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Viernes 23 de Junio de 2006
 
 
 
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  Santaolalla
  Después del Oscar
Gustavo Santaolalla se consagró definitivamente a nivel internacional: cuando meses atrás obtuvo el Oscar en la categoría Mejor Banda de Sonido por el filme "Brokeback Mountain". Después del impacto que significó la obtención de la estatuilla, en esta entrevista, el músico habla acerca de cómo siguió su vida.
 
 

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DPA - MADRID - Para muchos era un completo desconocido hasta que en las nominaciones a los Oscar se escuchó su nombre en la categoría de Mejor Banda Sonora por "Brokeback Mountain". En marzo todos pudieron ver la cara de felicidad del argentino Gustavo Santaolalla cuando recogió la estatuilla.

Pero el impacto del sonado galardón no ha modificado su vida, según asegura en entrevista con DPA. "Donde realmente lo sentí más fue en mi país, donde estuve en la tapa de los diarios, me llamó el presidente y todas esas cosas. Mi vida ha continuado como era antes de ganar el Oscar y sigo con los mismos parámetros. Si hay algo que ha hecho es reafirmarme en los conceptos que tenía, que son, creo, los que me llevaron a tener este reconocimiento".

"El Oscar continúa es una bisagra en la carrera de cualquier persona, representa el fruto de 40 años de trabajo en la música, de haber estado muchos años trabajando muy duro y de tener una visión".

Y precisamente ha sido esa visión, la de guiar su intención hacia ritmos de combinaciones arriesgadas o propuestas musicales imaginativas y rompedoras, la que lo ha conducido al éxito tanto a él como a los artistas que ha producido.

Santaolalla, que reside en Estados Unidos, mantiene una relación cercana con Argentina, donde su rastro se puede seguir en el rock folclórico de León Gieco, el rock latino de la Bersuit o los trabajos de Arbol y Cristóbal Repetto, entre otros.

El compositor también ha querido ahondar en la música porteña y tras recuperar el violín para el tango produciendo un disco de Javier Casalla, también está detrás de El Café de los Maestros o la música rioplatense de Bajofondo Tango Club, el grupo con el que actúa en Madrid.

"Esos son años y mucho tiempo de dedicación", señala al repasar sus colaboraciones.

La huella de Gustavo Santaolalla también se puede seguir en Latinoamérica. No en vano pasa seis meses al año viajando, rastreando nuevos talentos que, tocados con la "varita mágica" de su producción, pasan de ser artistas locales a pertenecer al "mainstream", según él mismo apunta. Ese ha sido el caso del colombiano Juanes o la mexicana Julieta Venegas, pero Santaolalla también ha producido a Los Prisioneros de Chile, a los mexicanos Molotov y Café Tacuba.

"Mi carrera señala la he hecho basada en el arte alternativo latinoamericano y Los Angeles me sirve como una muy buena base de operaciones porque me da acceso a tecnología, a estructuras de poder que me permiten llevar adelante mis sueños"

Esos sueños han tenido dimensiones continentales, pero ahora se van ampliar hasta Europa, pues producirá a Antonio Carmona, cantante de Ketama, en su primer trabajo en solitario.

En los últimos años, Santaolalla ha tenido muchos reconocimientos y ya ha juntado diez Grammys, así como un Golden Globe y un BAFTA por sus trabajos para el cine. Su relación con la gran pantalla comenzó con la banda sonora de "Amores Perros", del mexicano Alejandro González Iñárritu (y ha seguido con sus dos siguiente películas "21 gramos" y "Babel") y se ha ampliado con "Diarios de motocicleta", del brasileño Walter Salles, y con "Brokeback Mountain", del taiwanés Ang Lee, la película que lo ha catapultado a la fama.

Para el compositor argentino más famoso en Hollywood con permiso de Lalo Schifrin su música "es muy visual".

"Tiene que ver explica con el uso de los espacios y los silencios, que es una cosa que me intriga mucho, el espacio entre las notas, lo que no se toca. Cuando estoy trabajando concibo mucho la música en términos visuales, en términos casi escenográficos. Para mí un arreglo tiene que ver mucho con una escenografía. Un cantante tiene una función que tiene que ver mucho con la de un actor también. Es una concepción bastante cinematográfica de la música".

Cuando Santaolalla habla de su trabajo sale a relucir el término identidad, el cordón umbilical que lo une con los directores con los que ha trabajado y con los músicos que ha producido. Pionero de lo que hoy en día se conoce como "world beat" o música fusión, Santaolalla comenta que la idea de romper las fronteras entre géneros fue una visión que tuvo desde muy temprano ya con su primer grupo Arco Iris.

"En aquel momento recuerda se expresaba meramente en lo musical, pero tenía que ver con tratar de hacer una música que si bien pertenecía al gran movimiento que ocurría en ese momento en el rock en el mundo en los 60, cuando el rock se convierte en una especie de folclore de los jóvenes del mundo, que lo utilizan para expresar su insatisfacción en el mundo, con el abuso de poder".

"Yo sentía continúa que era muy importante dar a esa música una identidad que tenía que ver con el lugar de donde venías y quién eras tú".

"No alcanza con cantar en español, tenemos que tocar en español, que en la música se refleje quiénes somos", afirma el compositor nacido en 1952. Santaolalla recuerda que en aquel momento fue muy "resistido" por la "intelligenzia" del rock argentino, "que veía muy mal que tocaras una chacarera con guitarra eléctrica". No obstante, se siente satisfecho de no haber desistido y de que finalmente esa visión se haya convertido en realidad. "Lo que entonces fue Arco Iris es hoy Café Tacuba o Juanes, con su pop que tiene vallenato, y eso es un concepto que tiene que ver con la identidad".

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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