Número de Visitas Agréguenos a Favoritos 
TITULOS SECCIONES SUPLEMENTOS OPINION CLASIFICADOS SERVICIOS NUESTRO DIARIO PRODUCTOS
  podio
RURAL
DEBATES
GUIA OCIO
eH! HOGAR
Espectáculos
ECONOMICO
CULTURAL
ENERGIA
 
Sábado 22 de Julio de 2006
 
 
 
>>EDiciones ANTERIORES
   
 
  No todo lo que brilla es historia
 
 

Click para ampliar

Por décadas la novela histórica vino a ser el aderezo de la historia con mayúsculas. En término gastronómicos: una especie poderosa que le permitió a varias generaciones acercarse a la consistencia siempre algo amarga del verdadero pasado. "La guerra y la paz" de Tolstoi, "Los Miserables" de Víctor Hugo, "La hija el capitán", de Pushkin, entre otras, significaron además de un reflejo de su tiempo, la puesta en marcha de una herramienta literaria que vinculaba el romanticismo y el realismo.

La novela histórica encontró en la novela de ficción de mitad del siglo XX para adelante a un competidor implacable. La ficción a secas con elementos de realidad y subrealidad, pasó a ocupar un espacio significativo en el imaginario de millones de personas. Fue el momento de "Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez, sólo por mencionar la gran novela latinoamericana de su época.

Desde su trono hecho de papel, tinta e intelecto, un extraño personaje llamado Tom Wolfe decretó no muchos años después que la novela, tal cual la conocíamos hasta entonces, había muerto. Wolfe proponía como suplemento de tal éxito, ya que no de esa tradición, al "Nuevo Periodismo" y esgrimía como prueba de su argumento su propia obra, la de sus colegas y la de un genio literario como Truman Capote que había publicado la monumental novela de no ficción, según el mismo Capote, "A Sangre Fría". El término "no ficción" le sirvió a Capote para distanciarse de Wolfe y su tropa.

Pero antes que inaugurar un nuevo género literario como quería el autor de "Desayuno en Tiffany's", lo que hizo fue dar el saludo inaugural a un ferviente número de escritores que usaron el periodismo como disparador para desarrollar múltiples esfuerzos estilísticos: es el momento de la investigación periodística (histórica al fin de cuentas), el ensayo periodístico y del relato periodístico transformado en crónica rayando entre la verdad y la fantasía.

En la novela que dominó, y aún lo hace, la escena desde los 80 hasta la actualidad predomina una necesidad en el escritor, a pedido de un lector distinto, de ofrecer un plus en el núcleo de su relato. Digamos, una prueba de fe que le indique al comprador que no está únicamente adquiriendo un pasatiempo para sus vacaciones sino también y sobretodo un tema de conversación de corte intelectual para sus próximas reuniones.

El éxito de "Parque Jurásico" o de la local "El anatomista" explica en parte esta tendencia, aunque se trate de emprendimientos en géneros muy distintos.

En "Parque Jurásico", novela de ciencia ficción pero que en definitiva pretende narrar un momento en el camino de la ciencia y su consecuente espacio histórico, hay una serie de guiños a ciertas hipótesis que anticipan el boom de los temas relacionados con la clonación y el desciframiento del ADN. Una de las primeras preguntas que precedieron el éxito de la obra de Michael Crichton fue: ¿es posible lograr esto? La explicación dejada por los especialistas del rubro no hizo más que apuntalar el fenómeno.

Por su parte "El anatomista" tomó un hecho verdadero (el hallazgo de Mateo Colón, descubridor del clítoris) para elucubrar una historia entretenida que narra la supuestas aventuras de un insólito personaje en una época compleja y oscura. Su éxito estuvo atado al concepto de "entretenimiento ilustrado e inteligente".

La novela histórica de misterio vino a convertirse en la heredera de dos tradiciones compositivas.

Por un lado buscó momentos y personajes indiscutibles de la realidad pasada para sumarles un elemento de tensión que quizás jamás estuvo allí. De este modo la historia fue recreada pero a través de un camino que por iniciativa personal del autor llevaría a la resolución de un misterio.

Dos apetitos son saciados al mismo tiempo en la novela histórica de misterio: el de conocer en parte la historia y el de disfrutar de una trama que esconde un enigma. Erudición y entretenimiento se dan la mano por primera vez.

Nunca será lo mismo, en términos de esfuerzo intelectual, leer "La Edad Media" de José Luis Romero, que disfrutar de una tarde de lluvia leyendo "El nombre de la Rosa", de Umberto Eco. Como tampoco hay equivalencias entre leer un ensayo técnico sobre la vida y obra de Leonardo Da Vinci, que adentrarnos en "El Código Da Vinci" de Dan Brown.

Los eruditos dirán que son cosas distintas pero, para un rango de público, la novela histórica de misterio viene a suplir el análisis histórico a secas.

El éxito de este subgénero incita a pensar hasta qué punto los humanos estamos dispuestos a revisar con ojo clínico nuestro pasado. En unos cuantos años habrá generaciones enteras formadas en el dudoso ámbito de la ficción con elementos de realidad que tanto ha beneficiado a la industria editorial.

¿Tendrán ellas su particular perspectiva de cómo fueron las cosas? ¿Aceptarán que a veces los hechos simplemente no esconden ningún tesoro oculto sino que el tesoro de la historia consiste justamente es su fidedigna reconstrucción?

Por años las novelas de aventura y luego las de ficción y surrealismo dominaron la escena pero, desde un principio reconocieron la obviedad del truco. Dan Brown parece dispuesto a protagonizar un cambio en este sentido. Su vocación por afirmar que "El código Da Vinci" constituye un libro que se gestó en la búsqueda de una verdad, no hace que nuestra mirada sobre el pasado sea cristalina sino mucho más oscura.

 

   

CLAUDIO ANDRADE

candrade@rionegro.com.ar

   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
Todos los derechos reservados Copyright 2006