡A dónde vamos a ir a parar! ¡Cómo va a progresar el país así! En las valijas todavía tenemos arena del verano y confites rotos de las Pascuas y ya tenemos que cargarlas de nuevo. Desde que se inventó que el turismo es una industria sin chimeneas nos la pasamos tirando billetes al incinerador sin fuego de las vacaciones. –Pero José, también hay que divertirse un poco. –No hay lugar para la diversión, Tato, ¡las matemáticas no engañan! Mire yo le pido que haga una cuenta conmigo: trabajamos ocho horas, la tercer parte de un día. Por analogía, si el año tiene 365 días, podemos decir que trabajamos la tercer parte del año es decir 122 días, aproximadamente. Si le sacamos las vacaciones de verano, promedio de veinte días y las de invierno 14 días, nos quedan ochenta y ocho días. Si a eso esto le restamos los domingos y sábado inglés, 6 por mes, 72 al año. Nos quedan 14 días trabajados. Si le restamos 5 días de feriados nacionales y dos por enfermedad, nos queda una semana. ¡Eso es lo que exactamente trabajamos por año, una sola semana, Tato. ¡Así no hay país que aguante! –Eso si que es matemática fundamentalista, José... –Y eso que no cuento los empleados del Estado que no trabajan los sábados, licencias por trámites personales, piquetes, huelgas y tomas de oficinas del Estado. –Es decir que la primera es una visión optimista... –De ninguna manera, Tato, el optimismo es la jactancia de políticos en campaña. Finalmente Tato dejó a José Apercibimiento y se fue a visitar a José Choripán, sindicalista de última hora, como para equilibrar conceptos. |