A priori, uno diría: ¿pero qué tienen en común estos dos tremendos actores? En principio, ambos son rellenitos, no gordos pero entrados en carnes. Ambos parecen tener una particular predilección por las situaciones ridículas y ambos poseen la rara virtud de moverse en la pantalla con la intensidad de un hipopótamo furioso y la plasticidad de una bailarina de ballet clásico. Todo dentro de un bazar (que vendrían a ser las películas en las que actúan). Sin embargo, y siempre hay un "sin embargo", Black es incapaz de reflejar en su mirada o en su rostro o en la totalidad de sus gesticulaciones, ni siquiera una pizca de fragilidad. Algo que Seymour Hoffman sabe hacer muy bien. Con Phillip reímos y lloramos. Con Black sólo reímos. La doble faceta de músico y comediante ha quedado expuesta sin eufemismos a lo largo de su carrera. Su banda "Tenacious D" lo ha revelado como un amante del heavy metal, al tiempo que su actuación en "Alta Fidelidad" y "Escuela de Rock" reafirman la imagen de un hombre apasionado por las guitarras, las improvisaciones (los solos) y el ritmo, capaz de hacernos testigos de momentos delirantes. ¿Ejemplos? En "Alta Fidelidad", su personaje echa a patadas de la casa de discos en la que trabaja a un comprador de pop británico. Y en "Escuela de Rock", donde interpreta a un guitarrista sin éxito, Black se lanza hacia el público luego de un dramático "solo" de viola. Lamentablemente del otro lado no lo espera nadie. "Escuela de Rock" transformó a un actor respetable de carrera incipiente, en un éxito. No justamente en un galán pero sí en una figura convocante. "Nunca, ni por un segundo, pensé acerca de mí mismo como el hombre más sexy del mundo. Cuando era un chico, yo pensaba que era el hombre más fuerte del mundo. Luego el corredor más rápido y después la persona más lista del mundo. Una a una mis ilusiones se fueron derrumbado. Ahora apenas sí me veo como el tipo más cojo del planeta", ha dicho Black haciendo gala de su papel de perdedor exitoso. Desde hace ya un tiempo que somos cómplices del talento de Jack Black. Lo vimos en "Ciudadano Bob Roberts" de Tim Robbins. También en "Marcianos al ataque" y "El chacal". En esta última hace un brevísimo papel como el constructor de una estructura de titanio para una súper arma que utilizará un asesino encarnado por Bruce Willis. Con la salvedad de que el conejillo de indias de su aparato terminará siendo ¡él mismo! Horroroso y desopilante. Al igual que gente como Ethan Hawke, Brad Pitt o el mismísimo Johnny Deep, Black interpreta distintas facetas de su personalidad en cada película. Porque uno no imagina en la vida real a un Black depresivo o sin esos arranques de energía que caracterizan a sus personajes. Una de sus frases más inteligentes dice: "Nunca debes subestimar el poder de una ceja". Nada más cierto. Puesto que Jack Black hace humor con todo el cuerpo, incluso con las cejas. "Escuela de Rock" vendría a ser hasta ahora su obra mayor. Allí se lo vio desproporcionado y feroz, dulce y comprometido. Para poder darle verdadera vida a Dewey Finn, Black debió apelar a la totalidad de sus recursos. De pies a cabeza, en cuerpo y alma, Jack fue Dewey. Algo parecido ocurrió con el manager que representa en "King Kong", un personaje que poco a poco va perdiéndose en las profundidades de su ambición. Nadie como Jack para reafirmar con una mueca lo que ya viene dictado por el espíritu. |